Una mañana de domingo

Hay una gran fiesta en mi alma porque siento la grandeza de la vida,
Veo la perfección en mi y en ti, como quiera que seas,
Agradezco mis dientes chuecos y los escasos cabellos, no hay belleza tan abundante,
Todo mi entorno baila conmigo en regocijo de día y de noche.

La vida y la muerte conviven en perfecto engranaje dentro mío,
Puedo morir satisfecho en cualquier momento, estoy listo para volver,
Mientras tanto, me dejo sorprender por el vuelo de una abeja,
Y el contraste verde-azul que tienen el árbol y el cielo.

He dejado la esclavitud de mis pensamientos hirientes; el grillete ha caído,
Soy libre al fin, libre de pretender ser quien no soy,
Me quito el antifaz y me entrego por completo, prisionero del amor,
Pretendo encontrarme contigo, en otra vida quizás.

Puedo sentir millones de elementos vivos frente a mi,
En cada rostro veo un espejo, en el férreo anclaje a éste mundo,
Cada gesto escribe una estrofa casi imperceptible, pero inmortal,
Hoy es un buen momento para celebrar, incasablemente asombrado.