Con el rabillo del ojo me parece verlo, volteo, no está.

Ya me ha pasado muchas veces.

Quiero dormir, sus latidos no me lo permiten. Despierto a cada rato con sus gritos.

No fue a propósito, no sé quién era. Yo había tomado, y él se cruzó frente a mí camioneta.

No quiero verme al espejo, está esperando el momento para aparecer tras mi reflejo.

¿Tendría a alguien esperándolo? En el noticiero no aparece ni muerto, ni desaparecido.

¿Y si está vivo? Me tapo los oídos con las manos. Basta de gritos, basta de latidos. ¡Basta!

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