El payaso Chispita soñaba con trabajar en el circo más grande de su país.

Su mayor deseo era conocer muchos niños y al elefante más pesado del mundo. Tuvo que aprender a hacer magia, cantar, bailar, hacer chistes, piruetas y contar cuentos.

Para todo esto contó con la ayuda de otro payaso, llamado Álvaro, con más experiencia, que lo ayudó a mejorar sus habilidades.

Todo lo que Chispita era y sabía no era solamente por su esfuerzo que era mucho, sino porque había sido un niño feliz.

–¿Cómo sabes todo eso?

–Porque lo escuché de sus propias palabras, un día que jugaba con un grupo de niños.

Chispita recién había terminado una función y se escuchaban muchos aplausos, de pronto, un niño gritó:

–¿Cómo aprendiste a ser un payaso genial?

–Desde chiquito, mi familia me enseñó a hacer las cosas que me gustaban. Otra niña preguntó:

–¿Entrenabas muchas horas por día?

–Sí y aún entreno. Cuando era chico, después de hacer los deberes y ayudar en casa

y ahora, cada vez que puedo, porque siempre tenemos que perfeccionarnos y aunque

seamos viejitos, siempre hay algo para aprender.

De pronto, resbaló en una cosa que parecía moco-mucho moco y se levantó como un resorte y todos se rieron mucho.

–Chispita, ¿siempre trabajaste en este circo?

–No, por suerte pude trabajar en muchos países de Latinoamérica y conocer a muchas personas.

–¿Latinoa qué? Preguntó una niña pequeña.

–América, Latinoamérica, estuve en países que hablan español, como nosotros, por eso somos como hermanos.

–¿En qué países? Preguntó un varón más grande ¿Qué integran el MERCOSUR?

–Sí, en esos y en otros ¿quieren que les cuente?

–Síiiii, gritaron grandes y chicos.

De pronto, Chispita se calló y comenzó a sacarse pañuelos de varios colores de su boca y orejas. Todos hicieron AHH.

–Me encanta hacer ese truco, dijo Chispita.

–Chispia, dijo una niña de cabellos enrulados. –Yo nací en Perú ¿ya estuviste ahí?

–Sí, allí conocí a la elefanta Indra, tenía cuarenta y cinco años y pesaba más de cuatrocientos quilos.

–¿Tenía? ¿Pesaba? ¿Ya no está?

–Así es. Ya se murió. Hace unos años, en un accidente, lo leí en una de esas

computadoras verdes y chiquitas que tienen los escolares. Por suerte pude cumplir

uno de mis grandes sueños: Conocer una gran elefanta artista.

–¿Te gusta trabajar con animales salvajes?

–Sí, con todo tipo de animales, pero para eso hay que respetarlos, cuidarlos y no solamente pensar en el dinero que pueden hacernos ganar.

–¿Quién te enseñó eso?

–Mi familia. Cuando era chico como ustedes, sabía que tenía derecho a muchas cosas,

pero también tenía obligaciones, como son: respetar nuestra naturaleza, otras personas y también a los animales.

–¿Eras feliz?

–Sí, era un niño feliz, pues tenía familia, amor, cariño, donde dormir calentito en invierno y fresquito en verano.

–¿Y comida? Preguntó un gordito.

–Comida también.

–¿Conoces Brasil?

–Sí, trabajé en un circo que se llama garotos mineiros   y también en las calles.

–¿En las calles?

–Hay gente que no puede pagar la entrada, por eso, a veces, con algunos payasos amigos hacemos actuaciones callejeras.

–¿Y ahí qué ganas?

–El cariño de los niños y niñas, ver a un niñ@ sonreír vale más que el dinero y las medallas que me puedan dar.

–Eres muy bueno Chispita.

–No, sólo soy comerciante, cambio caritas tristes por caritas felices.

–¿Qué otros países conoces?

–Chile, Costa Rica, Argentina, Bolivia, Paraguay, Honduras, Cuba, Venezuela y otros.

–¿Cuál te gusta más?

–El nuestro, en el Uruguay es donde fui más feliz de niño y ahora de grande

Autores:

*Mite Nayeli

*García Nayeli

*Parrales Inés

*Pazmiño Mildred

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS