Regreso Constante

Vas y venís, acá las cosas funcionan así.

Llegué a preguntártelo alguna vez porque lo haces, pero ni vos sabes que contestar, solo sucede así, un círculo vicioso, constante, repetitivo.

‘me voy, no te quiero más, me aburrí’ sale de tu boca una vez más, me se de memoria tu discurso final que tiras cuando querés escaparte de acá, conozco cada palabra que va a salir de tu boca, y ni hablar del transcurso de tu partida temporaria, te alejas, me bloqueas y borras de tu vida por un rato, pero… (siempre está el pero, para bien o para mal) una madrugada, una tarde de lluvia, un domingo triste, una noche de fiesta, como era de esperarse, regresas.

Y no paras hasta que cedo, no digo que no sea mi culpa también, porque lo es, porque dejo la puerta abierta, sin llave, te dejo entrar, una y otra vez y ahí esta mi error, pero tu forma de hacerme aflojar, tu convencimiento, es admirable.

no se si es porque yo ya estoy acostumbrada a que vuelvas, o porque sos parte de mi rutina y necesito tenerte ahí (aunque sea solo un rato) pero la culpa es mutua, compartida, vos por tus idas y venidas constantes y yo por dejarte hacerlo pese al desorden que causas cada vez que te vas.

Y si, me duele, no te voy a mentir, porque yo no quiero ser la que está sentada en el banco, jugando de suplente, entrando solo si las cosas andan mal en tu partido, esperando a que me dejes entrar, para al final, hacerme jugar solo unos minutos y mandarme devuelta al banco.

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