De cuando un año equivale a doce aventuras.

( CAP. ÚNICO )


En enero soy sincero (y confieso todo lo que nunca vas a poder escuchar).

En febrero fuiste lo primero (y bien sabes que eso nunca sirvió de nada).

En marzo te quise (y ahora me harto).

En abril besos mil.

En mayo mis palabras callo (sólo sirve para la rima esto escribir, porque, ¿cuándo fue la última vez que me susurraste una verdad y yo te respondía otra? ¿Qué fue todo ese intercambio de mentiras?).

En junio las lágrimas son diluvios (y cuándo no. Y, ¿por qué yo tengo que ser el único imbécil que llora mientras el otro sonríe en su presente y se mofa de lo que «superó»?),

En julio me di cuenta de que estaba volviéndome tuyo (fue la verdad más horrorosa a la que me pude haber enfrentado).

En agosto antifaces me pongo.

En septiembre (qué triste, qué iluso el joven de hace diez años atrás), tu corazón pareció pertenecerme (te sentía en mí como yo me sentía en ti).

En octubre viví (vivo) en penumbre.

En noviembre la nostalgia me llega a dar fiebre.

En diciembre me di cuenta de que entregarme fue el perdurado error que estuve cometiendo siempre (no sólo contigo, sino con todo aquel que vino de paso en mi vida).

Espero este sea el último año que llegue a llorar por causas perdidas, cuentos incompletos, leche derramada u hojas de cuaderno manchadas de tinta azul. Espero que este sea el último año en el que no sea yo el con falta de memoria, o el que más sufrió. Ten tú un próspero año nuevo, con un lienzo blanco al que puedas volver a llenar de tus sombras oscuras. Y procura esta vez que no sea el mío, porque costó quitar tu corrosivo desliz de pincel de mi corazón.


Usa ese poder

de darle vida a las cosas

para hacer feliz a alguien

y no arruines otra vida,

Lu «pinceles malignos».


—- El poeta que te inmortalizó en un poema de advertencia que lo mató antes de saber la cura.

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