EL GALLO Y LA COCHINA

Por allá en Santa María

en una región llanera,

alguien cogió la manía

de tener como mascota

a un animal cualquiera,

sin importarle que fuera

con cachos o con orejotas.

Hay una en particular

Y que fue toda una nota,

porque causó una sensación

más allá de la frontera,

donde llamó la atención

por la forma como era.

Hoy se los voy a contar

y no es un cuento cualquiera;

resulta que Juan Ramón

un criador de primera

por los gallos se inclinaba,

mientras que Doña Faustina

famosa como granjera

a su marrana adoraba.

precisamente estaba yo

en ese pueblo llanero,

buscando a donde comer

un buen bistec de ternero,

cuando veo que por mi lado

pasa una hermosa cochina,

llevaba una campanita

colgando de una pretina,

y a un gallo con su crestica

que también le bailaba encima;

la dueña cuando la vio

enseguida le entró inquina,

porque ese bendito gallo

ha sido como una espina,

y nunca lo ha soportado,

pero no así la cochina.

La mujer con mucho enfado

y sin hacer mucho ruido,

dirigiéndose al marido

le dijo claro y raspado

¡Juan Ramón busca tu gallo!

que se fue para la esquina,

le está pisando los callos

nada más que a mi cochina,

pero este no dio respuesta,

y fue cuando le dijo molesta

delante de una vecina,

de esas que oyen el chisme

sin que este llegue a la esquina,

desde este mismo instante

voy a encerrarla en mi cuarto,

y de ahora en adelante

dormirás en la cocina;

aquel hombre estaba harto

y le respondió a Faustina,

¡te da miedo si la raspa,

dime que cosa le cuidas?

que le haría a esa charrasca

un gallo de espuela fina!

Los dos durmieron separados

Juan Ramón en la cocina

y Faustina por su lado,

ella de todos desconfiaba

ni a su marido le creía,

pero al pasar la madrugada

cuando en el pueblo amanecía,

se oyeron los gritos de Faustina:

¡ven corriendo Juan Ramón,

que está pariendo mi cochina!

¡anda y ayúdala por favor,

sal rápido de esa cocina!

el hombre y el gallo más atrás

volaron y tumbaron la vitrina,

ahí pegó gritos hasta el gato;

y los vecinos comenzaron a llegar

preguntando a cada rato,

por lo sucedido al animal

y ¿por qué tanto sobresalto!

Se escucha de repente un vozarrón

que empezó a salir del cuarto,

¡viva!, ¡viva! gritaba Juan Ramón,

¡que sorpresa! ¡que emoción!

hay que celebrar el parto

con unos tragos de ron,

luego le dijo a Faustina:

¡Que tronco de berenjena

la que te echó tu cochina!

la cosa se puso buena,

lo dijo en tono burlón,

no se de que te sirvió

que ella durmiera escondida,

¡anda y ve lo que parió!

o, ¿quieres que te lo diga?

¡tu bicha parió un lechón

y once huevos de gallina!

Autor: Luis Graff Rojas.

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