El poder de la palabra

El poder de la palabra

Aladin Bacharur

22/01/2018

La palabra es una pieza fundamental de la comunicación humana, es base en la formación de las relaciones humanas y es parte esencial para obtener e intercambiar ideas, adquirir conocimientos y en el desarrollo humano.

El poder de las palabras es tan fuerte, que tiene un impacto positivo o negativo tanto del que la recibe como del que la emite. Muchas veces no nos damos cuenta del impacto que estas pueden tener sobre las personas o incluso de aquellas que solo por curiosidad reciben el mensaje, sin que este sea dirigido a ellos.

Sabemos que los pensamientos son energía y que atraen a su igual. También que nuestra mente está pensando todo el tiempo, eso es lo que hace, así como los riñones filtran o el intestino delgado asimila; acción que detona la creación de experiencias. Pero, ¿conoces el poder de la palabra?

El pensamiento va apoyado por la palabra y así como hemos sido programados a pensar mal, hemos aprendido a hablar peor, se nos olvida el poder de la palabra y la usamos sin ninguna conciencia.

La mecánica va: pensamiento, palabra y obra, es decir, a través de la palabra apoyamos lo que pensamos, muchas veces sin saber que nuestro subconsciente no sabe de bromas y que cuando decimos algo lo toma como una verdad absoluta y hace todo lo posible para materializarlo.

Es por esto que debemos estar muy pendientes de lo que decimos. Nuestra palabra es ley, se nos dice: pide y se te dará, y esto es real. Por ejemplo: queremos dinero pero sólo hablamos de pobreza, carencia y de austeridad. Alguien que quiere salud habla de enfermedades, síntomas y achaques. Al pedir amor, hablan de cómo no hay buenas parejas o de lo difícil que es encontrar a alguien que valga la pena.

También, hay dichos muy sabios y otros que no vale la pena repetir como “piensa mal y acertarás”, “a la mujer ni todo el amor ni todo el dinero”, “todos los hombres son iguales”, “las mujeres son unas interesadas”, etc.

Si los pensamientos son energía, el poder de las palabras es aún más grande porque son profecías autoproclamadas. Por eso, hay que aprender a hablar bien y a poner atención en lo que decimos.

  1. Habla en positivo: Se debe poner atención en una mente programada en negativo, ya que la palabra “no” es convertida en el inconsciente por un “sí”, es decir, al expresar “yo ya no me enfermo”, es igual a “yo me enfermo todo el tiempo”. Debemos aprender a poner nuestra atención en lo que sí quiero vivir.
  2. Cuida los tiempos: Nos educaron que lo negativo era para este momento mientras que lo positivo era para el futuro; olvidándonos que el único tiempo real es este instante; por lo tanto, debemos aprender a decretar en el aquí y en el ahora.
  3. Elige para quién es el decreto: El poder de la palabra se extiende con tus semejantes, por eso debes elegir a quién va destinada la afirmación, puede ser para mí, para ti, para un hijo o un amigo. Decretar es el buen decir que es igual a bendecir y si recordamos que lo que doy me es devuelto, multiplicado y que lo que siembro cosecho, el bendecir es una forma de cosechar.

No olvides que debes empezar a poner atención en lo que sí quieres y dejar atrás la energía a lo que no quieres.

Está demostrado que nuestras palabras están estrechamente relacionadas con nuestra actitud, y esta a su vez con nuestras creencias.

La manera en que nos expresamos y como nos comunicamos está afectando a nuestra actitud, de igual forma la actitud que tenemos ante algo origina nuestra manera particular de comunicarnos.

El cuidado en el uso de nuestro lenguaje es una herramienta poderosísima para condicionar nuestros resultados en la vida, de la misma manera que observar como habla una persona, nos está dando muchas pistas sobre su sistema de creencias, muchas veces asentado a nivel subconsciente.

Saber comunicarse correctamente implica aspectos como, hacerse entender, entender a otros, comprender mejor lo que sucede, saber influenciar, crear conexión con tu interlocutor, fomentar el respeto, ganarse la confianza de los demás, etc.

Básicamente, el arte de la comunicación implica dominar tres aspectos: lo que decimos (palabras), como lo decimos (tono, etc.) y como actuamos (expresión corporal y facial).

Si Quieres Algo, Debes Pedirlo

Lo primero que aprendí es que si quieres algo, debes pedirlo. ¿A que suena de evidente? Pues aunque te parezca extraño, muchas veces sucede todo lo contrario.

Nos dedicamos a quejarnos y a decir lo que no queremos, y es entonces cuando nuestro cerebro se enfoca, precisamente en eso (en lo que no queremos) y abandona cualquier opción de centrarse en lo que realmente deseamos, perdiendo así muchos de los recursos que tenemos y podríamos utilizar para alcanzar nuestros deseos. Así de simple.

Neurológicamente, nuestro cerebro tiene unos mecanismos de funcionamiento muy claros, por ejemplo, no entiende los mensajes en negativo.

¿Qué quiero decirte con esto?

Si yo te digo que pienses en una galleta de chocolate, inmediatamente tu cerebro acudirá a los archivos donde tiene guardada su representación de lo que es una galleta de chocolate y la visualizarás.

Pero si te digo que no pienses en una puesta de sol, tu cerebro prescinde del no, y busca es su archivo la representación que tú tienes de lo que es una puesta de sol y eso es precisamente lo que visualizarás.

Ha omitido el no completamente. Se hizo un estudio con niños en un colegio y se vio que sustituir los carteles que indicaban no grites, por otros que decían habla en voz baja, era mucho más efectivo.

Cuando nos expresamos tenemos que poner especial cuidado en hablar en positivo, manifestando lo que realmente queremos y salir de la “actitud de la queja”, si lo que deseamos es que nuestra vida empiece a manifestar unos resultados positivos …. Y tú, ¿cómo te expresas habitualmente?

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