Siempre pensé que un hombre como yo no se enamora. Disfruta de los cuerpos, de los placeres. Fuí un guerrero de fina armadura que no encontraba su camino, hasta que una doncella llegó para entregarme su blanco pañuelo. ¡Cómo no amar esos dulces ohos café! Son ellos donde me refugio cuando el dia me agota y la vida pesa.
Cómo no amar su piel; si me envuelve y me roza con su perfume, su suavidad y su calor.
Su cintura, su pelo, sus labios… Esos labios donde me sumerjo cuando tengo sed, y donde me quemo cuando el deseo me invade.
Si es fuego, ternura y amor a la vez; la bella y la bestia de éste, mi mundo de revés.
Yo no sé a qué estrella le pedi este huracán de pétalos rojos; ese que me mira con sus grandes ojos.
La amo así, tal cual. Con su metro cincuenta y su forma tan loca de actuar.
Tan temperamental, me hace pensar en todo; me lleva al cielo y me hace pecar.
Hizo que me enfrentara con mis peores demonios y con mi cupido interior; asi terminé enviando flores y cargando corazones mientras se ablanda mi dura armazón.
Sólo me derrito frente a tí, sólo me doblego con tu cuerpo. Te agradezco que hayas hecho de este duro guerrero, un amante que no vive sin tus besos.
OPINIONES Y COMENTARIOS