Vaho de muerto

Conversaba con mi madre a cerca de la muerte de su hermano, me preguntaba la razón por la cual la piel de él era oscura, todos sus hermanos son mestizos, la piel es más blanca, mi madre tiene una excelente memoria retrógrada, recuerda acontecimientos de su infancia, hoy rememoró la infancia del Negro.

Ella recordó una de esas historias truculentas que sucedieron en Santana, cerca de la casa de mi abuela habitaba una familia, Don Pacho Weisa y su mujer Vicenta, él era un hombre amable, dicharachero y mujeriego, era negro, acuerpado, solía visitar la casa de mi abuela porque quedaba en el camino a su casa, cantaba coplas mientras montaba su caballo, según mi madre, él y su esposa Vicenta, tuvieron una hija, ella se enamoró perdidamente de CristoCastro, le hurtó un dinero a sus padres, quienes al parecer habían ganado la lotería y se lo entregó a su amante para comprar la Hacienda La Chorrerra, era un hombre perverso, borracho y mujeriego, se la llevó a vivir en la Hacienda que compró, nunca se casó con ella, le daba mala vida, la maltrataba física y psicológicamente, sus padres sufrían de pena moral por el comportamiento de su hija.

En una ocasión unos vecinos salieron de viaje con destino al Departamento del Tolima a un bautizo al que fueron invitados, dejaron solas a su tres hijas mujeres y a un niño al cuidado de la hacienda, nadie los vio durante varios días, de repente don Pacho Wisa pasaba por el lugar y percibió un olor horrible como el que despide el cadáver de un animal muerto y vio muchas moscas, eso le causó impresión, decidió bajarse de su caballo y golpear en la puerta, el olor a carne en descomposición era más intenso y nauseabundo, golpeó sin respuesta y decidió tumbar la puerta cuando se encontró con una imagen apocalíptica, los cadáveres de las tres jóvenes y el niño en estado de descomposición, rodeados de moscas, así que montó su caballo a galope y fue a buscar al ejército, quienes se encargaron del levantamiento de los cadáveres y las honras fúnebres, las jóvenes fueron violadas y asesinadas, nunca supieron quien cometió el delito, no sabían dónde se encontraban sus padres, quienes tiempo después regresaron y se encontraron con la noticia de la tragedia.

Don Pacho Wisa junto con otros pobladores de la región asistieron a las honras fúnebres, allí era la costumbre preparar comida para ofrecer a quienes asistían, a don Pacho le ofrecieron un pernil de pavo y no alcanzó a comerlo, así que se lo empacaron en hojas de plátano para llevar, además le habían ofrecido sobre barriga, pasó por la casa de mi abuela y preguntó por su tocayo, que era el Negro, cada vez que llegaba a su casa, preguntaba por él, el niño gateaba y se acercaba a sus pies como un perrito, le dio el pernil al niño y le pegó el vaho de muerto.

Existe la creencia de que las mujeres embarazadas no deben asistir a velorios o entierros ya que pueden contagiarse del frío que desprende el inerte cuerpo del difunto, si un bebé tiene contacto con una persona que estuvo en un cementerio o en un velorio, se muestran débil enfermizo desde sus primeros meses de vida. Este mito fue propiciado de generación en generación a través de la tradición oral; cuando los consejos carecían de lógica o método científico pero eran bienintencionados, quizás tenían un origen coherente, sin embargo, como un teléfono descompuesto, nadie conocía el verdadero origen o sustento de estas creencias que las personas daban por verdaderas. Se cree que el niño se hiela o seca porque lo cargó alguien que fue a un cementerio o estuvo en contacto con un muerto. Se supone que con dicho acto al bebé le da diarrea y baja progresivamente de peso. Cuentan que la solución es bañar al niño con agua de hierbas para quitarle el hielo. En los Llanos Orientales acostumbran sacrificar una vaca y meter al niño en su vientre para que reciba calor. Si tiene diarrea y baja de peso, es urgente visitar al médico.

Mi abuela materna fue aconsejada por sus vecinos de que llevara al niño a La Pesa, el lugar donde sacrificaban ganado y le permitieran meter al niño en el vientre de una vaca recién sacrificada ya que el niño estaba muy enfermo y no progresaba, había pasado mucho tiempo en esa condición, incluso la tía Ruka que nació después caminó antes que él, después de introducirlo en el vientre de la vaca debía bañar al niño con vino consagrado y así lo hicieron, el niño se salvó, mi madre lloraba diciendo que su hermano había sufrido mucho en su infancia. Sumado a eso, su padrastro vivía celoso, solía ofender a mi abuela diciendo que el Negro no era su hijo sino que era hijo de Pacho Wisa, su tocayo.

Después rememoraba la muerte de la mujer de Pacho Wisa, estaba afectada de una extraña enfermedad que oscureció su rostro, la pandemia de aquella época, en el siglo veinte, van progresando los medios de transporte y los viajes entre poblaciones y, entonces, por ello mismo, las epidemias se expanden más rápido. La Gripa española de 1.918 Hizo estragos en Colombia. Entró por los puertos de Santa Marta y Cartagena, pero, para asombro de todo el país, sus peores estragos los causó en una región insospechada: las montañas de Boyacá, tan lejos del mar.

Una investigación muy cuidadosa del Museo de Historia de la Medicina, de Tunja, estableció que el virus les llegó por el camino que venía de Bogotá. Se demostró, además, que en proporción a su tamaño y su población, fue Boyacá el lugar de Colombia más afectado, ya que murieron 2.800 personas en una región que tenía 58.600 habitantes. Imagínese: el cinco por ciento del total. Los científicos concluyeron que esa tragedia fue posible por los efectos devastadores que causan sobre una gripa el frío y las alturas montañosas de Boyacá, a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar.

Mi madre comentaba que Vicenta, estaba muy enferma, hasta e le había oscurecido el rostro a causa de la peste, ella salió al pueblo a vender la cosecha de café a la Federación y fue al mercado, dejó las mulas cargadas en un punto que le llamaban La Unión, alcanzó a llegar a su casa y murió, tenía un fajo de billetes en la mano.

Mi tío el Negro, probablemente nació a mediados de los 50’s , mi madre dice que hubo una epidemia de Tifoidea, pero he investigado y no hay registros de esa época aunque encontré registros más recientes Durante los meses de noviembre de 1978 a febrero de 1979, de octubre a noviembre de 1980 y de abril a mayo de 1981, se presentaron en Colombia tres brotes epidémicos, conocidos, de fiebre tifoidea: dos en la base militar de Tolemaida (Melgar, Tolima) y uno en el puesto militar de Fortalecillas (Huila). Actualmente, en Colombia esta enfermedad se manifiesta en forma de endemia baja, debido al subregistro por su diagnóstico inadecuado; sin embargo las tasas de incidencia de fiebre tifoidea y paratifoidea en Colombia en los últimos cuatro años han presentado un promedio de 0.21 casos por 100 000 habitantes

La fiebre tifoidea o fiebre entérica es una enfermedad infecciosa producida por Salmonella entérica subgrupo entérica serotipo typhi (bacilo de Eberth) o S. entérica sub. Entérica serotipos paratyphi A, B o C, bacterias del género Salmonella. Enfermedad bacteriana que se transmite por la comida y el agua contaminadas, o el contacto cercano. Se recomienda la aplicación de vacunas en áreas donde la fiebre tifoidea es común.

Los síntomas incluyen fiebre elevada, dolor de cabeza, dolor de vientre, y constipación o diarrea. El tratamiento incluye el uso de antibióticos y la ingesta de líquidos, mi madre comentó que su hermano en su infancia presentaba estos síntomas que atribuyeron al Vaho de muerto, probablemente el pavo estaba contaminado con Salmonella. Mi tío el Negro no creía que estaba afectado de coronavirus, la pandemia del Siglo XXI, temía que si consultaba un médico, diagnosticaran Covid -19 para matarlo, pensé que la vida de mi tío inició y cerró con una epidemia. En Boyacá: Total de casos de Covid asciende al día de hoy 17.735; Personas recuperadas 15.568; Muertes 368.

El hermano de mi madre estaba viviendo en Santana, allí tenía un almacén, su segunda esposa se contagió probablemente en la iglesia donde se congregaba para asistir al culto, mi tío y sus hijas enfermaron, tenían dolor en los huesos, deficiencia en los sentidos del olfato y el gusto, desaliento, gripe, dolor de cabeza, creían que se trataba de un gripe fuerte, en la región muchas personas presentaron éstos síntomas pero se habían recuperado con la medicina tradicional, ellos se trataron con medicamentos naturales, infusiones de hierbas aromáticas y nebulizaciones con vapores de eucaliptus, lograron recuperarse, mi tío seguía enfermo, no mostraba mejoría, en los últimos días no podía respirar, al fin decidieron llevarlo al médico, de su pueblo lo remitieron al Hospital de Moniquirá, allí ya no aguantó más y murió, le diagnosticaron Covid-19. Su cuerpo fue trasladado a la capital del Departamento para cremación, sus hijos debían entregar un cofre para que después les entregaran sus cenizas.

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