Y había atado sueños de los anhelos aprehendidos con fulgentes cadenas de plata
Más el ave prístina rechaza ceder a engañosas ataduras
Y había tentado capturar el alma caminante con el fluir de sus sentires nacarados
Más el ánima indómita no acuerda ser cazada
Y había procurado con dulces ósculos enjaular la sombra fugitiva del amado
Más aquel, llave anhelada, poseía en su resguardo
Y había, Penélope, hilado espejismos de futuro inmersa en noche perpetua
Más impío cronipio fractura invencible devenires diagramados
Y había nacido al fin la verdad con su valía, y no aguarda fantasmas, ni utópicas mentiras
Ya no hay jaulas doradas, ni muros de fantasía, de paciente letargo despertaría el amor un día.
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