Y tú, ¿Le temes a la soledad?
Existen momentos en la vida en los que debemos estar solos y eso a veces llega a enloquecernos tanto que solemos caer en una depresión profunda o en su defecto sentir nostalgia, ya que vemos a la soledad como algo pernicioso, cuando realmente no es así, hay tantas cosas que podemos hacer cuando estamos solos, sobre todo, reencontrarnos con nosotros mismos.
Necesitamos ver a la soledad como sinónimo de paz y tranquilidad, carecemos tanto de amor propio que nos asusta estar en calma; siempre buscando compañía de cualquier persona que logre llenar ese vacío por un instante, pero cuando se va, sigue ahí la sensación de que algo falta, y esto es porque nada nos va a saciar si no conocemos aquello que nos satisface.
Pero mantengamos el sosiego, la solución lleva tiempo, sin embargo, no es imposible.
“Aprende a amarte, cuidarte, y ser tu prioridad sobre todas las cosas”
Cuando conoces tu valor como persona, tu autoestima y personalidad crece tanto que nadie será capaz de derrumbarla, disfrutaras tanto pasar tiempo contigo misma que sentirás que al día le faltan horas y a los años días, serás tan radiante que tu esplendor llegara a distancias infinitas.
Y es que, para amarse a sí mismo no basta con decirlo, debes demostrarte cada día que eres lo mejor que tienes y tendrás, consentirte momento a momento, disfrutar de un buen café, un desayuno exquisito, ese pastel que tanto has deseado y no sentir culpa por ello, aprender cosas nuevas que te agreguen valor, leer un buen libro, viajar a lugares exuberantes que contribuyan a nutrir el alma y la mente, practicar tu deporte favorito, hacer de 4 paredes tu hogar, darte lo que siempre has soñado, para cuando al fin decidas estar con alguien sea por amor y no por necesidad; porque te sentirás plena, porque tus temores a la soledad se abran desvanecido, porque te amaras tanto que vas a querer compartirlo, vas a desear que el mundo entero sienta tu felicidad, atesoraras cada momento que tengas para ti, darás principio a una vida llena de dichas, y eso querida amiga (o), no tiene comparación.
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