Este es mi último año escolar, el año de la gran liberación, el año en el cual alcanzaré los máximos conocimientos de cultura general que me servirán para enfrentar la vida futura. 11 años, 175 días con 875 horas de mi vida aproximadamente. Todo este tiempo he pertenecido al maravilloso sistema de educación peruano.
Durante mi vida escolar creí que las notas eran un reflejo del conocimiento del estudiante, una forma matemática y muy objetiva de calificar. Sin embargo, este año 2020 al no tener nota alguna en casi todo el año, me he dado cuenta de la patraña en la que he vivido. ¿Cómo es posible calificar el conocimiento de una persona que no ves y no conoces? He notado que lo evaluado no es necesariamente lo que yo sé; incluso muchas veces siento que mi conocimiento es más complejo que el examen o es más complejo de lo que ve el profesor ¿entones que se me está evaluando? ¿mi capacidad o lo que se me obliga a aprender? ¿acaso todos los estudiantes debemos pensar de la misma forma para aprobar? ¿qué sentido tiene saber lo mismo que el resto? ¿qué sentido tiene tener las mismas habilidades que el resto y no desarrollar las habilidades que uno tiene?
Yo siempre he sido considerada como la alumna ideal, la chica respetuosa que sabe hablar muy bien y tiene conocimientos de todas las materias, pero en verdad no siento que mi potencial se haya desarrollado a cabalidad en tantos años de dedicación a memorizar y escuchar a una persona hablando por más de 45 minutos. Antes no tenía problema con la escuela, hasta la aparición de la virtualización escolar, donde me di cuenta que yo me tenía que hacerme cargo de mi educación si quería superarme. Lo hice. Puedo decir que me siento algo orgullosa de que he aprendido con mi esfuerzo y dedicación. Pero me siento abandonada por la escuela que presuntamente era aliada en mi aprendizaje. Me he sentido sola, frustrada, sin motivación y recargada de documentos que completar, y todo para el viernes. No me refiero solo a los profesores. Debo resaltar la maravillosa participación de los verdaderos educadores que he tenido este año y anteriores. Pero en verdad, la escuela este año me ha dado más conflictos que satisfacciones. Este año la fila de documentos con tarea que descargar es increíble, la mayor preocupación del alumno es entregar a tiempo la tarea y ya no tanto entenderla. ¿A dónde nos lleva este círculo de recibir y entregar tarea? ¿Qué estamos construyendo? Siento que profesores y alumnos estamos en la misma cruzada, a ninguno no se nos facilita avanzar. Se sigue enseñando indiscriminadamente como si todos los estudiantes tuviéramos las mismas habilidades, nuestro aprendizaje queda en la teoría, en lo engorroso, en lo que se supone que debemos codificar. ¿Pero qué hago con todo el contenido que he leído? ¿por qué nadie me explica el por qué? Quiero experimentarlo, quiero ver ese conocimiento; por algo fue creado o descubierto. No fue para memorizárselo porque sí. Fue para aplicarlo y para mejorar la sociedad y en base a ello construir más y más. Asimismo, muchos maestros no se sienten libres de enseñar con la metodología que mejor funcionaría para sus estudiantes, muchos se sienten insatisfechos con su trabajo porque enseñan de la misma forma que el resto, porque su trabajo se ha vuelto monótono y por el poco reconocimiento en la sociedad. De hecho, la única diferencia entre un salón actual y uno del siglo antepasado es la presencia de aparatos electrónicos.
Durante mis años escolares he visto a muchos tipos de estudiantes, y me sorprende decir que aquellos que han sido relegados por no “rendir académicamente” con un excelente en el examen, resultan tener más habilidad y más potencial de los que “rinden”. Me recuerda un poco a las grandes mentes que tuvo la humanidad, como Thomas Alva Eddinson, a quien lo expulsaron de su colegio por no tener habilidad suficiente, para que luego se convierta en un gran inventor. Pues resulta que este personaje no encajaba en ese sistema. Ese sistema que nos prepara para su conveniencia. Ese sistema que por años ha robado ilusiones a los estudiantes y los ha encasillado como no capaces de estudiar, o mejor dicho de aprobar.
Por otro lado, he visto estudiantes con 20 en conocimiento y 0 en integridad. El hecho que un estudiante muestre los resultados esperados, no significa que necesariamente lo haya interiorizado y lo haya puesto en práctica. Pero como tiene 20, no importa que vaya por la vida con una personalidad escaza en valores. Pues ese es un problema principal en la escuela, la forma de evaluación o lo que se cree que es aprender. Aprender no es completar un cuestionario a fin de mes, pues los conocimientos no están para completarlos en un papel y no trascender más de ello. Las engorrosas ecuaciones de matemática, los infinitos procesos biológicos, las incomprensibles teorías filosóficas fueron creadas con un fin de mejora y no para quedar plasmadas en un papel con una puntuación que no refleja la capacidad de la persona. Pero para el sistema educativo ese papel define tu rendimiento y si eres competente o no, en vez de tu forma de ver y vivir el mundo con lo aprendido.
Creo que ya es suficiente, debemos hacer cambios radicales en la escuela. La escuela ya no puede ser la misma desde ahora, dejemos de verla como un lugar de competencia, un lugar apto solo para aquellos que tienen altos puntajes. Veamos la escuela como un centro que me permitirá ser una persona íntegra, no solo de conocimiento sino también de ética y moral. Veámosla como el lugar de la futura sociedad, donde todos nos apoyaremos en el proceso de aprendizaje para mejorar la sociedad futura. Debería ser un lugar al que nos guste ir porque se brinda la oportunidad de crecer y mejorar las dimensiones humanas. Desarrollemos metodologías prácticas que me permitan aprender más rápido en lugar de la típica clase que se trata de escuchar al maestro hablar.
Aún hay esperanza, los maestros y alumnos somos protagonistas de este cambio. En nuestras manos está la orientación de cómo queremos que sea la escuela. Que importa si sacaste 20 en el examen, lo que importa es que haces con lo aprendido, en que lo aplicas y como con eso ayudas a los demás. Dejemos de competir entre estudiantes y apoyémonos entre nosotros; promovamos el conocimiento, la cultura y los valores. También queridos maestros, siéntanse en la libertad de enseñar, sean originales y disfruten de su trabajo. La escuela debe evolucionar y nosotros somos quienes debemos lograr que eso pase.
Palabras sinceras de una estudiante
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