– Oye José ¿Crees que se haigan ido? No se oyen fusiles ni caballos.
– Estuvo tupido, yo creo que ésta vez nos salvamos. Está muy callado, aquí no quedó nadie vivo, estamos solo tu y yo, vámonos al campamento.
– ¿De cuál campamento hablas José? Pregunta mientras levanta su arma hacia él.
– José también dirige su fusil contra su compañero y le contesta: No me digas que eres de los que cuidan las haciendas, somos del mismo bando, hasta parecemos primos.
– Creo que aquí va a quedar solo uno José, me caes bien, parecemos primos, pero no peleamos pal mismo lado.
– Mira Chema, aquí hay de dos sopas; o te unes o aquí quedas como tus patrones. Me va a dar pena matarte. Vente con nosotros, la cosa viene buena para todos, mi familia tiene pa comer y aquí seguro ni tortillas daban. Aparte, ya vi que te tiembla la mano para disparar. Baja eso Chema, vamos al campamento.
– Pos que bueno que tu familia tiene que comer, la mía está tendida aquí a la vuelta… Dispara
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