En la fauna abisal, donde ni los rayos solares atraviesan, viven hermosas criaturas marinas que agradecen día a día la presencia de la diosa de los océanos. Ella no tiene nombre, y alimenta a cada criatura marina, por muy diminuta y lejana que sea.
Cuando el animal civilizado irrumpe o daña algún ecosistema dentro de su cuerpo marino,la diosa puede ocasionar grandes catástrofes, como tsunamis, maremotos, huracanes, remolinos, entre otros fenómenos que están a su alcance.
La diosa, sabe cuánto ofrecer al ser humano, pero, es más generosa cuando las personas la protegen de la basura o de la caza indiscriminada.
Puedo afirmar aquello, ya que, cuando tenía siete años, caí de un barco en medio del mar, no sabía nadar, y me hundí un par de metros, pero , seres luminosos y etéreos me elevaron hasta la superficie. Después de lo ocurrido, tuve que mentir, dije que sabía flotar, pero en realidad era la diosa de los océanos quien me protegió.
Tuve oculto tal secreto hasta que las placas de la tierra comenzaron a hundirse poco a poco y toda superficie terrestre quedó bajo los océanos, pero ahí estaba ella, modificando nuestros organismos terrícolas en acuáticos para sobrevivir bajo el agua.
Siglos antes no creían en sirenas
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