Perspectivas de los autores peruanos cont

Perspectivas de los autores peruanos cont

Actualmente, los medios de comunicación han tomado control del mundo en el que vivimos, tanto así que sin estos habría una alteración en nuestro día a día. Desde las noticias que ahora se expanden vía web hasta los clásicos de la literatura de todos los tiempos se encuentran en versión escaneada o tipeada en algún buscador online. Por ejemplo, ya no es común ver que las personas cargan una agenda con un directorio telefónico de sus contactos, ya que todo se encuentra en los pequeños dispositivos móviles que la gran mayoría de nosotros tiene. Si bien la tecnología, en general, ha traído grandes desarrollos y aspectos positivos en diversos países, produce una decadencia en aquellas prácticas que solían ser las que movían el mundo, tales como la literatura, la filosofía, e inclusive los trabajos manuales que han sido reemplazados por las máquinas.

En “Selección Peruana 2000-2015” se reúne en la última parte del libro las perspectivas de diversos autores contemporáneos acerca de la literatura peruana. Salvatierra define a la vida literaria en el Perú como una que dictamina los lugares a donde un escritor debe ir o los libros que debe leer. Puede ser que esta inclinación cultural se deba a la influencia de las potencias mundiales -en el ámbito de la cultura en general- con el fin de hacer una cultura comercial homogénea. De esta manera, sólo se conocen a los autores que han logrado con alguna obra un «Best Seller» o han sido recomendados por algún autor renombrado.

Además, como menciona Salvatierra, las editoriales son limitadas en cuestión de temas que salgan de la realidad latinoamericana, por lo que estas no apoyan los nuevos proyectos de los autores que recién están entrando al mundo literario. Esta temática fija que deben seguir los escritos no es más que una continuación de los temas tocados por algunos autores del Boom latinoamericano. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, se centró en la narrativa realista urbana, tocando temas que caracterizaban a la urbe de su época – el machismo o el autoritarismo- y hacía que sus lectores se sientan rápidamente identificados.

Aparte de la temática «realidad latinoamericana» se podría pensar en algo que abarque a todo público que lee los escritos. Tal vez, jugar con los sentimientos propios del ser humano, su racionalidad, su forma de pensar; algo así como escritos con un carácter más psicológico, más profundo, y menos superficial y descriptivo. Personalmente, la literatura de carácter realista urbana es mi favorita, pero aún así pienso que no debe ser la única o la más conocida entre nosotros. Asimismo, este compromiso por cambiar un poco los aires que tiene la literatura en el Perú no sólo tiene que venir por parte de los lectores, sino también por las editoriales, las librerías y los órganos con algún poder cultural. Como menciona Salvatierra, no existe un compromiso por parte de las librerías respecto a nuevas propuestas literarias, e incluso, se nota la indiferencia de las grandes editoriales. Así, no sólo se frustra la carrera de muchos talentos en el país, sino que el público, que es parte del mundo literario, se reduce con el pasar del tiempo, debido a que leen los mismos temas, a los mismos autores, los mismos estilos, lo cual se vuelve algo monótono.

Mientras que Salvatierra resalta el carácter diversificador de la literatura contemporánea, Carlos Yushimito se centra en la capacidad de las generaciones para renovarse y sostener una tradición literaria. Sin embargo, para dicha construcción no es indispensable sólo un compromiso por parte de las generaciones contemporáneas de escritores, sino también por parte de la cultura en la que se desarrollan. Es por ello, que en el discurso de Yushimito acerca de la vida literaria en el Perú la palabra “tradición” cumple el rol de eje. Si bien los estilos literarios van cambiando según la época histórica o el contexto en el que los autores se desarrollan, de alguna manera se queda la esencia de la corriente anterior o del contexto anterior. Actualmente, los estilos literarios que predominan tienen sus raíces en aquellos del Boom latinoamericano; por ejemplo, el realismo mágico que se ve reflejado en obras de García Márquez y la ficción histórica, la cual se plasma en las obras de Vargas Llosa acerca de los gobiernos dictatoriales y militares en el Perú. Esta última se puede relacionar con lo dicho por Yushimito acerca de la obligación de todo escritor peruano de mirar directamente a los ojos a su propia tradición. Con esta perspectiva, el escritor tendría que ser capaz de describir, interpretar y criticar la realidad en la que vive. ¿De qué manera se podría desarrollar escritos con tales características? El resultado sería parecido en temática con algunos libros de Mario Vargas Llosa, no en el sentido que se hablaría de lo mismo, sino en el que se tendría como núcleo al contexto y los temas que se desprende de él. Mientras Vargas Llosa se comprometía con el militarismo, actualmente, se podría escribir acerca de los problemas políticos o la corrupción.

Por otro lado, al igual que Salvatierra, Carlos Yushimito resalta la dificultad de construir una vida literaria en el Perú. A pesar de que vivamos en un país en donde los intercambios sociales no son carentes y la tecnología es la primera que ayuda a expandir todo tipo de información existen algunos factores que dificultan la prosperidad de una vida ligada a la literatura. Yushimito menciona tres factores principales que frustran el desarrollo de una vida cultural rica. Entre estos se encuentran la indiferencia gubernamental, los índices de lectura ridículamente bajos y extinción de suplementos culturales. El primer y último factor son los causantes del bajo nivel educativo de la población. Si es que el gobierno, o al menos, el Ministerio de Cultura no se compromete con el desarrollo de una vida de cultura dentro del país, las organizaciones más pequeñas que quisieran fomentar eso no van a tener un apoyo para apostar en esos temas. De esta manera, no sólo se frustran las carreras humanas y cultivadoras, sino que el país y su índice de aprendizaje va decayendo. Un ejemplo claro del impacto que tiene el desinterés de las grandes editoriales u organizaciones es el bajo índice de lectura y comprensión de los escolares. No se fomenta una lectura activa durante la fase escolar, los niños pierden interés por ese ámbito de la cultura, y, finalmente, esta va desapareciendo.

Katya Adaui resalta nuestro encarcelamiento en el realismo -respecto a la cultura literaria en la que estamos- y sugiere explotar al máximo la ficción en los relatos. Como ha sido mencionado anteriormente, la mayoría de los estilos literarios actuales se inclinan a criticar la realidad en la que nos encontramos. Si bien la literatura es característica por tener un enganche directo con la realidad y ser esta su base en los escritos se puede jugar con nuestra manera de percibirla y trasmitirla a personas que no viven en nuestro mismo contexto, o que viven en él y tienen otra forma de verlo. Por ejemplo, los temas controversiales como la corrupción se podrían presentar en un relato bajo la figura de un elemento fantástico o, inclusive, bajo la forma de un personaje ficticio.

Asimismo, Adaui insiste en ficcionar la propia vida del escritor. No todos los escritos tienen que ser acerca del contexto que nos rodea. Tal como hace Gabriela Wiener, los relatos se podrían centrar en nosotros mismos, nuestros acontecimientos personales, e inclusive, en nuestros pensamientos y actitudes. No sólo se trata de transmitirle a un público ajeno al contexto peruano sobre nuestra realidad, sino de transmitirle sensaciones que lo dejen pensado, conocimientos acerca de actitudes diferentes en el mundo y estilos de vida extraños a ellos. La clave se encuentra en tener el compromiso de escribir lo más honesto posible. Lo que se puede interpretar de lo mencionado por Katya Adaui es que un gran relato no tiene que ser necesariamente pura magia. Se pueden escribir grandes cosas transformando un poco nuestra realidad, evidentemente, no quedándose atascados en el realismo – el cual es criticado por Adaui –, sino utilizando algunos recursos literarios y de ficción para alterarla un poco.

Las redes sociales son también, actualmente, herramientas fundamentales para la expansión de recursos literarios en el mundo. Existe una cantidad enorme de páginas web, páginas por Facebook, Instagram, Twitter, entre otros, que son la evidencia de una cultura literaria activa en el Perú. Claro, es evidente que no poseen un apoyo significativo, porque de ser así, estas serían conocidas en nuestra sociedad. Las secciones culturales que se leen más – o bueno que se leen en general – son aquellas que se encuentran dentro de los periódicos, tales como El Comercio. Estos espacios que se les brinda a la cultura se han ido transformando un poco de manera que abarcan, hoy en día, temas de farándula, chismes, y toda la “cultura pop”. Claro, no digo que sea erróneo este cambio. Supongo que todo cambio trae, dentro de un plazo, beneficios para el área transformada. Sin embargo, siento que a los temas históricos o literarios se les está quitando cada vez más el reducido espacio que tenían, por lo que están en peligro de ser quitados por completo. La cultura no se conforma sólo por estas dos últimas áreas mencionadas, es un conjunto de propiedades que se cultivan, se generan y se olvidan durante el pasar del tiempo.

Sergio Galarza toca más los temas del lenguaje y estilo de los textos literarios. Como punto base de la imagen del escritor resalta la característica de atracción e hipnotización que tienen que tener los textos. No necesariamente se tiene que tratar de un autor profesional para que surja este efecto, todo lo contrario, Galarza afirma que no es importante dicha característica, sino solamente de atrapar al lector en las líneas de texto.

Muchas veces solemos caer en preferir comprar un libro de un autor famoso a comprar un libro de un autor no conocido. Algunas razones por las cuales actuamos de esa manera es que los autores conocidos, al tener más experiencia, saben manejar un estilo claro, tienen siempre una trama interesante que contar y “no nos van a defraudar porque por algo son conocidos”. Lamentablemente este es uno de los pensamientos más comunes dentro de una sociedad como la nuestra – personalmente, hasta hace algunos años, me incluyo dentro de tal forma de pensar –, factor que influye, en su mayoría de manera negativa, en la cantidad y calidad de la comunidad lectora en el país. Los autores contemporáneos poseen pocos recursos para seguir desarrollando su talento, y, lo más probable, es que sean reconocidos cuando ya sean muy mayores y no puedan utilizar su dinero para seguir ampliando sus obras jóvenes.

Los estilos y temas literarios en el ámbito peruano son, en una amplia variedad de obras, de carácter realista. Como criticó Adaui, la literatura realista ha tomado las riendas del mundo cultural en nuestro país, por lo que se necesita con urgencia ficcionar nuestra vida y nuestra realidad tomando como base no sólo al realismo urbano, sino también otros estilos.

Un punto importante que pone en duda Sergio Galarza es si es que cuando se habla de diversidad en la literatura se hace referencia a los estilos o a los temas. Desde mi punto de vista personal creo que no ha habido una innovación grande respecto a los estilos trabajados en la literatura contemporánea peruana. Normalmente, se suele copiar el estilo de la potencia cultural actual o se repiten los estilos del Boom con algunos cambios ligeros. En Perú, diría yo, predomina el estilo realista urbano (en cuestión de novelas). Por otro lado, los temas que se desarrollan van a variar, indudablemente, con el paso del tiempo. Los temas que se describen y se critican en la literatura están estrechamente ligados con el contexto en el que el escrito ha sido elaborado. Es por ello por lo que, la mayoría de las veces, la trama de los libros cambia si sucede algún cambio radical en el contexto. Sin embargo, existen autores que no se dejan influir por el contexto en el que se desarrollan y deciden poner como núcleo de sus escritos algún tema personal o controversial en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo pensado.

Para Sergio Galarza, el estilo juega un papel fundamental en sus textos. Es más, el autor menciona que el lenguaje en sí es la estructura de su obra. Siempre está en búsqueda de la palabra perfecta en sus textos. Incluso, ha sido capaz de borrar párrafos enteros con tal de conseguir la mejor manera de expresarse. Aunque sus inclinaciones por el estilo son muy fuertes, Galarza le da al lenguaje otra propiedad de suma importancia, aquella que funciona como la identidad de las personas. Él resalta el compromiso que tienen los escritores contemporáneos y la sociedad peruana en general respecto a la “Marca Perú”, el sello de lo que somos como nación. Nuestra tarea está en reelaborar la realidad en un libro; no una trama que suceda en un contexto limeño, sino una que trate sobre los conflictos contemporáneos o la leyenda del emprendedor, porque eso es lo que, al fin y al cabo, lo que mejor nos representa y lo hace que nos conozcan mejor en identidad. Muy aparte de la temática que se tendría que trabajar, el autor utiliza al lenguaje como un diferenciador entre un escritor de verdad y alguien que escribe porque sí. Puede que esta posición suene algo subido de tono o, de cierta forma, pedante frente a un escritor que recién se está desarrollando o frente a alguien que aspira ser escritor. Sonaría algo como “los escritores son los que mejor saben manejar el lenguaje y los que mejor saben escribir”. Es cierto. Ellos son los que tienen la tarea de buscar la palabra exacta para transmitir con mayor detalle y perfección todo lo que quieren decirnos. Si no pueden escribir bien y sus ideas son confusas nunca llegaría a relacionarse con el público lector y no podría ser considerado como un escritor de verdad.

Daniel Alarcón pone énfasis en la sonoridad que tienen que tener sus escritos. A pesar de ser un estilo en prosa, el texto, según él, tiene que poseer cierto ritmo. Esta idea se conecta bastante bien con la aparición de onomatopeyas en la narrativa. Normalmente, estos recursos literarios eran empleados en cuentos o poemas; sin embargo, han adquirido poco a poco un campo dentro de esta corriente literaria. Por un lado, la sonoridad literal (sonido de animales o de cosas dentro del relato) puede que ayude a construir mejor en nuestra mente el escenario que está siendo descrito en la narración. Además, le da una especie de vida a lo que se está leyendo, como si el lector se hubiera metido dentro de la narración y estuviera escuchando todo lo que pasa a su alrededor. Por otro lado, la sonoridad propia de las rimas de palabras y el complemento que hace un grupo de palabras juntas puede ser agradable para el lector durante la lectura. Muchas veces, como lectores, nos encontramos con narraciones de un ritmo cortante, las cuales generan en nosotros un alejamiento del texto, inverosimilitud de este, y, en algunos casos, aburrimiento. Claro está que el escritor no va a pasar largas horas de sus días en busca de las palabras perfectas para la construcción de una oración; sin embargo, tiene que estar él mismo conforme con lo que escribe. No es sólo escribir por acabar una narración, es escribir por el placer de hacerlo, por el gusto de lo que estás escribiendo y por la transmisión más exacta de tus pensamientos a los lectores.

El papel que le da Alarcón a las redes sociales es similar a la de los otros autores de “Selección Peruana 2000-2015”. Estas nuevas formas de comunicación permiten ampliar la conversación literaria y cultural dentro de un contexto. En el caso peruano, las redes sociales ayudan a difundir las obras de los autores que aún no son conocidos en un nivel macro, así como hacen conocidos algunas obras o escritores que no son conocidos en Perú, pero sí en alguna otra parte del mundo.

Entre todos los autores antes trabajados, Gabriela Wiener tiene un estilo muy particular. Esta escritora cree fielmente en la literatura como un compromiso de algunos autores para transformar la realidad. No sólo se trata de describir un contexto en específico en apariencia, sino también de criticar los temas que se desprenden de las diversas sociedades y proponer, mediante alguna narración, una transformación de los rasgos negativos o sobrantes de la realidad. Por ejemplo, existen hasta ahora algunos temas tabús dentro de realidades distintas, entre estos, hablar sobre sexualidad referente a la mujer. La sexualidad en general es vista como algo sucio, impuro e inapropiado para un tema de conversación en un café, y peor aún, en un libro. Para poner este tema aún más alarmante, un libro sobre una vida sexualmente libre de una mujer. Sinceramente, creo que en los tiempos de mi abuela ese libro hubiera sido quemado junto con todos sus ejemplares, y no me sorprendería, junto con todas las personas que apoyan estas ideas “descabelladas”. Esto es exactamente lo que realiza Gabriela Wiener en sus trabajos. Enfrentar estos temas tabús, tomarlos como una realidad de nuestro día a día, y hablar sobre ello como si no fuera nada malo, porque en verdad, no lo es.

Aparte de lo mencionado anteriormente, lo que caracteriza al estilo de Gabriela es la narración de sus escritos a partir de un “yo”. A primera impresión imaginé que construía sus personajes exclusivamente en base a sus experiencias personales; sin embargo, lo que ella comenta es que existe una intervención de terceros para la creación de los protagonistas de sus historias. Ella afirma que observa, pregunta y toma notas sobre diferentes historias. De esta manera, no sólo tiene una sola base para la creación de personajes, sino un centenar de historias que puede combinar tal como un rompecabezas. Con una perspectiva personal, Gabriela Wiener puede ser más rigurosa con los relatos que escribe, puede centrarse más en los pensamientos de los personajes y una única forma de ver la realidad.

Pedro Llosa Vélez hace un balance respecto al lado optimista y negativo de la literatura peruana actual. Dice en unas breves líneas que lo bueno acerca de la vida literaria actual es la difusión e internacionalización de autores y libros. Tiempos atrás no existía el aliento por parte de las editoriales independientes hacia los nuevos escritores, no se apostaba por lo innovador y se prefería invertir en las potencias literatas (autores reconocidos mundialmente, autores que han ganado algún premio, o autores del Boom latinoamericano). Actualmente, existen oportunidades en cada esquina. Los escritores que recién están entrando a este mundo cultural pueden comenzar como columnistas en alguna revista del país, como redactores en algún blog, como colaboradores en alguna revista de índole literario, y, si no se dan esas oportunidades, con trabajos ligados a la literatura. Por ejemplo, en alguna librería o editorial. La clave está en buscar esas oportunidades y sacrificar todo lo posible por esta vocación.

Por el lado negativo del mundo literario peruano actual, Llosa Vélez menciona varios puntos importantes. En primer lugar, un tema que ningún autor ha tocado – dentro de los que conforman el libro de “Selección Peruana” – es la muralla editorial entre Lima y provincias. Si en Lima es difícil de por sí conseguir que una editorial renombrada publique un libro de cuentos o una novela de un autor que apenas es conocido, o en el peor de los casos, que no es conocido y quisiera adentrarse en el mundo literario, en provincias debe ser una total pesadilla. Esta última idea es una estipulación personal. El Perú, al ser un país que centra sus riquezas en la capital, deja de lado las pequeñas poblaciones que existen al interior de este. De esta manera, muchas personas se ven en la obligación de migrar a la capital para conseguir oportunidades que no tienen en su ciudad natal. En segundo lugar, el bajo nivel educativo del país es preocupante. En pleno siglo XXI siguen existiendo poblaciones en donde casi el 80% de los niños no sabe leer ni escribir. ¿Cómo es eso posible habiendo tantos avances globales en cuestiones de educación? Este aspecto perjudica al desarrollo del país, y a su vez, al mundo literario porque no tiene un público al cual dirigirse. Es por ello por lo que los escritores peruanos suelen desarrollarse en el extranjero, en donde la apreciación por la cultura es más grande. Además, en el Perú, existe una limitación al querer publicar obras, ya sea por menos atracción de las editoriales respecto a los cuentos o porque el número de publicaciones es muy limitado con relación al número de personas interesadas en publicar. Finalmente, Pedro Llosa Vélez toca el tema de la cultura audiovisual y su imposición en la vida literaria. Los libros físicos poco a poco están siendo reemplazados por los virtuales, las personas prefieren en muchos casos ver la película en vez de leer el libro, etc. Si bien estamos en una época de transición a toda la cultura moderna y tecnológica se debería buscar la forma de conservar la esencia de la cultura literaria. Evidentemente, aquellos que se han dedicado a ella toda su vida – y aquellos que seguirán dedicándose a ella – no van a dejar de lado lo que es considerado como tradición o como el origen de esta cultura.

Claudia Ulloa Donoso resalta el lado positivo de la vida literaria peruana actual. Comenta que se vive un momento importante debido a las editoriales independientes que dan oportunidades a los escritores jóvenes. Estas editoriales surgen como una alternativa de las inalcanzables editoriales de primera que no le ponían – y, creo que hasta ahora, no le ponen – el interés debido a la nueva generación de escritores.

Asimismo, Ulloa dice que el escritor tiene que comprometerse con lo que escribe, y más aún, con su propia lengua. Muchos narradores peruanos actuales viven fuera del Perú, por lo que la conexión con el idioma, quieran o no, se va a ir perdiendo de a pocos. Incluso, si estos narradores siguen haciendo literatura en su idioma natal, sus estilos de vida, y probablemente sus personajes, van a verse afectados. El autor no se encuentra en su atmósfera originaria, no escucha las jergas y modos de hablar de su país, por lo que contaría como un escritor de carácter observador, ajeno al entorno que solía ser su hogar. Para muchas personas puede ser duro dejar el país en donde crecieron, pero, lamentablemente, la situación cultural en el país lo amerita. Como mencionó Pedro Llosa Vélez, sigue existiendo una gran muralla cultural entre a Lima y provincias. Lima, al ser la capital, no tiene un gran interés por la cultura de carácter filosófico o literario (tal vez en el ámbito de historia el interés es un poco mayor), así que, imaginémosno cómo está la situación en las pequeñas ciudades alejadas. Estando en esta situación precaria, aquellos que quisieran dedicarse a este tipo de vocaciones tendrían que irse al extranjero para explotar al máximo su talento y que sea mejor valorado.

Finalmente, para Claudia Ulloa Donoso las redes sociales son útiles para difusión y recepción de información, mas no sabe si para la creación de material literario. Además, apoya la idea del blog como un elemento retroalimentador en los autores, ya que sirve como evidencia de si sus escritos son del agrado del público, reciben críticas al respecto y formas cómo mejorar, elogios, etc. Es como estar participando en una conferencia de prensa sobre tu libro y estés respondiendo preguntas y agradeciendo vía web.

Francisco Ángeles menciona la diferencia en demandas del mercado internacional y el mercado nacional de literatura. En el primero, se le demandan a los autores temáticas de su país natal. Supongo que usan esta herramienta para que el contenido de las narraciones sea exótico frente al contexto en que será publicado. Además, el imaginario libro publicado funcionaría como una puerta entre distintas culturas, lo que le daría un valor especial donde sea vendido. Por otro lado, en el mercado nacional se reclaman libros buenos que cuestionen valores establecidos, los lugares comunes y que ofrezcan nuevas perspectivas. Si es que se analiza con detalle estas dos posiciones, se podría llegar a la conclusión de que son totalmente opuestas. Mientras que el mercado internacional prefiere escritos de base realista-urbana, el mercado nacional apunta por salir del realismo y proponer nuevas formas de apreciar la realidad. Tal como crítico Katya Adaui, estamos encarcelados en el realismo, por lo que darle vuelta al plato no caería mal pronto. Se puede jugar con los estereotipos establecidos en la sociedad, las perspectivas arraigadas por nuestros abuelos, el machismo, la violencia. Temas sobran, lo que falta es inclinarnos por esta nueva propuesta.

La opinión de José Vargas Prado se complementa con lo dicho por Francisco Ángeles acerca de buscar nuevas perspectivas de ver la realidad y sus problemas. Según Vargas Prado, existen lados dormidos de la conciencia humana que no son trabajados por los autores, e incluso, no son tomados como temas relevantes en nuestra sociedad. Entre estos, se encuentra el racismo, que si bien ha tratado de ser combatido en diversas zonas del país, aún sigue con vida, lo cual afecta a distintas poblaciones del país y al intento de ser una nación unida. Vargas Prado propone entender en sus escritos el mundo de otra manera, poniendo como énfasis el lado oculto de la sociedad para darle voz a aspectos o personas que no tienen mucha importancia. La idea es voltear los estereotipos ya arraigados en nuestro contexto para intentar, de esta manera, cambiar algo en el sistema discriminador que tenemos. ¿Por qué tiene que existir una muralla cultural si somos, supuestamente, un país unido? ¿Por qué siempre las provincias tienen que estar en situaciones precarias mientras que en la capital se viven lujos increíbles? ¿Por qué las personas tienen que migrar de sus ciudades natales para poder recibir una educación de calidad? Es preocupante.

Finalmente, Jeremías Gamboa vuelve a mencionar la tendencia heredada de buscarle una función social a los textos literarios. Esto sea para denunciar desigualdad, para revelar una verdad social o histórica o bien para generar memoria. Como menciona José Vargas Prado, existen lados dormidos de nuestra conciencia que omiten los problemas sociales a tal punto que pueden ser inexistentes para algunos. Por ejemplo, un adolescente puede afirmar que no existe el racismo porque en el pequeño entorno en el que vive no se ha visto manifestado; sin embargo, eso no significa que esté viviendo en una atmósfera en donde este problema es oculto, y a su vez, perjudicial. Las novelas, los cuentos, los poemas, y todo tipo de texto literario va a darle voz a algún problema de un contexto en específico o a un grupo social; por ello, si un autor conocido pone de manifiesto en sus libros algún problema social o estereotipo y le da vuelta a este en su libro, los lectores van a ver este tema y a la realidad desde otra perspectiva.

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