Return to inocence

El día aquel en que Ángela y Damián se vieron por primera vez , fue un caluroso día de la primavera de 1987; Realmente este acontecimiento, fue un encuentro fortuito que se dio en casa de doña Josefina, la cual era una viejecita que vivía en compañía de su esposo, llamado Félix, la primera era una de esas señoras de temperamento colérico, la paciencia, no era una de sus virtudes más notables y menos frente a aquellas situaciones en donde ella misma se sentía en desventaja; Por otro lado, su esposo, era un agradable anciano bondadoso y muy noble de corazón; En broma o quizás enserio, Don Félix contaba que en el pueblo natal de ellos, donde se conocieron y posteriormente se casaron, se decía que para desposar a Josefina un muchacho debería ser “muy hombre o muy pendejo”…El mismo confesaba que realmente no estaba tan seguro de saber cuál de los dos era él, pese a los grandes contrastes en sus temperamentos el viejecito argumentaba que a su querida Josefina solo tenía que encontrársele el lado, pero hay de aquel que por mala suerte o a propósito se metía con sus plantas, con sus gallinas o con los pajaritos que tenía enjaulados, incluyendo a un viejo perico, que la verdad por más que ella se empeñaba en decir que era muy hablador , la desplumada ave verde solo se limitaba a hacer ruidos y gritos escandalosos mañana tras mañana.

Todos los miércoles de cada semana un reducido, pero dinámico grupo de señoras ya entradas a la tercera edad, se reunían en un círculo de lectura bíblica, es a una de estas reuniones donde las respectivas abuelas de Angela y Damián acudieran y con ello los sucesos posteriores, escribirían la presente historia:

Entre otras cosas, además de presumir las bondades y virtudes de sus hijos, las entusiastas abuelas, también hablaban de sus yernos y nueras, hacían comparaciones de los nietos, se quejaban de los fastidiosos achaques de sus maridos, aclaraban y se ponían al día en uno que otro chisme de barrio y claro, destinaban un tiempo para darle lectura a algunos versículos bíblicos.

Doña Licha, una maestra jubilada tardíamente, siempre estaba activa pese a su edad avanzada, le gustaba levantarse muy temprano y caminar a diario, se iba a la Casa de la Cultura y daba algunas vueltas al perímetro del terreno ocupado por la famosa casa de ladrillo, de regreso, acostumbraba llegar a alguna tienda de abarrotes para comprar aquello que le hiciera falta para la comida del día ; Como era muy conocida, no faltaba quien le ofreciera un aventón, a lo que ella siempre se negaba, pues realmente disfrutaba de la caminata matutina; Desde luego que algunas personas de la comunidad, que años atrás habían sido sus alumnos insistían mucho en darle raite, así que algunas veces, terminaba por aceptar. La maestra era viuda, su esposo había fallecido apenas hace cinco años atrás en un accidente automovilístico, también había sido profesor y este era recordado por muchas personas, porque en sus buenos tiempos y hasta sus últimos días antes de su muerte se había caracterizado por ser una persona muy gentil y caritativa, siempre dispuesto a ayudar o a participar en aquellas actividades civiles que le permitieran beneficiar a las familias más necesitadas de su comunidad. La maestra Licha al encontrarse sola se jubiló ya muy tarde, de alguna forma tenía necesidad de sentirse útil y saberse como persona productiva, posiblemente esta manera de pensar la llevó a la conclusión, de que asistir aquella tarde a la reunión del grupo bíblico sería una buena opción, pues podría seguir practicando la lectura y tener la oportunidad de ejercer liderazgo como lo hacía en la primaria Benito Juárez donde había trabajado como directora por muchos años. Damián era su único nieto, a su vez, este, era también hijo único del hijo menor de la Maestra, quien era un Doctor joven recién contratado por el IMSS local, por otro lado la joven y atractiva esposa de este, también trabajaba en el área médica pero como enfermera, en el hospital particular de más prestigio en la ciudad: ”la clínica de los Pérez Guerra, el hecho de que este matrimonio fuera joven y profesionista daba pie a una situación difícil para Damián, pues sus padres siempre estaban ocupados y dedicados 110% al trabajo; El estrés mismo de la profesión, la carga de trabajo y el sueño acumulado por doblar turnos, hacían mínimo el tiempo que compartían con este niño que para entonces tenía 12 años. La maestra licha al ver que su único nieto sufría una cierta soledad por la ausencia involuntaria de sus padres, decidió tomar cartas en el asunto, pues aun y cuando económicamente eran solventes, Damián parecía ser un niño que disfrutaba su niñez bastante poco, además estaba entrando ya a los 13 años y los cambios de niñez a adolescencia estaban por llegar.

Esa tarde, rumbo al destino…

La maestra y su nieto, caminaban por una de las calles de esa colonia, ubicada unas cuadras al sur de la vía férrea de la ciudad, tanto ella como él se esforzaban por quedar resguardados del sol bajo una sombrilla. -Damián- Dijo la maestra mientras iban camino a casa de doña Josefina. – Necesito que te portes bien y seas paciente, no estaremos más que una hora u hora y media creo yo. – – ¿Hay niños? -preguntó Damián…- ¡No me interrumpas! espetó la maestra. -No lo sé , la señora de la casa tiene nietos, más no sabría decirte si están allí con ella, en cualquier caso , si decides jugar o charlar con ellos quiero que te portes bien y no seas grosero, ni vayas a pelear y mucho menos se te ocurra participar en alguna travesura, los nietos de la señora son tremendos, pero ellos son los de casa , no quiero que hagas algún destrozo, ¿queda claro? y sobre todo no me estés presionando para salirnos de la reunión…

-Si abuela – contestó algo resignado Damián. -¿A qué vas a esa reunión tita?- pregunto el chico, -¡Mmmm!, es un grupo de lectura bíblica – contestó la maestra, -Se lee la biblia y se habla un poco de Dios; Creo que ya estás en edad de que empieces a conocer bien sobre la religión que se practica en casa, tus papás no se han dado el tiempo de llevarte al catecismo y eso no es bueno , no sé hasta cuándo piensan que vayas a hacer tu primera comunión… -¿Tengo que? – preguntó Damián algo confuso. – ¡Claro!, es tu deber como cristiano católico, pero eso parece que lo olvidan tus papás. Habían cruzado un par de calles empolvadas, típicas de esos barrios humildes de la ciudad y después de unos minutos llegaron a casa de doña Josefina …

Buenas tardes – Alzó la voz la maestra, dudó por unos momentos y volvió a decir, pero con voz aún más alta. – ¡Doña Josefinaaaaa! -, – ¡Qué bueno que siempre si vino!, Dijo una voz. – ¿y esa criatura? – preguntó de nuevo la voz, que hasta ese momento la maestra desconocía de dónde provenía. -Acá estoy abajo maestra, dentro del gallinero,- Dijo doña Josefina, el gallinero, era un tecorucho armado de maya y pequeñas tablas viejas que estaba contiguo al portón del solar donde vivía doña josefina, -Voy , voy- ,dijo la viejita, -solo déjeme sacar esta diable de gallina, va creer usted que desde la mañana está cante y cante y antes de que lo haga de nuevo mejor le mocho el pescuezo- Mientras decía eso iba saliendo del gallinero en posición de gato , con la gallina pescada de las patas y la gallina aleteando levantando una polvareda; Al salir con el animal en mano, Damián quedo algo impresionado. – ¿La van a matar? – preguntó Damián con sorpresa. A lo que la viejita respondió: – Sí, no les digo que desde la mañana está cante y cante,- La maestra y Damián voltearon a verse, como preguntándose si algo se les había escapado o quizás la viejita no se había explicado bien, por su parte ella al ver esa expresión de que no comprendían dijo: -Si canta una gallina, ¡es de mala suerte!, ¡anuncia desgracia!, así que mejor la cocino- Damián frunció el ceño y volvió a ver a su abuela, la maestra solo se limitó a bromear : -¡Ah bueno, nos invita al caldo!- – ¡Sí! , no faltaría más, ya tengo el agua hirviendo. Contestó doña Josefina y continuo: -Pero pásele, déjeme amarrar esta mendiga gallina, ahorita mi viejo le da en su madre, ¡oiga! y que bueno que vino, pásele, pásele, ¿este es su nieto verdad?

-Sí, es que mi hijo y mi nuera están trabajando y llegarán tarde hoy, ya solo pasan por él en la noche y se lo llevan a casa – Contestó la maestra.

-Ándele, llegó temprano, pero ya no tardan las muchachas, pásele… Continúo caminando la viejita sujetando con ambas manos a la gallina que aún no dejaba de aletear y cacarear, como si esta estuviera tratando de defenderse o como si estuviera echándole la culpa a otra gallina del canto que provocó su captura. La maestra y su nieto entraron a una humilde casa de madera, que pese a su simplicidad estaba muy bien ordenada y aseada, en la primer habitación donde se iba a llevar a cabo la reunión, había un par de asientos, cada uno de diferente diseño, uno era grande de imitación piel de color café y el otro de medida menor, era color beige de una tela aterciopelada, se encontraba también en esa habitación una mesita de madera que servía para colocar una tele o quizás un radio inexistentes en esa casa, algunos cuadros con fotografías familiares colgaban de las viejas paredes, otros cuadros con imágenes religiosas ya muy desgastadas, había también un ropero café oscuro, que con sus pequeñas patitas presumía los años que llevaba aguardando ropa y otros triques; Con los asientos y otras tres o cuatro sillas de diferente tamaño, doña Josefina había improvisado un pequeño círculo para que el resto de las invitadas se pudieran sentar a comadrear a gusto y claro está , a leer la biblia…En el umbral de la puerta que conectaba a otra habitación apareció doña Josefina con un platón de galletas y una pequeña jarra con agua fresca de limón y vasos de peltre. -Aquí le traje unas galletitas y agüita fresca mientas llega “Tachita”, ella es quien trae la plática preparada. – Comento la anfitriona – Sí, muchas gracias doña Josefina- ¿Esta Ud. sola? – Cuestionó la maestra. – ¡Si! – Afirmo ella. -Mi viejo fue con mi nieto aquí a la escuela de la esquina, es que lo acaban de meter allí y no conoce aún a los niños ni a los maestros, pos no va a creer que mija le compró un juego de colores muy bonitos , americanos y el muy bruto los olvidó en el salón, yo le dije que seguramente se los robaron, pero de todos modos fue a ver si le daban permiso de buscarlos en el salón segurito que va a venir con la cola entre las patas, a ver cómo le hace para decirle a mija que perdió eso… -¡Ah! pues ojala los encuentre- Comentó la maestra…

-Ándele una galletita, dele al niño, comentó la anfitriona. ! ¡Como se parece a su nuera eh! – El comentario dese luego, no fue del agrado de la maestra por lo cual solo se limitó a contestar afirmativamente con la cabeza…Se escucharon algunos murmullos y aparecieron por la entrada dos señoras de avanzada edad. – ¡Buenas, buenas! – dijo una, – Ya llegamos- dijo la otra-… La que saludo y entró primero era Toñita ¨La Tibia¨ cómo secretamente algunas la conocían, aunque ya ella misma tenía idea que así le hacían llamar y todo debido a su poca efusividad en pláticas cotidianas, siempre en cualquier chisme de barrio o plática con alguna vecina, por muy interesante que esta fuera solo se concretaba a contestar: -Pues sí, pues no, ándele, fíjese, no, yo no sé…De hecho no estaba del todo claro cómo es que había aceptado a participar en el circulo bíblico, el caso es que allí estaba; La señora que llego junto a ¨La Tibia¨ era doña Manuela González, una señora de complexión tosca y gestos rudos, ademanes exagerados, una voz rasposa e intimidante y por si fuera poco una habilidad para hablar y hablar de más, nadie sabía cómo ella y ¨La Tibia¨ entablaban tanta conversación, pues a las reuniones de cada miércoles llegaban juntas y se iban igual.

Llegaron y tomaron asiento después de saludar de beso a la maestra y a doña Josefina, muy sutilmente, Damián observó con asombro como doña Manuela, venia con unas pequeñas líneas de sudor que caían desde sus cienes hasta el cuello, y como alguna porción de esas gotas quizás habían desaparecido al momento de saludar de beso a su abuela y a doña Josefina…El chico, se limitó a no hacer ningún gesto, ni siquiera miró a los ojos a su abuela, que para ese momento, ella ya estaba tomando una servilleta para limpiar despistadamente el sudor que había dejado ese saludo tan efusivo…Dos o tres minutos después llego doña Jovita que vivía en contra esquina de doña Josefina y como era costumbre lo primero que hizo al llegar fue empezar a degustar las pequeñas galletitas del platón…-¡Hay! mis hijos no quieren que coma nada de esto – dijo doña Jovita, con una galleta en la boca y ya con otra entre los dedos -Pero no saben que mi amiguita me consiente, ¿verdad finita?- Ándale- contestó doña Josefina, que se den cuenta que aquí vienes y te atascas de azúcar a ver cómo nos va- Todas soltaron la carcajada a excepción de “La Tibia” que solo se concretó a hacer una mueca; Damián en algún momento pensó que si no agarraba galletas , esa mujer gordita se las iba a acabar…

– ¡Tan, tan, tan! – dijo una voz desde afuera de la casa, – ¡Pásele Chelita!, ya merito comenzamos – contesto doña Josefina que se acercaba al umbral de la puerta para recibir a la recién llegada, ella era quizás la más joven del grupo de lectura bíblica y era una señora de esas que irónicamente dice uno, ¡está en todo, menos en misa…! Mítines políticos de todos los partidos, tesorera de la sociedad de padres de familia de la escuela, jefa de manzana, representante de colonia, vendía Fuller y Avon además de organizar tandas de dinero y al parecer en todas sus múltiples actividades era muy eficiente y muy solicitada, en este grupo bíblico no era la excepción, además, aquí tenía oportunidad de enterarse de chismes de barrio que a fin de cuentas era con lo que vivía a diario.

No habían pasado ni cinco minutos de la llegada de “Chelita” cuando se dejó escuchar un pequeño grito evocando el nombre de la anfitriona de la casa. – ¡Doña Finaaaaaa!!!

Chelita, quien era la más cercana al umbral de la puerta de la casa se asomó y dijo: – ¡Ah, es doña Ana! ¡Pásele Anita!, acá estamos. Doña Manuela, con su voz gruesa intentó hablar lo más despacio posible para preguntar: – ¿Quien dice que llegó?

-L a esposa del marranero- contesto nuevamente “Chelita”.

-Ah, vaya, ¿Que no le dicen Tachita?,- Insistió la señora de la voz gruesa. –¡¡¡Se llamará Anastasia!!!

Mientras esta discusión se daba y la recién llegada avanzaba hacia el interior de la casa, Damián, que ya estaba aburrido, viendo como el resto de las ancianas devoraban las galletas, se puso a hacer cuentas y mental mente pensaba: *Toñita, Chelita, Jovita, Tachita, Finita y seguramente mi abuela es Lichita…* Sus pensamientos y cuentas matemáticas fueron interrumpidas por el golpeteo en la pared que iba haciendo don Félix, esposo de la dueña de la casa. Todas las mujeres que estaban ya recibiendo a la señora Ana, también se espantaron, pues como la casa era de madera, los golpes se escucharon muy fuerte. -Disculpen, es mi viejo- Dijo doña fina. – Ya regresó, había llevado a mi nieto aquí a la escuela, por algo que olvidó.

-Es el hijo mayor de mija lucia- Continuó doña Fina. -Aquí estarán conmigo él y su hermanita, unos días mientras mija y su esposo venden su casa de Monterrey, gracias a Dios ya se van a venir a vivir acá de nuevo, mientras les preste la casita que de vez en cuando rento, pobre mija, la necesitaba, así que eche a los renteros fuera, a fin y al cabo tardaban mucho en darme lo de la renta. – ¡Qué bueno! – contestaron algunas de las señoras y otras solo se limitaron a imitar a Toña “La Tibia “que solo movía la cabeza en forma afirmativa, la cabeza.

Se escuchó el ruido de una puerta al abrirse y enseguida dijo la viejita: -Santi, ¿eres tu hijo? ¡Ven Papá por favor! – A la habitación se acercó Santiago o Santi, como se le decía en casa, un delgado jovencito no mayor de 12 años. – ¡Mande güela! – ¡Saluda niño! – Le reclamo doña Josefina.

-Buenas tardes- dijo el joven. A lo que las ancianas del circulo bíblico contestaron al unísono: – ¡Buenas tardes! –

-Mira, llévate al niño, para que no se aburra, ahí entreténganse, ¡nomás no me jodan las matas! – Dijo la abuela de Santi. A lo que este, solo le hizo un ademán a Damián para que lo siguiera. Por su parte, Damián solo miró a su abuela, la maestra y le dijo: -Estaré afuera con el-

Una vez afuera los dos chamacos, las entusiastas señoras iniciaron su reunión semanal con una oración.

– ¿En qué año estas? – preguntó Santi sin pensarlo mucho.

– ¿En sexto y tú? – contestó Damián.

-Igual, yo- Replicó Santiago. – También en sexto, acabo de llegar, yo vivía en Monterrey, pero nos vinimos a vivir acá, estoy en la escuela de la otra cuadra.

-Ah, sí, ahí trabaja un amigo de mi abuela, el profe “Cinco”, ¿lo conoces?

-No, no te digo que acabo de llegar, no conozco a muchos maestros solo al que me da clases,

– ¿Así se llama? ¿Cinco? pregunto extrañado Santi.

-No, así le dicen: Cinco…Sin co -pe-te…” Cinco” esta peloncito- Informó Damián.

-Ahh!! Creo que si lo he visto.

Mientras la plática giraba en torno a las escuelas en que cada uno de ellos asistía, el nieto de do
a Josefina dirigió a Damián hacia la parte trasera de la casa, precisamente, fueron a dar a la única construcción de concreto que ahí había, el baño, que unos años antes los hijos de la viejita, habían construido, el resto de la casa era de madera.

– ¿Nos subimos al techo? Preguntó Santi a su ahora nuevo amigo. –

– ¿No te regañan? Preguntó este, un tanto preocupado.

-Nombre, no hay bronca, mi abuelo ya se fue al billar y las abuelas están en el rezo, no saldrán en mucho rato, ¡órale! de allá arriba se ve con ganas, yo casi todas las tardes me subo, me llevo fritos jugos o dulces y allá me la paso.

-Bueno, contesto Damián, más convencido.

Al subir al pequeño techo de concreto, el cual era un espacio de 6×4 metros, Damián comprobó que su anfitrión no mentía, allá arriba, había un pequeño y raído pedazo de alfombra, que Santi lo usaba para recostarse, o sentarse quizás, había además un cajón de madera de esos que en la central de abasto sirven para contener algunas frutas, dentro de este estaba un bote grande de hojalata que anteriormente había contenido unas deliciosas palomitas multisabores, cuando estas fueron devoradas por los nietos de doña Josefina, el bote fue capturado para usarlo en el refugio en donde Damián y Santi estaban ahora, en el bote se aguardaban unos binoculares semiprofesionales, un bote de Nescafé lleno de bolitas de lila, también había una bolsita de globos ya medio vacía, un tira bolas ya armado, algunas envolturas de fritos y galletas, un mini radio portátil de baterías, había además, una versión en comic de “ Drácula” la novela de Bram Stocker y un libro llamado Diarios de Motocicleta de Ernesto Guevara; Al ver los libros Damián interrogó a Santiago acerca de sus gustos literarios y se dio cuenta que ambos compartían el gusto por leer.

El pequeño refugio de Santi, parecía muy confortable y prometía que ahí se pasaban ratos agradables por las tardes después de una mañana de escuela; Lo que terminaba de adornar el escondite, era la sombra de un pinabete que estaba situado justamente a lado del baño y que sus ramas oscurecían parcialmente la superficie del techo del baño, según Santi era su lugar favorito, ni sus primos sabían que él contaba con ese escondite.

– ¿Tienes hermanos? – Preguntó Damián a Santi.

-Si- Contestó. -Tengo una hermanita, pero ella esta dormida allá adentro, yo voy a vivir en aquella casa azul, con mis papás- El chico, apuntó en dirección hacia el fondo contrario del terreno donde se encontraban ellos.

Ahí en el mismo terreno donde estaba la casa de doña josefina, había una casa más de madera la cual estaba ocupada por algunos muebles que habían comprado recientemente los papás de Santi; Regularmente este inmueble era ocupado por personas que pagaban mensualmente una renta a la abuela de este, Pero a principios de ese año, una de las hijas de doña Josefina debió necesitar un lugar donde vivir después del inesperado cambio de residencia…Santiago y familia, vivían, en Monterrey Nuevo León, todo iba muy bien hasta que el papa de Santi fue despedido de su empleo, Don Ignacio trabajaba para una casa editorial en la que se trabajaba con autores locales también era el cofundador de una revista mensual que circulaba por el ambiente empresarial de aquella región, el despido injusto y repentino de la casa editorial había ocasionado al yerno de Josefina un estrés tan severo que dio como resultado una parálisis corporal que le imposibilitó para continuar con el manejo de la revista. A pesar de todo ello el padre de Santiago se recuperaba poco a poco, pero desde luego había dejado secuelas terribles, en su diario vivir, sobre todo en el estado de ánimo, pues el nunca imaginó que después de varios años de dedicación y empeño para que la revista llegara a tener gran aceptación y generara ganancias, así como lograr que la casa editorial tuviera clientes, lo hicieran a un lado así nada más porque sí. Esta situación no dio para más y decidieron dejar atrás la ciudad metropolita neolonesa para cambiarla por la ciudad polvorienta de Rio Bravo Tamaulipas.

-Hay veces que vienen mis primos, pero hoy no sé, quizás no- Argumentó despreocupado Santiago

-Te gusta el fútbol- Pregunto Damián.

Dudando un poco su respuesta Santi dijo que no… Él sabía de antemano que esa respuesta lo metía en situaciones complejas o lo excluía de muchas charlas con los chicos de su edad, el futbol es quizás el deporte más popular para los chicos de su camada, ¿Cómo no gustarle? ¿cómo no querer ser como Pablo Larios, el portero del Cruz Azul de ese entonces? o mejor aún, porque no querer ser como el famoso Maradona de la selección de Argentina que unos meses atrás había saltado a la fama en el mundial de México 86, o porque no pretender realizar una chilena como Hugo Sánchez. Pero en fin para Santiago, ese deporte carecía de sentido e interés.

– ¡Chócala amigo! Dijo con entusiasmo Damián, al escuchar la respuesta negativa de su interlocutor.

-A mí tampoco, – Afirmó Damián. -Si lo juego, porque en mi salón todos lo hacen, pero de gustarme no me gusta mucho, preferiría talvez el voleibol, pero en mi escuela lo juegan más las niñas, hay muchas veces que…

– ¡Mira! – Interrumpió abruptamente Santi, a lo que Damián estaba a punto de contarle.

-Esa niña, la conozco, la vi en la escuela ayer, pero no se en que grado esté, quizás no esté en la escuela y la van a meter.

Al otro lado de la calle, se aproximaba la señora Herlinda y su nieta. Doña Herlinda, una señora de 65 años de cuerpo ancho y de estatura baja, había acordado con Tere, su hija , de cuidar de su nieta por las tardes, por su parte Tere era una chica de 28 años que trabajaba como recepcionista en el laboratorio clínico del Dr. Rosas, era un puesto que había adquirido gracias a sus estudios, en una escuela preparatoria local , por desgracia, al truncarse su vida académica por salir embarazada, no tuvo opción de aspirar a un empleo mejor y continuó trabajando ahí mismo percibiendo un salario que aunque mínimo, le fue suficiente para seguir adelante después de que se dio cuenta que el Papá de la criatura que esperaba no le respondería, la condición de madre soltera, le costó la murmuración y la crítica de muchos vecinos y parientes, esto debido en primer lugar a que se inició como Mamá prematuramente y en segundo, porque fue una víctima más de un tipejo que ya tenía antecedentes de haber dejado a otras dos chicas preñadas; Pero en fin, los errores procedentes de la inocencia e inmadurez de Tere se vieron compensados con la llegada de Angela, la cual, para esa primavera del 87 era una niña de 10 años, pese a su muy corta edad su cuerpo se estaba desarrollando rápidamente, ya se podía augurar que algunos años después sería una jovencita bella y de muy buen ver…Su piel era blanca, sus ojos grandes y muy expresivos coronados con unas cejas tupidas y muy delineadas, su pelo largo, lacio y muy negro hacia un llamativo contraste con su color de piel, la boca, premiada con unos labios bien formados y gruesos y para rematar una que otra minúscula peca que adornaban su rostro infantil, la prontitud con la que se desarrollaba su cuerpo, marcaban en la niña una diferencia ante el resto de las niñas de su edad del barrio donde vivía; Pero quizás el detalle más significativo, el que más acentuaba lo peculiar que era, es que ella padecía de Hipoacusia Severa es decir sordomudez parcial, condición física que la acompañaba desde su nacimiento, eso era suficiente para ser merecedora de comentarios lastimeros de parte de las vecinas del barrio, claro está que muchas de las vecinas que hacían esos comentarios lo hacían más por morbo que por compasión hacia la pequeña Angela, siempre después de un comentario lastimero iban las preguntas en torno al paradero del padre irresponsable de esta -¨Pobrecita niña, tan bonita que es y la mala suerte que tiene¨ Decían unas. -¨Tan ingrato su padre, como no viene a verla¨ Decían otras; con todo ello a doña Herlinda le encantaba recibir y escuchar adulaciones que de alguna forma le auguraban su pase directo al cielo por cuidar de aquella criatura.

Es entonces que Angela necesitó siempre de los cuidados de su abuela mientras su mamá trabajaba, Angela, no asistía con frecuencia a la escuela y no porque le desagradara si no porque la atención académica que ella necesitaba no estaba disponible en su ciudad, asistía de vez en cuando a una escuela de educación especial local, ahí un profesor especializado en esos casos le había atendido durante sus primeros años y escasamente con sus limitaciones había enseñado a la niña un lenguaje de señas, mismo que a su vez fue aprendido poro Tere, su mama y eso facilitaba la comunicación entre madre e hija. Para mala suerte de Angela el profesor tuvo una oportunidad de empleo mejor y decidió irse de la ciudad y con ello limito a Angela de seguir aprendiendo, su nueva maestra no fue tan eficiente y dedicada, por tal razón la familia de Angela pensó en que lo mejor sería matricular a la niña en una escuela pública de su comunidad, la otra opción era trasladarse a una ciudad vecina, es decir a Reynosa Tamaulipas, pero eso acarreaba muchos gastos…Gastos que su familia no podía solventar; Teresa e incluso su abuela habían intentado tiempo atrás en varias escuelas primarias de la ciudad, con el fin de que no perdiera la oportunidad de educarse o instruirse, pero algunos directivos no mostraban mucho interés en ayudar y otros maestros de grupo se declaraban incompetentes para trasmitirle conocimientos a Angela.

El brilloso pelo de Angela acentuaba más su rostro de test blanca que ahora al caminar bajo el sol, lucía en partes medio enrojecido, su figura en pleno desenvolvimiento se notaba través de …(descripción de vestimenta ochentera ), a cada paso sus facciones eran más visibles, a medida que cruzaba la calle en dirección a la acera cercana de donde estaban Damián y Santiago, el tiempo parecía detenerse, Damián miró a detalle lo bonita que era Angela, con cada segundo que Angela avanzaba agarrada de la mano de su abuela, Damián sentía como el tiempo se iba haciendo más espeso como se iba deteniendo, en ese momento no existía nadie más que él y esa muchachita que cruzaba la calle, la empezó a seguir con la mirada, llegó un momento en el cual Angela y su abuela pasaron por debajo del lugar donde los dos chamacos se encontraban arriba del techo, a la sombra del pinabete. Como si algo mágico hubiera ocurrido, como si un instinto o un super desarrollado sentido se hubiese activado, Angela desvió la mirada hacia arriba, en dirección a donde Santiago estaba tratando de quitarle el hechizo momentáneo al otro puberto que estaba agarrado de una rama del árbol.

– ¡Ejele! ¡te hablo! Dijo Santi, tronando los dedos enfrente del rostro de Damián.

– ¿Me escuchaste? -Pregunto Santiago.

– ¿Cómo? – Respondió el chico, regresando de su ensoñación. – ¡no te entendí!

– ¡ja ja ja ja! – Carcajeó un poco Santi – ¿No me entendiste? – Ni si quiera me escuchabas, te fuiste unos segundos, pensé que te había dado la garrotera del chavo. – jajajaj- Ambos chicos rieron.

Damián caminó un poco hacia el borde del techo y pudo seguir los pasos de la chiquilla que segundos antes había pasado por ahí, se pudo percatar de que ella y su acompañante estaban en el portal de la casa de de doña Josefina, es decir, también estaban ahí por la reunión del grupo de lectura bíblica.

Santi, siguió unos pasos a su amigo y llegó al borde del techo también, tratando de ver que era aquello que Damián trataba de observar.

– ¡Ahhh! – ¡Ya te caché! Dijo muy entusiasmado Santi. -Yo creo vienen a la reunión- continuo, afirmando lo que Damián ya imaginaba y con lo cual estaba experimentando una emoción enorme, aun sin saber por qué.

-Eso parece- Contesto Damián. -Vamos a avisarle a tu abuela- propuso muy seguro Damián.

¡Mmmm! – segurito ya se dieron cuenta allá adentro, pero vamos a bajar, necesito orinar.

¡Si, está bien, sirve que voy y le pido algo a mi abuela! Respondió Damián, no muy convencido de que su argumento fuese creído por su amigo. Ambos chamacos empezaron a descender por la escalera de tablas viejas y porosas que tiempo antes habían utilizado para subir al techo.

En el extremo inferior, apunto de subir, se encontraba una niñita regordeta, con cara redonda, de gestos pícaros y test aperlado.

– ¡Quítate Lucy!, vamos a bajar- Dijo Santi a la niña que obstaculizaba la bajada.

– ¡Quiero subir! – Contesto la chiquilla de 5 años.

– ¡Claro que no! -, – ¡tú no puedes subir te puedes caer! – Dijo con seguridad Santi.

– ¿Y porque tu sí? – Espeto la muchachita, que ya se había apartado del camino, dejando que Santi y Damián bajaran al fin. – ¡Mi abuelito te ha dicho que no te subas, y como quiera te subes! Reclamo Lucy.

– ¡Hay de veras! – Refunfuñó Santiago ya más irritado. ¡Quítate!, voy al baño. Santi pasó a lado de la niña preguntona y se dirigió al baño.

Lucy, al no tener otra opción, miro a Damián el cual tenía el ceño fruncido, debido a la extrañeza de la escena que acababa de presenciar…Damián, no estaba muy familiarizado con eso, el no tener hermanos le exentaba de esas complicadas alegatas fraternales.

– ¿Me ayudas? – Preguntó Lucy a Damián. -Perdón, ¿Cómo? – contestó este despistado. La chiquilla, con un gesto gracioso hecho por las cejas y apuntando con su dedo índice le repitió la pregunta. – ¿Qué si me ayudas a subir?

¡No! Grito una voz. Era Santiago que estaba escuchando por la ventanilla del baño; Damián se limitó a sonreír nerviosamente.

– ¡Lucy! – dijo Santi saliendo del baño. ¡Vete ya!, ¡vete a la casa y mira caricaturas! –

¡No me gustan las de esta hora! Contestó rezongona la pequeña Lucy. ¡Entonces vete a jugar con tus muñecas! Dijo encrespado Santi. Agitando las manillas, Lucy reclamó: – ¡Pues devuélveme la Barbie!

Santi, se sobresaltó tanto, que abrió los ojos lo más que pudo y dijo: ¡Yo no la tengo Lucy, estas ¡loca! Ya vete a jugar- Ordenó por último Santiago.

Damián por su parte, apretaba los labios para no soltar una carcajada.

– ¡Ya vete, o iré a decir a mi abuela que estas aquí con nosotros!, es más vete, y cómete el gansito que está en el refrigerador de la casa, ¡Te lo regalo!

– ¡Le diré a mi abuela que estabas arriba del techo! – Dijo la niña mientras se alejaba manoteando.

– ¡Si, si, si! ¡ya, adiós! Contestó despóticamente Santiago. Se fue la chiquilla al interior de la casa, entrando por una puerta que daba a la cocina y que era el lugar más cercano al baño de ladrillo en donde se habían quedado Damián y Santiago, ahora descansando de la tremenda Lucy.

El momento parecía tornarse incómodo para Santi. Este volteo a ver a Damián, el cual tenía una sonrisa de burla en su rostro.

– ¿Juegas con Barbies? Soltó la pregunta sin pensárselo mucho.

– ¡Nooo! Contestó de inmediato Santiago. – Si la tengo yo, es porque se la quité el otro día que no quería ayudarme a recoger una basura, le dije que se la aventaría al baño de pozo si no me ayudaba.

¡No es cierto niño! Dijo una vocecilla desde una ventana que había en la cocina y estaba a espaldas de ellos, continuó: – ¡La usa para que sea la novia de He -Man!

– ¿Juegas con He-Man? Pregunto nuevamente Damián.

– ¡No, solo los colecciono! Respondió ruborizado Santi, quien estaba a punto de ir a la cocina a darle un estirón de mechas a su hermana.

¡Si juegas, se los pides a santa!

– ¿Aun encargas juguetes a santa? Hizo una tercera pregunta Damián.

– ¡Yaaa!! Gritó perdiendo el control Santi. – ¡Vente, vámonos para enfrente! – Le dijo Santi a Damián. Por su parte, este intentaba no dejar salir una carcajada que estaba por reventarle las mejillas, para no hacer sentir mal a Santiago, solo exhaló y volvió a respirar profundo mientras acompañaba a su amigo al frente de la casa.

*Se la voy a tirar al cagadero* pensó Santi y continuó hablando en su interior:

*No me importa que chille, se la voy a tirar, ¡para que su pelo güero quede lleno de caca!

Mientras sus pensamientos perversos y vengativos hacia Lucy continuaban en su cabeza iban llegando al otro lado de la casa. Alguien les llamó:

– ¡Damián! ¡mijo! ¡Vengan, acá, El par de chicos voltearon y vieron que por la ventana de la habitación donde las viejitas estaban en su reunión, ¡estaba doña Licha, la abuelita de Damián.

¡Pásate mijo! ¡Dile al niño que te ayude a sacar las sillas! Suplicó la abuela de Damián. Los chicos, así lo hicieron, se dirigieron al interior de la casa. Damián al estar dentro de la habitación en medio de las lectoras de la biblia, tomó una silla y con la mirada recorrió el espacio, buscando a Angela, pero no logró verla, salió y dejó una silla en el porche y al regresar a tomar otra silla, miro a la señora Herlinda, sabía quién era, pero aun así no veía a la niña que se supone había llegado con ella.

Santiago, aun continuaba serio, pensando quizás en la infeliz suerte de la muñeca de su hermana, se imaginaba a la espectacular Barbie hundirse en un mar de excremento.

Mientras las señoras del circulo bíblico se iban acomodando cada una en las sillas que iban sacando los chicos, apareció Lucy y de la mano venia Angela.

Damián, con una silla en las manos apunto de acomodarla solo se concretó a verla.

Angela levantó la cabeza y dirigió la mirada a Damián, lo miro fijo a los ojos…Ahí cambio todo; El mundo de silencio de Angela ahora parecía tener solo un habitante más aparte de ella, Ese chico que sostenía la silla…El resto de las personas habían desaparecido. Ni Lucy que seguía hablando, Ni la señora Herlinda, su abuela y el resto de las del grupo, ni Santi, que estaba hablándole a Damián, desde luego advirtiendo que su amigo nuevamente había entrado en adormilamiento.

En ese momento, eran solo ella, ANGELA y solo el DAMIAN.

El alboroto en el estómago de ambos niños solo lo sintieron ellos mismos, la mirada y la tímida sonrisa de la una, con la torpe sonrisa del otro, serian el inicio de lo que después sucedería.

– ¡Ándale chamaco! – Dijo la maestra Licha, Interrumpió el adormilamiento de su nieto. -! válgame!,

¡estas dormido! Insistió ella quitándole la silla que el chico tenía aun en sus manos.

Damián regreso de su aparente estado de hipnosis y haciéndose a un lado, para que pasaran las niñas, salió de en medio de las señoras que ya estaban sentadas, no sin antes recibir los agradecimientos de estas, por el favor de sacar y acomodar las sillas. Angela avanzó hacia adentro de la casa, aun iba tomada de la mano de la pequeña Lucy, Santi por su parte estaba con un pequeño gesto de burla en su rostro y recargado en el gallinero aquel de donde habían sacado horas antes a la gallina cantora y que pronto se comerían en caldo o en tamales.

Damián buscó a su amigo con la mirada y al verlo le sonrió como reconociendo cabalmente que Santiago una vez más insistiría en que le había dado la “garrotera del chavo” …Se dirigió hacia el gallinero también y Santi lo recibió con una afirmación: – ¡Lo volviste a hacer! – Te quedaste dormido, tendré que aventarte agua en la cara como “al chavo”. Ambos niños soltaron una leve carcajada.

-Te gustó la niña verdad? – soltó Santi.

– ¿Apoco no está bonita? Preguntó Damián a manera de respuesta. -Si, si lo está, yo ya la había visto en la escuela, pero no es alumna, a lo mejor quieren meterla ahí en la escuela donde estoy, a mí me gusta una niña de mi escuela, pero no se ni como se llama.

– ¿Y porque no le preguntas? – Cuestiono Damián. – No le hablo – dijo Santi. De hecho, casi no le hablo a nadie, acuérdate que soy nuevo en la escuela, además la niña esa no está en mi grupo y si no le hablo aun a los de mi grupo, menos a los de otro grupo, pero también está bien bonita.

– ¡Oh! Si es verdad- Exclamo Damián. -Eres nuevo, pero… ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?

Santiago contestó: – Viviendo, tengo más de un mes, pero no me habían metido a la escuela porque aún no traían mis papeles de Monterrey, pero pues ya tengo 15 días en la escuela, ya inscrito.

– ¿Por qué se vinieron de allá? -A mi Papá le ofrecieron un buen trabajo, algo mejor que allá-, Mintió, él sabía que estaban pasando por un momento difícil, pero insistió: -Papá va a comprar aquella casa- Señaló una casa de concreto que se divisaba en la otra cuadra en un terreno amplio y muy limpio.

– ¿Cuánto dinero traes? – Preguntó Santiago, tratando de desviar el tema.

-Ni un peso- Contestó tristemente Damián, mientras le mostraba los bolsillos vacíos de su pantalón.

-Pídele a tu abuela – Sugirió Santiago. Para comprarle algo al viejito.

Por la calle, empujando un carretón de dos ruedas grandes, iba un anciano, en el carretón traía varias vitrinas armadas con madera y vidrio, en ellas traía bloques de hielo con los cuales mantenía frescas las frutas que vendía, también traía varias botellas transparentes que contenían líquidos coloridos de sabor a frutas para los raspados.

-Órale- Insistió Santi. – ¡Con cinco pesillos nada más! – -Déjame voy con mi abuela- Contestó Damián y se dio la vuelta para encaminarse hacia donde su abuela estaba para pedirle algo de Dinero, mientras su amigo iba parando a “Don Chon” el vendedor de frutas.

-Tita- chisto Damián. -¡pst! ¡pst! -Habló en voz baja para no interrumpir la lectura que hacia una de las señoras reunidas; Al escuchar el llamado, la abuela del niño enfocó la mirada hasta donde este estaba, con un movimiento brusco de cabeza y el ceño fruncido, intentó preguntar a Damián que es lo que quería.

Damián indicando con el dedo pulgar y el índice en forma de “C” le dio a entender como pudo que necesitaba dinero, la maestra entendió la señal hecha por su nieto y le pidió que se acercara.

– ¿Traes dinero tita? – pregunto Damián en voz baja. -Si- Contesto ella. ¿Para qué quieres dinero?

-Quiero comprar una raspa, allá con el señor del carretón- Dijo el chico. La maestra saco diez pesos de su monedero y se los dio a su nieto. Damián, vio la denominación de la moneda y pidió 5 pesos más…

-Quiero invitarle algo a la hermanita de Santiago y a su amiguita, ¿puedo? –

-Si mijo, claro- Dijo la maestra. -Ten ya vete, ya está por terminar la reunión y nos vamos-.

Damián, dio la vuelta y se encamino hacia donde estaba Santiago, quien ya estaba recargado en el carretón de “Don Chon” el vendedor de frutas.

-Dile a tu hermanita y a la niña que, si quieren algo para que vengan, mi abuela me dio dinero para que les invitara algo-.

– ¡Uta! – Respingó Santi. -Yo tuve la idea, yo pare a “Don chon” y… ¿tengo que ir por Lucy? ¡Memm! ¡No es buena tarde para mí! –

– ¡Ándale, ya! – vamos los dos- Sugirió Damián. – O solo grítales, allá están- Damián, apunto hacia la casa azul, donde según Santi iba a vivir con su familia; Angela, estaba sentada en un escaloncito de madera que estaba en la entrada de la casa, Lucy por su parte estaba tratando de dominar un hula hula y según ella, explicaba a Angela como muchas veces lograba que el hula hula dieras vueltas alrededor de su cintura, aunque ya para ese momento Lucy sabía perfectamente bien que Angela, no la escuchaba del todo y tenía una ligera idea de que tampoco hablaba, pero Lucy, que tenía muchas maneras de tener conversación se hacía entender con señas.

-Me prepara un coco, con chile del que pique, por favor “Don Chon” Dijo Santiago al carretonero.

-Ahorita regresamos vamos por las niñas de allá a ver si quieren algo-

– ¿Con mucho o poquito chile? – Pregunto el carretonero, sacando una tajada de coco de la vitrina.

A lo que Santiago respondió: -Con mucho, por favor-.

– ¿Comes mucho chile? – Pregunto Damián. -No es para mí- contestó Santiago con una sonrisa malévola en sus labios. -Es para Lucy-.

– ¡Noo! – Te pasas, se va a enchilar, pobrecita es muy chiquita- Dijo algo preocupado Damián.

– ¿Pobrecita? – Replicó Santi, te la presto para que la tengas como hermanita un día y luego me dices ¿va?, te aseguro que cuando la traigas de regreso vas a querer comprarle un coco enchilado también…

Ambos chicos soltaron una risotada, imaginándose esa situación mencionada.

Damián ya recargado en el borde del cercado del terreno, compuesto por tablas viejas y postas apolilladas habló: – ¡Oye! ¿Gustan algo? ¡oyeee! – Habló con más fuerza al ver que no fue escuchado.

– ¡Buuuuh! Exclamo Lucy casi gritando y agitando la cabeza y las manos para asustar a Damián y compañía, pues para cuando ellos llegaron ella estaba del otro lado del cercado en cuclillas para no ser vista…

– ¿Los asuste? – Pregunto Lucy. -Si, sonrió Damián y al mismo tiempo de su respuesta, Santiago dijo: – ¡No, claro que no, ya sabía que estabas ahí! –

-Oye, Lucy, dile a la niña si quiere algo de con Don Chon, le hablé, pero no me escuchó- Dijo Damián.

-No escucha- contestó la niña señalando con su dedo índice su propio oído.

– ¿Cómo que no escucha? – preguntó Santiago.

– ¡Quien sabe!!- No escucha, esta enfermita, es sordita y habla muy poquito, pero no se le entiende.

Damián al escuchar y recibir esa desgarradora información, volteó a ver a Angela quien ya estaba mirando hacia donde estaban ellos, tratando de tapar el sol con su mano, ya que no le permitía ver bien.

El chico, sintió como se le revolvía el estómago y como desde las plantas de sus pies hasta la cabeza lo recorrió una energía tan fuerte que se convirtió en una ansiedad, en unas ganas enormes de ir al lado de Angela, abrazarla y protegerla, la vio frágil y delicada, sintió ternura y compasión, por esa chiquilla que le había robado el aliento tiempo atrás.

Santiago, tuvo una sensación similar, de alguna forma, aunque era menos emocional, sintió pena por la condición física de Angela.

-Lucy- Dijo Damián. -Por favor, ve y háblale, para ver si quiere algo de “Don Chon”

La niña fue enseguida para hablarle a Angela, por medio de señas, agitaba sus manillas y apuntaba en dirección hacia donde estaban Damián y Santi.

Angela por su parte, entendiendo poco de lo que Lucy quería decirle, se levantó y ambas se dirigieron hacia la salida del portón para encontrarse con los chicos en la banqueta, una vez reunidos fueron juntos hacia donde estaba el carretonero de las frutas frescas, quien ya esperaba a los chicos con una tajada de coco muy enchilado, sin saber que era para la pobre Lucy.

ESE MISMO DIA, POR LA NOCHE.

-Estate listo mijo, ya no tarda tu mamá- Sugirió la maestra Licha a su nieto.

Damián, sentado en un sofá, aparentemente mirando su programa favorito en el televisor aunque realmente no le prestaba atención , su vista estaba perdida y su mente estaba únicamente recordando el rostro de Angela, recordó a detalle el momento en el que tuvo la oportunidad de estar más cerca de ella, recordaba como Angela se chupaba los labios o se los secaba con una servilleta cada vez que daba un mordisco a la sandía con chile en polvo que comía, a el mismo le hubiera encantado darle el trozo de sandía en sus manos para que la niña le agradeciera con una sonrisa, así como lo hizo con el viejito del carretón. Damián, no tuvo oportunidad de platicar con ella o de intercambiar alguna seña, no sabía cómo hacerlo, sin embargo admiraba a la pequeña Lucy, que con movimientos rápidos y gesticulaciones parecía entenderse muy bien con Angela en el momento que regresaban a casa; Angela con su trozo de sandía, Damián con un raspado de vainilla, Santiago con una tajada de coco y Lucy también al igual que su hermano, pero la tajada de esta , estaba atiborrada de chile en polvo y por tal razón traía los ojos lagrimosos y un pequeño moquillo liquido asomaba por una de sus fosas nasales.

Cuando estaban ya de regreso en casa de la abuela de Santi y Lucy los 4 se sentaron en un viejo tronco de mezquite que servía de soporte para una cerca de tablas viejas a punto de caerse.

-Damián- Insistió su abuela, despertando a este y provocando un sobresalto en el chico. – ¡Ándale! Ya llego tu mamá, allá esta pite y pite afuera, recoge tu mochila y tu ropa. Le ordenaba la maestra mientras le hacia una santiguada. -Dios te bendiga mijo, me saludas a papi y dile que nos vemos el fin de semana si es que se acuerda que tiene mamá-

– ¡Hay tita! Reclamo Damián poniendo los ojos en blanco.

– ¡Ya, ándale, no le digas nada pues! –

-Tita- Dijo el chico, mientras tomaba su mochila y una galletita de las que acostumbraba a tener la abuela en el comedor. – ¡La niña es sordomuda! Exclamó con un tono lastimero.

_- ¿Cuál niña hijo?, ¿La que estaba en casa de doña Josefina?

-Si- Dijo el. – ¡La niña más grande, la otra chiquitilla habla de más!

– ¡Ah, si- Contestó ella! ¡Ya sabía! Su mamá fue mi alumna cuando estuvo en primaria, muy buena chica, y los papas de ella también, muy buenas personas…-No sé si su padecimiento tenga remedio. – Continuó diciendo y empujando un poco ella misma a su nieto para que apurara el paso y saliera de casa, mientras la mamá de este continuaba pitando desde el coche. – Hay escuelas donde se especializan para esos casos, les dan terapias y les enseñan el lenguaje****.

Ya en el umbral de la puerta exterior apunto de despedirse con un beso de su abuela, Damián preguntó: -Tita, ¿porque no le dices a tu amigo Cinco que le den oportunidad de que estudie la niña ahí, ella quiere ir a la escuela, ¿y lo necesita no?, El nieto de doña Josefina me dijo que ha visto ahí a la niña varias veces ahí pero que no es alumna, quizás están intentando inscribirla, pero no la aceptan.

Levantando una ceja y mirando por encima de sus gafas, ella pregunto a manera de respuesta:

– ¿Cinco? – ¡No se llama Cinco Damián! -, su nomb…

– ¡Buenas tardes suegra! – Interrumpió la mama del chico al bajar el vidrio del coche.

-Buenas tardes mija! Contesto la maestra a su nuera. – Le dices a tu marido que estoy esperándolo, necesito hablar con él, bueno, con ustedes, pero cuando tengan tiempo, ¡no hay prisa! Remató la maestra.

– ¡Tita! – Exclamó el chico en desacuerdo con el sarcasmo anterior.

-Tita- insistió Damián. -Perdón, entonces dile a tu a migo que le dé chance ¿sí?

-Veré que puedo hacer, hoy más noche tengo que hablar con Cinco- Dijo la maestra y al final se tapó la boca ella misma y se corrigió. ¡Con el profe Chuy!

Ambos sonrieron, mientras Damián subía al coche y cerraba la puerta, la abuela se acercó a la ventanilla suspiró y le dijo: Damián, con esta acciona tuya, me recordaste mucho a tu abuelo, él siempre decía que debemos ayudar a quienes lo necesitan, no importando a quien, solo ayudar, decía que cuando todos hagamos eso este mundo mejoraría un poco… veré qué puedo hacer…- ¡Gracias tita! Exclamo Damián.

El coche se encendió y se alejó poco a poco, la maestra los vio partir sin dejar de pensar en la muestra de bondad de su nieto, al tratar de ayudar a una persona que acababa de conocer.

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