Vida
de pies que vacilan,
de
tenedores incesantes,
de
destellos quebrantados,
de
héroes sin equino ni caballo.
De
verdugos invisibles
de
cantantes papagayos
de
execrables dictadores
que
visten a la moda y la imponen.
Vidas
que circulan por el aire
como
corrientes subterráneas
que
invitan al naufragio o al desastre.
Que
incitan al desvarío
y
promueven el delirio.
Vida
de licores, de amarguras
siniestras,
de crímenes silenciosos,
de
guantes sin manos, de poetas
y
jugadores de póquer.
Vida
de dioses desorientados
de
capullos de flor castrados
de
budas rigurosos subidos a su loto.
Donde
las palabras se diluyen
y
amanece tóxicamente, allí estoy;
como
un barco tenue y confuso
que
zozobra siempre en el mismo sitio-.
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