Ella, dulce y afable,
de bondad innata y corazón sincero
deja a su alma que hable
cuando acaricia con los dedos
su piano de color negro.
Sus manos fluyen, su pensamiento vuela
hacia las más hermosas melodías
hacia los más bellos recuerdos.
A través de la ventana las flores se asoman
envidiosas de los colores que las notas evocan,
porque ni el pintor más detallista
ni el poeta más diestro
son capaces de crear la magia
que un músico con su instrumento.
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