Habitantes de ningún lugar.

Habitantes de ningún lugar.

Augusto del Sol

20/09/2020

Habitante 1

Su rostro destila un brillo

que se opaca cuando las cabezas

se mueven diciendo “¡no!”

Sienta sus pensamientos en la esquina

y apila sus deseos

contando sus monedas.

No oculta su llaga.

El dolor es lo único que le queda;

lo único que lo hace sentir vivo.

Dolor y deseos quebrados.

Y se siguen moviendo negativamente

las cabezas entumecidas.

Sigue sin una comida

o una bebida

para que su llaga se elimine

y camine con un brillo diferente:

con la frente en alto.

Habitante 2

Tiene una choza en su cabello

y se calienta con los escapes

de los automóviles.

Anda con un costal rojo

lleno de cristales

que debe mantener intactos.

(a diferencia de su vida

Hecha pedazos)

Tiene una sonrisa de perlas corruptas

por el mar de despojos de narcotráfico

que lo golpea con olas

hechas pipas de aluminio.

Sus pies, descalzos y heridos

dejan una huella invisible

en el concreto hirviendo.

Huellas que sólo ven ciertos poetas…

Habitante 3

Lleva consigo

un gladio miniatura,

pociones de magia negra

y un profundo vacío metafísico.

Desnuda mujeres

con su imprudente voz

estridente hasta el cansancio

de Apolo.

Escondido en las rotondas urbanas

hace colapsar su logos,

y sale en búsqueda de augurios

en los bolsillos de los demás.

Sale esperando calmar su tedio.

Un día, uno de ellos salió

encontró al poeta

a quien hirió profundamente

al robarse su alma hecha versos

al robarse los versos

que retrataban ese mismo tedio.

Habitante 4

Movimientos difíciles de poetizar:

sus miradas se diluyen en todo.

Sus músculos se mueven

como tentáculos de pulpos

esquizofrénicos.

Sus gestos acentúan desespero.

Todo y nada le sucede:

hurga las canecas buscando bocados trasnochados,

y golpea el inocente recipiente

al no encontrar nada.

Tuerce sus dedos,

acerca la pipa a su boca.

Coge sus cajas

y camina generando en la gentuza

recelo y zozobra

El poeta se pregunta:

¿Qué soñará, que sentirá

ese pasajeros errante?

¿Cómo serán las noches suyas

cuando sólo las esquinas hablan?

Habitante 5

La carita de la nativa

no deja asomar ni un solo indicio

de felicidad

bajo el sol infernal de esta jungla

(ajena a su mística)

Habla con su familia

en un dialecto tan bello

como las más bellas piezas musicales.

Seguramente se quejará del hambre;

de que la luz de noche

no viene de la hoguera familiar;

de la ausencia de colores del asfalto;

del olor a estiércol de pecarí de los ríos.

Seguramente sigue pidiendo la razón

por la cual el abuelo fue muerto

por un hombre con un bastón de fuego,

o siga añorando las fábulas de su tribu

que felizmente contaba el taita

y tanto ponían a volar su imaginación

como una guacamaya color sol.

El poeta inmortaliza sus miradas de desdén

en un país sin memoria y con sangre…

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