Poco a poco las ciudades salían de una cuarentena que dejo el coronavirus, un virus que se relataba como un
resfriado simple, que no podía causar gran daño, o eso creí yo. Decidí salir a la calle por la noche, pensé que
no me pasaría nada, ya que toda la gente de mi alrededor había superado el virus, fui por un callejón para
acortar mi camino cuando en eso vi a un señor, temblando e intentando levantarse, como si tuviera un gran dolor, a lo lejos
le pregunte si se encontraba bien, pero el me respondió con un llanto que me congelo la sangre, en eso se
levantó del piso y me miro con algo que ya no era un rostro, ya no tenía forma humana, en eso escucho a mi
alrededor a todas las personas gritando igual que el señor, ahí comprendí que el coronavirus no era algo
simple si no algo terrorífico, que transformo a las personas en monstruos, y yo no era la excepción, sentí en
mi cuerpo correr el virus que se apoderaba de mí, sentí como mi cuerpo se deformaba y perdía el control de
mi ser, no me quedaba nada mas que esperar mi final, mi terrorífico final.
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