Ni el calor de tus abrazos llegara a mis sombríos de melancolía;
y después de tu partida y bajo el sol de medio día,
yo estaré empezando a recordar los caminos ya olvidados,l
los ricitos recortados; esos que yo debía.
Los aquellos de veinticinco centavos.
Y cada vez que cabeceabas y cada vez que te asomabas a ver si la luz estaba encendida
Las tortillas olvidadas que dejabas con María
Aquellas deudas que con Julia discutías;
bueno, ella era la dueña de la tienda
Y dime al dolernos una herida
No hay quien nos entienda
Pues solo tú y mi infancia se entendían
Me criaste como tu hija como el amor de tu vida
Y al llegar la adolescencia
También llego la armonía de dos hermanas recién nacidas
Que se apoderaron de mi tiempo
Aquel que no contemplo ni porque este lleno de ternura
Yo pienso en recuperarte abuelita cada vez que a mi memoria llega la amargura.
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