El tren del Tiempo

El tren del Tiempo

Ruben Ielmini

15/11/2020

Estoy en la estación, hay mucha niebla, espero tener un asiento disponible, me acerco a la boletería, miro mi reloj y con sorpresa veo que había desaparecido. Giro y pregunto al pasajero de la fila.

—Disculpe… ¿Qué hora es?

— ¿Hora?… ¿Qué es eso? No sé de qué me está hablando

—La hora señor, la del reloj—

— ¿Reloj?…caballero, los relojes dejaron de funcionar, ¿no se enteró?

La voz del boletero interrumpe el dialogo, es mi turno

—Buen día, quiero un pasaje para el tren del tiempo ¿Viene a horario?

El hombre detrás de la reja, de anchos bigotes y lentes con bastante aumento, va hasta un almanaque, y me contesta

—No señor viene atrasado.

— ¿Y de cuánto es el atraso?

—Treinta años caballero.

—Uh! ¿Y porque tanto?

—Tuvo demoras en estaciones del futuro, la última pasajera llegó tarde y el reglamento del servicio es muy estricto; hay que esperar a sus pasajeros pero ya está solucionado señor, el tren viene en camino, solo que llegará aproximadamente en treinta años, si quiere ir a la sala de espera.

—No gracias, me sentaré en el andén.

—Como guste señor; el siguiente por favor…

Me siento a esperar pensando en esa pasajera, hacer demorar un servicio treinta años; en el andén espera una señora de vestido azul, cabello blanco con rodete en la nuca junto a su hijo, un joven de unos cuarenta años, mirando hacia el lado donde vendría el tren, me levanto y voy hasta el hall; hay varios puestos de venta, entre ellos, una librería, me acerco a un stand de revistas viejas, en una hay un gran titular : «El día que se detuvo el Tiempo», desde ese instante todos los relojes del mundo se habían detenido, solo almanaques con días meses y años eran el tiempo.

Me dirijo al baño, abro el agua de la pequeña pileta, hecho agua en mi cara y el espejo, me devuelve otra imagen, mis canas no estaban, una abundante cabellera castaño oscuro, cubría mi cabeza… ¿Pero qué está pasando?… Salgo rápido del baño, vuelvo a la boletería y la cara del hombre no es la misma, su ancho bigote había desaparecido y sus lentes también. Me acerco a la ventanilla.

—Disculpe, hace un momento pregunté por el tren del tiempo ¿Sigue con demora?

El hombre se acerca a un almanaque, vuelve a la ventanilla.

— ¡Recuperó tiempo, ahora su demora es de cinco años señor!

—Gracias— Falta menos…
vuelvo al andén, se acerca una señora, la misma mujer de vestido azul, pero su cabello era más largo y oscuro.

—Disculpe señor ¿No vio un chico por el andén?

—No señora, ¿Un chico como… de qué edad?

—Quince años, seguro que fue al puesto de revistas del futuro, le encantan ver lo que vendrá— Ese chico era el mismo de cuarenta años que estaba junto a su madre mirando la llegada del tren.

Todo esto me pasó después que me moje la cara -¿Que esta pasando aqui?- Me levanto del banco y voy de nuevo al baño, abro otra vez el grifo , vuelvo a mojarme la cara, y el espejo refleja, lo que tanto había esperado, la figura de un joven de veinticuatro años; era lo convenido.

Camino por el andén, vuelvo a entrar al hall. Desde el kiosco de revistas se escuchaba música, era un tema que fue un hit en los 88…The final Countdown.

— ¡The final Countdown…Europa!— dije en voz alta, el vendedor de revistas me mira sorprendido y asiente con la cabeza

— ¡Si, ese es el tema!

—Entonces, estamos… ¿En mil novecientos ochenta y ocho?

Más sorprendido me miró

—¡Si señor es ese año!.

— ¡Lo logré!, yes!…pasaron los treinta años… ¡Bien ahí!

El vendedor del puesto de revistas me pregunta

—Disculpe ¿se encuentra bien?

— ¡Mejor que nunca amigo…mejor que nunca! un gusto conocerlo; adiós.

El silbato de la locomotora anuncia su arribo, espero en el andén y tal como dijeron en boletería, el tren había recuperado el tiempo; llegó con cinco años de atraso, subí al primer vagón y empecé a busca y nadaa, pasé al siguiente, y tampoco; me quedaba el último vagón, entré con mucho miedo, lo recorrí completo, pero a quien buscaba no encontré.

Resignado al fracaso busco un asiento del lado de la ventanilla, una desilusión me invadió, el tren arranca y mientras toma velocidad, miro esos lugares comunes que quedarían en el pasado, una voz interrumpe mes pensamientos.

— ¡Disculpe señor pero ese asiento está ocupado, estaba yo, pasa que baje a comprar una revista; subí cuando arrancaba el tren.- continuó– y eso sumado a que llegué tarde a la estación, casi lo pierdo, menos mal que me esperaron!

Es ella, la pasajera que había demorado en tren…ahí está, con su cabello rubio  llegando a sus hombros, ojos verdes, cartera negra, y sus juveniles veinte años, la miro atentamente sin darme cuenta de la incómoda situación que le estoy haciendo pasar.

— ¿Porque me mira así? ¿Le pasa algo? ¿Se encuentra bien?

—Si si estoy bien disculpe ya me levanto y me voy a otro lugar.

— ¡No quédese! si quiere se puede sentar en el asiento de al lado, nadie lo ocupa.

—Ah bueno, muchas gracias, no sabía-…se produjo un silencio, es ese momento del que se quiere salir para iniciar un diálogo, ¿y ahora de que hablo? ¿Qué le digo? ya se…

— ¿Es usted estudiante?

—Si estudio profesorado de…

—Filosofía y letras en la Universidad Nacional-interrumpo-

Me mira sorprendida…—Si así es pero… ¿Usted como sabe todo eso?

¿Porque se lo dije?…siempre soy el mismo apurado.

— Lo imaginé, por el…el título de los libros que lleva…Zafé con el argumento; ella nunca imaginaría que lo sabía todo, ni del día que la conocí.

Me voy a presentar soy…

Le doy mi nombre, ella el suyo, una mirada de confianza surgió para continuar una conversación formal, miro su mano izquierda, se asoma un pequeño reloj análogo, miro mi mano izquierda y veo mi reloj igual que los pasajeros la mayoría tiene reloj; el tiempo había dejado de detenerse.

A esa joven la había conocido, en el futuro; treinta años después, pero ya estaba casada; así que, nada podía hacer.

Recordé aquel día en el futuro, año 2018  cuando invoqué a todas las fuerzas del universo rogando que me ayuden; hasta que se presentó el ángel del pasado, con una rara vestimenta blanca tenía en sus manos un maletín, me preguntó porque estaba triste, y en que podía ayudarme, le conté mi historia.

—Se ve que la quieres, nada es imposible, mmm, déjame ver…

Después de pensar y caminar unos pasos se volvió.

— ¡Voy a ayudarte, tienes solamente una oportunidad, tendrás que viajar en el Tren del Tiempo… ¿Te juegas?

— ¡Por supuesto si, seguro!

—Mira que no hay vuelta atrás; si sale mal te quedarás en ese tiempo, te lo pregunto de nuevo… ¿Te la juegas?

— ¡Sí señor, afirmativo!

—De acuerdo…entonces permíteme un momento- abrió el maletín y sacó un libro grande y de su bolsillo interno de ese saco estrafalario extrajo una pluma blanca, y un frasco con tinta, abrió el libro y escribió algo, luego me lo alcanza con la pluma.

— Firma debajo.

— ¿Qué es esto?- veía todos jeroglíficos, no entendía nada.

—Es un acuerdo de partes; tú firmas la conformidad de viajar al pasado; tranquilo que no estás haciendo un pacto con el diablo, ni tampoco soy el doc de Volver al Futuro ¡ja ja ja!- soy un enviado y estoy aquí para ayudarte

Firmé y le devolví el libro.

— Bien ahora solo cierra los ojos y piensa en esa chica, que tanto te gusta…mantente así… ¡Y mucha suerte!

Cerré los ojos, vi la imagen de aquella mujer y algo pasó en ese momento, me invadió un remolino, todo se puso turbio, los colores cambiaron las formas también, entre en una profunda espiral de humo, cuando desperté estaba parado frente a esa estación de tren; el ángel se había ido…así empezó todo.

Año 1988…El tren seguía su marcha y yo conversando con esa estudiante, hasta que la voz del guarda interrumpe

—Disculpe caballero ¿me permite su pasaje?

Se lo entrego, lo marca, cuando me lo devuelve lo retiene un segundo en sus manos, lo miro a la cara a ver porque hacia eso. Me guiña un ojo.

—Gracias caballero, que tenga un buen viaje — pone su mano en mi hombro y me susurra en el oído

—Un buen viaje a la felicidad, ahora todo depende de ti muchacho.

Era el ángel del pasado, vestido de guarda, el pacto se había cumplido.

Fin

Ruben Ielmini

ISBN 978-987-3657-22-1

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