Un Encuentro Fortuito. Masculinidad y Tecnología. Capítulo 7

Un Encuentro Fortuito. Masculinidad y Tecnología. Capítulo 7

Una semana que esperaba pasar sola, triste y con un hueco de ansiedad perforando su estómago, terminó siendo muy productiva para Inés. El lunes trabajó todo el día con sus materias a distancia y el martes decidió ir a jugar golf para levantarse el ánimo. Le asignaron un Caddie que con solo verle la cara aumentó su depresión. Pidió que le mandaran otro. Les explicó que necesitaba relajarse, no estresarse más de lo que venía. Ya en el hoyo dieciséis pidieron el paso a un grupo de señores que venían delante de ellos. Tras saludos muy corteses de su parte e intentos de abordarla con preguntas sobre su juego, los rebasó respondiéndoles amable, pero evasivamente. Se despidió y siguió su juego. Le desearon buen día y una buena ronda de golf. Y sí que sería una de las rondas más productivas de su vida. Terminó la primera ronda en el hoyo dieciocho y luego caminó hacia el hermoso hoyo uno, par cinco con vistas a la Ciudad de México que siempre le había encantado.

Ya en el hoyo 2 y recién habiendo salido con una madera 5, escucha: – ¿Te importa si me uno y juego contigo esta ronda? -Con gusto, le dijo. -El grupo de viejitos con el que venía, al que rebasaste allá atrás terminaron en el dieciocho. Soy Tomás. ¡Vi que juegas muy bien! ¿Juegas sola? – -Generalmente, vengo a jugar los fines de semana con mi esposo y entre semana juego tenis, pero hoy me decidí a venir a relajarme un rato y a que el verdor del campo me animara-.

Del hoyo tres al nueve tuvo una de las mejores conversaciones del año, que además de servirle para entrar a la mente de un hombre maduro, le ayudaron a entender un poco más los motivos de su tragedia.

Tomás el antes entrenador de la selección mexicana de fútbol, un hombre inteligente, de no mal ver, con mucho mundo a cuestas, en sus setentas, pero con una gran jovialidad que lo hacían verse diez años menor y claro bien mujeriego, le describió con palabras sencillas y sin ningún tabú, por qué un hombre era infiel. -Él solo quiere divertirse, quiere salir de la rutina. Él no te va a dejar. ¡Tu deberías hacer lo mismo! ¡Diviértete, conoce gente! – Y hasta le recomendó entrar a la red social de Tinder. – ¡Ya verás, te la vas a pasar muy bien! – Y de paso le tiró la onda bien directo, aunque sin haber conseguido su objetivo. Al final se despidieron, les autografió las gorras a los caddies y le repitió que era muy guapa y que la verdad estaba muy bien para su edad. La ronda de golf de ese día había logrado su objetivo, levantar su autoestima y olvidar sus penas por un buen rato, pero sobre todo había despejado muchas incógnitas que no lograba resolver últimamente. Estaba más cerca de comprenderlo y había logrado ser más indulgente consigo misma, en esa búsqueda de respuestas que le revoloteaban en la mente.

Y lo que, si le quedó muy claro ese día, después de todas las aventuras y amarguras de los últimos meses, es que cuando uno se siente de lo peor, tiene que salir a la calle, buscar interactuar con la gente y dejar que la vida te envíe a esa persona que en el momento justo y preciso te ayudarán a encontrar las respuestas. Que lograrán desenmarañar tu mente, sanar un poquito tu alma y procesar todo en ti de la mejor manera.

Y si, siguió su consejo. Entró a la red social y en menos de dos semanas, cosa increíble, ya había socializado. La gran mayoría de los hombres que encontró estaban ávidos de tener sexo, otros de personalidad tímida se escondían tras el anonimato, otros tantos le hicieron poner sus antenas en alerta máxima. Al final solo fueron conversaciones por chat o por correo electrónico, que le sirvieron para sacar una radiografía de nuestra sociedad mexicana de machos punto com. Pero lo que si sucedió es que, las conversaciones super cachondas y sensuales que tuvo con algunos de ellos, quienes le urgían a verlos en algún sitio, le permitieron aliviar su tristeza y desazón del momento. Por el momento, nunca iría a alguna de esas citas a ciegas. Lo que si había sido interesante fue haber encontrado a un noruego habitante de Inglaterra, con quien intercambió muchos correos en inglés y quien hasta estuvo dispuesto a viajar a México para conocerla, con miras a formalizar una relación.

Impensable todo lo que había sucedido, ¡y en menos de dos semanas! Impresionante lo que logra la tecnología y las redes sociales. Por lo pronto, tal como se lo había sugerido Tomás, el experimento la había divertido mucho y había aligerado su pesar. Pero también había despertado la sensualidad que ya estaba bien dormida en ella. Y en esos cuatro días en que él se había ido a la conferencia con su jefe a Chihuahua, o mejor dicho a visitar a una de sus amigas cariñosas, toda esta transformación en Inés había dado inicio.

A partir de ese momento, Inés estaría siempre muy arregladita, labios pintados, tacones, ropa sexi, cabello de moda, muy perfumada y con una sonrisa que hiciera juego con todo lo anterior. Hasta moduló su tono de voz, le envió mensajitos diariamente por el whats. Todos muy positivos y cariñosos. Promovió las salidas a cenar, al cine, lo esperaba para cenar, aunque llegara después de las diez de la noche. Sexo al menos dos veces a la semana. Y siempre incorporando algún elemento novedoso. No se levantaba de la cama hasta que él lo hacía. Esta estrategia estaba funcionando muy bien. En los restaurantes, cines y centros comerciales siempre se dirigían a Inés como señorita. Toda ella había rejuvenecido con su nueva actitud.

Seguir leyendo: 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS