Iba cayendo sin pausa, el cosquilleo recorría todo mi cuerpo, una especie de placer que aumentaba cuán más yo caía.
Me entregué al momento, era tan placentero que sentía a la mínima duda, todo concluiría.
Cuando llegué a mi punto máximo de gloria, nunca pensando llegar a tanto, me desplomé sobre plumas suaves y aterciopeladas que acariciaban mi ser completo,
cubriendo mis más renovados deseos.
El descanso era seguro, pero la felicidad venidera más prometedora.
¿Acaso sabes dónde te encuentras?
No querido amigo, pero mis miedos no interrumpen la escena.
¿Siquiera abriste tus ojos?
No amigo, quizá si los abro esto termine.
Sólo intenta regocijar tus ojos, yo te prometo no desilucionarte.
Me atreví.
Abrí mis ¿Ojos?
Ya ni sabía, ya ni entendía
¿cuál era mi anatomía?
Delante de mí una mirada, pero automáticamente remontaba a un no se qué del yo que sé, sentido de una sensación familiar, próxima, fuerte y fluida.
El pecho se me ampliaba y dejaba que sus ojos irradiaran el oculto y secreto yo.
Unos bigotes y una barba adornaban su rostro.
Un gorro arrugado-aviejado reposaba sobre sus cejas intensas.
Y todo me devolvía a sus pupilas que me miraban como un niño descubriendo un nuevo mundo. Destellos, destellos…
¿Te arrepientes?
No digo nada.
Aún no había vagado por los alrededores. Árboles altos, verdes, floreados. Tierra y pasto.
Las plumas revoletas y puras.
La luz asomándose y depositándose en la imagen. Parecían cristales desprendidos de una gran bola de vidrio que estalló cuando las dos partes se encontraron. Como un choque de planetas. Venus y Marte reencontrandose después de su vuelta por la órbita del Sol.
Es bello, no?
¿El amor?
El amor, la existencia, el sentirse entero y vagar entre los rayos encontrando rostros brillantes que prometen el universo completo. Que al llorar curan, que al reir salvan. Se crea un cuento dentro de otro cuento y se le reza a la Pachamama para que lo próspero sea constante.
Las pisadas de un gato negro se detuvieron sobre mis pies. Sin subir su cabeza afelinada, ronroneó vibrando el escenario que comprometía dos almas, siendo ésta una canción que imaginaron muchos años atrás.
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