El tiempo paso y en mi se noto, ya ni siquiera me dignaba en ir a la entrada de la escuela y luego huir para que creyesen que en verdad iba; no, ahora mi día a día era ir de casa hacia el parque donde frecuentaba a mis «amigos» -aunque se de antemano que es algo excesivo puesto que no lo eran-.

Mi casa paso de ser mi hogar a ser solo una cama para evitar dormir en el frio cemento, y aun con eso, a veces a causa de tanto alcohol y otras sustancias me era imposible andar de regreso a casa. Creo que mama me regañaba, aunque ,lo digo honestamente, el estado en que llegaba me impedía ser consciente de toda realidad y por ende de sus regaños.

Tras la practica el alcohol era mi agua ,y para alguien tan ávido de experiencias alienantes, eso era un problema; de ahí pase al cánnabis, nunca solo siempre mezclado con alcohol. Cuando eso dejo de hacerme efecto pase al crack, hasta llegar a la reina, y mi preferida, la heroína.

La calle ,al menos en mi estúpida visión, lo tenia todo; todo lo que implicaba dinero se resolvía poniendo en marcha alguno de nuestros múltiples planes. La calle para mi el paraíso para otros el infierno, me duele que queriendo nacer y morir en la calle, ni una ni otra pude cumplir.

Bajo miles de sustancias era totalmente ajeno a este mundo, sin saber como a veces estaba ya en mi cama e incluso al otro día -un poco menos embrutecido- seguía sin saber el como. Lo curioso no es que me causara intriga el descubrir como llegaba, eso jamás me llamó; lo importante para mi es que esa situación me cautivo de a poco, fomentando que cada vez me preocupase menos, filosofía de vida que me llevo a la muerte.

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