
Seguramente, alguna vez has estado en una conferencia o reunión en la que el presentador solo hacía clic en las diapositivas de una presentación y se dedicaba a leerlas a la audiencia.
Lo más probable es que la mayoría de las personas en la sala estuvieran aburridas, con la cabeza en otro lado y esperando que el presentador terminara lo más pronto posible.
Una buena presentación requiere un excelso manejo de la comunicación, un sesgo personal y un impacto que la haga memorable, por lo que usar diapositivas como pistas visuales para hablar, o peor aún, directamente leerlas, no hace nada para conectar al presentador con su audiencia, y si el presentador no se conecta con su audiencia, no será memorable ni logrará la aceptación o la atención necesaria.
Existen algunos métodos para realizar presentaciones que lleguen al público tanto a nivel emocional como intelectual y ambos niveles deben estar enfocados y sincronizados para una presentación exitosa.
En general, a la mayoría de las presentaciones le falta un objetivo específico orientado a la acción, brindando a la audiencia una imagen clara de cuál es nuestro rol, o el de ellos, una vez que terminamos de presentar.
Hay algunos pasos fáciles de seguir que, como disertantes, debemos tener en cuenta al prepararnos para hacer una presentación.
Lo primero y primordial es considerar la intención de la presentación, o, qué es lo que nos gustaría lograr, y esto siempre debe ser definido antes de construir el contenido.
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