Blaze! Capítulo 83

Capítulo 83 – Cálida convivencia.

¡No! ¡Me niego a hacer eso! ¡No, no y no! –exclamó Blaze, tapándose el pecho con ambos brazos, cruzándolos sobre este.

No hay otra forma de hacerlo, chiquilla –dijo Xileen, volviéndose grises las flamas que emergían desde su cuerpo, cerrando los ojos y meneando la cabeza de lado a lado—. La camisa no interferiría en el tratamiento, pero si no te la sacas, terminara en cenizas después de un rato. Igualmente entrarían en contacto directamente con tu piel y perderías tu ropa en vano; además, te quemarías en el proceso.

Blaze se quedó viendo a la salamandra con desconfianza, dudosa en si desvestirse o no, meditando unos segundos antes de sacar los brazos de su pecho con semblante de resignación.

Ya, pero no pienso sacarme el pantalón, nadie se meterá ahí –dijo Blaze, cediendo al requerimiento mínimo para ser tratada por las salamandras, sacándose la camisa para quedar con su torno desnudo, tirando el ropaje al piso—. ¡Listo!

¿De verdad no querías hacerlo para proteger esas cosas? –preguntó Xileen mientras miraba los desnudos senos de Blaze, avergonzándola y enojándola—. Nunca entenderé a los humanos y sus costumbres, no hay como andar desnuda por la vida…

¡Hey, no se meta con mis tetas! –exclamó Blaze con enojo y desconfianza, tapándose nuevamente el torso frontal con sus brazos—. No son gran cosa, pero me gustan así…

Deberías descubrir tus pies y piernas también –dijo Xileen, abriendo la boca como si estuviera absorbiendo un montón de aire.

Xileen emitió un raro sonido por su abierta boca, como si escupiera una fuerte llamarada, convocando a varias salamandras pequeñas en torno a Blaze, dictándoles lo que debían hacer. La maga rasgó su pantalón, dejando sus muslos al aire, permaneciendo cubierto solamente lo necesario con él, sacándose además sus antiguos zapatos que utilizó cuando era una niña pequeña y que rescató de la casa de su traidor maestro antes de destruirla.

Estoy lista –dijo Blaze, descubriéndose el torso y extendiendo sus brazos hacia los lados mientras miraba al horizonte, comenzando a subírsele las salamandras congregadas, colgándose de sus brazos, torso y piernas, quedando solamente descubiertas sus manos, pies, cabeza y cadera.

Blaze comenzó a sentir como el poder de los seres elementales se infiltraba en su cuerpo, mientras que las salamandras se acomodaban sobre ella, formando lazos con sus colas para no despegarse y caer. La maga intentó caminar normalmente, pero parecía estar vendada de pies a cabeza, no pudiendo doblar sus extremidades.

No te preocupes, ya se acostumbrarán a estar sobre ti. Lo único que sentirás después es su peso, podrás moverte más libremente –dijo Xileen a Blaze, echándose sobre una roca.

Sí, trátanos bien. Si presionas mucho con tus codos o rodillas, puedes dañarnos –dijo una de las salamandras.

O puedes hacernos vomitar –dijo otro de los seres elementales.

¡O que nos caguemos! –dijo una tercera, riéndose a carcajadas todas las demás.

No sé ustedes, pero siento que su piel es muy suave –dijo una salamandra que colgaba del muslo derecho de Blaze, masajeándole la pierna—. Si no fuera porque la estamos ayudando, ya le habría pegado un mordisco.

Blaze estaba aguantándose las ganas de rugir de enojo, cerrando fuertemente sus puños, llenándose su cuerpo cada vez más con el poder de las salamandras, incrementándose su furia por el aumento de poder.

Yo tengo algo que me está haciendo cosquillas en la barriga –dijo otra, que estaba justamente sobre uno de los senos de Blaze, restregándose sobre este y causándole incomodidad a la muchacha.

¿Y reclamas? –dijo otra salamandra cercana a la que habló anteriormente, apoyada en el otro seno de la maga—. Tengo algo justo metido dentro de mi culo, eso sí que es incómodo.

¡YA, CÁLLENSE Y QUÉDENSE QUIETAS, PUTAS LAGARTIJAS! –vociferó Blaze, golpeando a las salamandras sobre sus pechos y a la que se restregaba en su muslo, emergiendo de esas y todas las demás un intenso fuego de color rojo que cubrió completamente a la maga—. ¡Les juro que, si no dejan de toquetearme, las sacaré de donde están puestas y les arrancaré la cabeza con un sólo mordisco!

El fuego de las salamandras se volvió completamente transparente, perdiendo toda su vivacidad e intensidad, mientras los seres elementales temblaban de miedo sobre la piel de la muchacha, enfriando su superficie.

Ya estás haciendo uso de su poder, aunque contra ellas mismas –dijo Xileen, haciendo que Blaze se calmara, volviendo el color a las llamas, las que desaparecieron posteriormente—. Ahora debes convivir con ellas sobre ti. Su poder se infiltrará en tu carne, cubriendo las heridas de tu cuerpo espiritual, presionándolo para ayudar en la reparación, además de no dejar escapar tu poder mágico por los agujeros. Ahora podrás volver a guardarlo y utilizarlo.

¡Genial! Si es sólo eso, es muy fácil –dijo Blaze, caminando como una momia apretada dentro de sus vendas, sintiendo hambre—. Voy a buscar algo de comer.

Con cada paso que Blaze daba, no sólo sentía el peso extra, sino que también aumentaba su temperatura corporal, saliendo un tenue vapor por entremedio de los cuerpos de las salamandras.

Esto… no es… nada… –dijo Blaze, caminando a duras penas, sedienta y hambrienta, casi a punto de sofocarse—. Aquí ya no necesito el Air Barrier. Tengo que encontrar agua, rápido.

Las salamandras escucharon eso y se quedaron tiesas sobre la muchacha, impidiendo su caminar.

¿Qué es lo que hacen? –murmuró Blaze, con la boca y labios secos, intentando tragar la espesa saliva que tenía dentro de su boca.

No, agua no –murmuró una salamandra, sin dejar de estar inmóvil, con los ojos enormemente abiertos.

Debo tomar agua o moriré –dijo Blaze, cada vez más seca.

Hay un río cerca de acá, te dejaremos beber, pero ten cuidado de no mojarnos –dijo otra salamandra, instando a sus compañeras a que le permitieran avanzar a Blaze.

Gracias –resopló Blaze, azorada, caminando en dirección al cuerpo de agua, sentándose frente a este cuando llegó.

Blaze metió su mano derecha en el agua, haciendo que las salamandras sobre su brazo-artefacto retrocedieran al ver tan de cerca el vital líquido, descubriendo su antebrazo. Logró acercar su palma a su rostro para beber el agua, pero las salamandras estaban tan asustadas que no le permitieron seguir sacando agua de la misma manera, deteniendo sus movimientos.

Esto no va a resultar –dijo Blaze, mirando hacia todos lados, sin encontrar nada que le sirviese—. Si tuviese una caña, la podría ocupar para sorber con ella.

Blaze dedicó el resto del día a fabricar una jarra con mango largo, utilizando un trozo de tronco seco con una rama saliendo de él para esto, retirando la madera del interior del tronco con una piedra afilada hasta lograr cierta forma cóncava.

Probemos esto –dijo Blaze, estirando su instrumento recién fabricado al río, llenándolo con un pequeño volumen de agua, atrayéndola hacia ella con la rama-mango—. Mañana voy a tener que profundizar este agujero, es poca agua la que puede contener.

Blaze se echó a dormir después de llenarse de agua, saliendo las salamandras de su parte trasera para que pudiese acostarse sobre el piso, recostándose sobre ella. El cielo estrellado que cubría las cercanías del volcán fue lo último que vio antes de caer profundamente dormida, cansada por el esfuerzo de llevar las salamandras encima y además tener que soportar su cálida temperatura. Entrada la mañana, las salamandras comenzaron a sacudirse, despertando a Blaze, reorganizándose para cubrir su cuerpo nuevamente. La joven bebió agua de inmediato antes de hacer cualquier otra cosa.

¿Qué pasa? –preguntó Blaze, recién hidratada y somnolienta.

Tenemos hambre, tenemos hambre –escuchó decir a las salamandras al unísono, rugiendo también el estómago de la maga.

¿Qué? –preguntó Blaze con desgano, entendiendo que era su responsabilidad alimentar a los seres que le estaban ayudando a sanarse y recuperar sus poderes, tirándose de espalda al piso, escuchándose varios quejidos después del impacto—. ¡Perdón!

Blaze y las salamandras salieron a cazar, buscando algún animal grande con el cual pudiesen alimentarse todos, recordando que debía alimentar también a su espada. Luego de buscar un rato, encontraron un venado, acechándolo desde detrás de unos árboles.

Siento mi poder mágico, pero todavía es muy poco… –pensó Blaze, evaluando su fortaleza, hablándole a sus compañeras—. Vamos, tenemos que hacerlo juntos.

Blaze apuntó al venado con su mano izquierda, utilizando su hechizo preferido, comenzando a emerger desde su descubierta palma.

¡Fire Ball! –gritó Blaze con emoción, formándose rápidamente una inmensa bola de fuego en su mano, extinguiéndose a la misma velocidad que se formó, gastando todo su poder mágico—. ¡Les dije que lo hiciéramos juntos! ¡Eso significaba que necesitaba que me prestaran de su poder, ahora me quedé sin nada!

El venado sintió los gritos y huyó despavorido, internándose en la espesura del bosque cercano al volcán, siendo perseguido por la maga y sus hambrientos ayudantes.

¡No escaparás, no con el hambre que tenemos! –exclamó Blaze, lanzando múltiples, enormes y descontroladas bolas de fuego con su extremidad izquierda mientras trotaba con extrema dificultad, haciendo uso del poder de las salamandras, destruyendo todo a su lento paso. Finalmente logró impactar al animal en su cabeza, matándolo en el acto, casi cocinándolo también—. ¡Sí!

Después de faenar al venado, Blaze y las salamandras se comieron la mitad del animal, guardando la otra mitad para el otro día, sacando una parte para alimentar a la espada de la muchacha. La joven preparó la sopa de carne diluida que Ashley le enseñó a cocinar con sus anotaciones sobre una piedra con forma de cuenco mientras la cocía con fuego de salamandras. Después de recuperar y alimentar a su espada, la maga quedó nuevamente desocupada.

¿Ahora que hacemos? –preguntó Blaze a las atiborradas salamandras mientras profundizaba el agujero de su jarra para sacar agua, quemando lentamente la superficie interior del envase con una diminuta flama saliendo de su dedo índice izquierdo, para ir sacando luego la calcinada capa con la roca afilada que ocupó el otro día, pensando—. Me cuesta mucho mantener controlado este fuego… Cuando cazamos al venado y al calentar la sopa igual.

No lo sé –respondió una de las salamandras, mirando lo que la muchacha hacía—. ¿Eres zurda o qué? ¡Sólo usas magia con la mano izquierda, pero agarras todo con la derecha, decídete!

Soy diestra, pero estoy reservándola para una ocasión especial –respondió Blaze, aclarando la razón por la cual no usaba magia con esa mano.

Podrías preguntarle a Xileen por qué no puedes controlar tus hechizos –dijo otra, cercana a la salamandra que comenzaba a restregarse nuevamente en el muslo de la maga.

Tienes razón, ella debe saber que hacer, puede dejarme algún tipo de entrenamiento para poder controlar sus poderes –dijo Blaze, cacheteando a la salamandra masajeadora—. Te dije que te calmaras.

Blaze caminó de vuelta al interior del volcán, activando el Air Barrier mientras se cruzaba con varias otras salamandras que caminaban por el piso, comenzando un desfile de saludos.

Hola, Flamouriá –dijo una de las salamandras, soltando una de sus patas, quedando sujeta al pecho de Blaze por las otras tres patas y su cola solamente.

¿Qué tal? –preguntó otra a la multitud, luciéndose sobre una de las piernas de la muchacha—. Parece cómodo para movilizarse, pero igual estamos gastando nuestras energías, ¡no nos envidien!

Blaze aceleró el paso, avergonzada por la inesperada atención que estaba recibiendo, siguiendo las salamandras con sus saludos mientras se alejaban, usando gritos para hacerse escuchar en la lejanía.

¿Qué no se callan nunca? –preguntó Blaze, llegando al lugar donde conoció a Xileen, incapaz de reconocerla entre las otras salamandras presentes en el lugar—. ¿Xileen?

¿Para dónde estás mirando? Estoy acá –dijo la salamandra solicitada, resultándole a Blaze igual a todas las otras presentes—. ¿Ya te arrepentiste de llevarlas encima?

¡No, lo está haciendo muy bien! –gritó una de las salamandras puesta sobre Blaze, mientras las otras vitoreaban su nombre.

¡Y es suavecita! –gritó la salamandra agarrada del terso muslo de la muchacha, esta vez sin restregarse.

Tiene las tetas suaves también, al menos ya no estoy empalado por su pezón –dijo la salamandra que el día anterior reclamaba por tener el pezón de la muchacha en su trasero, recibiendo un golpe de parte de la maga.

No te sobrepases, gusano con patas… –dijo Blaze después de golpear a la salamandra, comenzando todas las demás a emitir fuertes y rojizas flamas, riéndose de su golpeado compañero—. Hola, Xileen. Vinimos para pedirte ayuda, me es muy difícil controlar el poder de tus amigas aquí presentes.

Al menos te mueves más fluidamente –dijo Xileen, observando los movimientos de la muchacha—. No te preocupes, es culpa de ellos, no tuya. Mientras estén infundiéndote con su poder, este entrará por tus canales dañados y se desbordará cuando lo desees ocupar. Deben utilizar su poder para cubrir los canales energéticos de la chiquilla y así acelerar su recuperación, ese es su principal trabajo. Cuando ella les pida parte de su energía, deben dosificarla sin arrojarla toda por los agujeros, o terminaran haciendo más daño que bien.

¿Qué hacemos entonces?, ¿no ocupo su poder mágico hasta que se reparen mis canales? –preguntó Blaze, cambiando el color de las flamas de las salamandras, poniéndose grisáceas.

No, que te den un poco de su poder, poco. Hazlo circular por tus canales, concientízate de ellos, mientras tus compañeros se encargan de hacer presión desde el exterior. Eso te dará la sensación de que están completos y sin daños, la interacción de sus poderes se encargará de iniciar la reparación del tejido sutil –explicó Xileen a Blaze y las salamandras que la acompañaban, guiándolas para que utilizaran su poder correctamente.

Eso me suena a meditación –dijo Blaze, doblando las piernas para sentarse en el piso, apoyando su trasero con las piernas recogidas, para que las salamandras puestas en la parte posterior de sus extremidades inferiores no fueran aplastadas.

Blaze y las salamandras se relajaron, emitiendo todos unas cálidas, calmas y tenues flamas violetas, respirando todos suavemente. La maga circuló su poder mágico por el interior de sus dañados canales energéticos, siendo estos contenidos por el poder de sus apegados acompañantes, permitiendo el correcto fluir de la fuerza de la muchacha. Meditaron por largas horas, momento en que Blaze necesitó urgentemente hidratarse, aunque no con la desesperación del día anterior.

Creo que me sofoqué más ayer, estábamos haciéndolo mal –dijo Blaze a las calmadas salamandras que descansaban sobre su cuerpo—. No sé ustedes, pero me muero de hambre.

El grupo volvió al lugar cercano al río y continuó comiendo lo que quedaba del venado, cocinándolo con un fuego iniciado manualmente, continuando con el control de sus respectivos poderes mágicos para asegurar el pronto restablecimiento de los canales energéticos de Blaze. Cuando quedaba casi nada sobre los huesos del animal, una salamandra apareció en el lugar, dirigiéndose a la maga.

Blaze, Xileen dijo que necesitabas ayuda –dijo Soulphydia, sin ser reconocido por la maga nuevamente, cosa que la salamandra notó de inmediato—. ¿Acaso tengo que tatuarme el nombre en la frente para que me reconozcas? Aunque dudo que pudieras leerlo si lo escribiera en nuestro idioma…

¡Soulphydia, qué gusto verte! –exclamó Blaze, emergiendo flamas de color amarillo de las salamandras, ofreciéndole el trozo de carne que estaba consumiendo al recién llegado.

No, gracias, ya está mordido. Al menos sé que te alegras de verdad de verme, ya están congeniando todos ustedes, se nota. Xileen me pidió que te ayudase un poco, estaba ocupado, pero esa vieja creyó que sería bueno que te echara un ojo –dijo Soulphydia, mirando hacia atrás con melancolía, lejos del lugar donde se encontraban en ese momento.

¿Y qué es lo que haremos? –preguntó Blaze, zampándose la carne pausadamente para no atragantarse, siendo cubierta por una repentina y grande sombra—. ¡Oh! Ya veo…

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