Supe ser capitán de mi navío,

navegando en el mar de tu mirada.

El faro de tus ojos me aterraba

en las cálidas noches del estío.

Sentí el escalofriante poderío

de tu mar proceloso en la alborada

guiando a mi destino hacia la nada,

sin poder disponer de mi albedrío.

Siempre mi corazón enamorado

naufragaba en tu mar embravecido,

pendiente de tu numen fugitivo,

perdido en alta mar y desguazado.

Sólo quedan despojos del pasado,

flotando entre las aguas de tu olvido.

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