Blaze! Capítulo 79

Capítulo 79  Compota.

Quédate aquí, Ileana, espérame –dijo Echleón, dejando a su pequeña discípula en la entrada de un bosque que conducía a una elevada planicie, internándose entre los árboles.

Sí, “Echleón”, me quedaré practicando un poco mi hechizo más poderoso y mortal. ¡Ya lo conocerás algún día! –dijo la niña, con su habitual vigor juvenil, con aire desafiante ante su vetusto maestro.

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Y aquí estoy nuevamente –dijo Blaze, llegando al pasillo de tierra rodeado de árboles, deteniéndose después de recordar la vez que Echleón la trajo a aquel sitio.

Blaze caminó por el sendero entre los árboles, viendo a lo lejos una pequeña casa hecha de madera y paja, acercándose lentamente a su destino. Al arribar al portal de la vivienda no supo cómo anunciar su llegada, dudando entre golpear la puerta o hablar.

Tú, la de la entrada, la puerta está abierta –dijo una desgastada voz femenina desde dentro de la casa—. Entra.

¡Sí! –respondió Blaze con un sobresalto, impresionada con la precisa mención a través de la puerta de madera, abriéndola para ingresar en la vivienda.

La joven entró, siendo recibida por una anciana un poco más baja que ella. La vieja tenía el cabello largo y lleno de canas, amarrado y formando una gruesa trenza que yacía apoyada en su espalda, conservando algunos pelos de color negro. Sus ojos parecían ser verdes, pero se veían opacados, como si la bruma los cubriera. Su abdomen estaba extrañamente abultado, sobresaliendo mucho de su torso.

Sé que me estás mirando, aunque no pueda verte bien, no te has movido ni un ápice desde que entraste –dijo la vieja, continuando con sus quehaceres—. ¿Quién eres y qué deseas?

Blaze venía con toda su malicia a flor de piel para interrogar y acorralar a la anciana, pero se descolocó por la actitud desafiante de la amiga de su traidor maestro, casi quedándose sin palabras.

Yo… soy Blaze, la discípula de Echleón –dijo la muchacha, siendo acorralada por la vieja, reculando ante el avance de esta—. Años atrás…

¡Discípula! Calla y déjame verte más de cerca –dijo la anciana, examinando el rostro de Blaze—. Él ya lo hizo, ¿cómo le hiciste para sobrevivir?

¡¿Qué?! ¡¿Usted supo lo que iba a hacer conmigo?! –exclamó Blaze con rabia, abalanzándose sobre la vieja, casi botándola al piso.

Sí, cuando vinieron juntos años atrás me dijo que esa era su solución para no morir de viejo –dijo la anciana—. Por cierto, me llamo Ashley.

Lo sé, encontré un pergamino donde la menciona, por eso estoy acá –respondió Blaze sin mermar su enojo, agarrando su brazo derecho con la mano contraria, temblando de ira—. Si supo lo que iba a hacer, ¿por qué no lo detuvo cuando le contó su plan?

No te conocí hasta ahora, ¿por qué intervendría en algo que no me incumbe para ayudar a una completa desconocida? –dijo Ashley con total franqueza—. No tenía idea que tipo de magia usó en ti, aunque hubiese querido no podría haberte ayudado, podríamos haber muerto los tres si te “ayudaba”. Además, creo que sabes que me dedico a un tipo específico de magia…

Tiene razón –dijo Blaze, comprendiendo a Ashley, calmándose un poco y redirigiendo su odio a quien realmente intentó acabar con su vida—. Lo sé, se dedica a la magia alquímica, el maldito bastardo de Echleón me lo dijo y también lo menciona en el pergamino.

¡Exacto! –exclamó Ashley, sentándose en una silla, acariciando su abdomen—. Esa fue su solución, no pudo imitar mi método…

¿Sabe por qué quería escapar de la muerte sin importar si provocaba daño a otros? –preguntó Blaze, intentando entender la traición de Echleón—. Eso me podría ayudar a saber dónde hallarlo.

Por supuesto que lo sé, pero no es algo que te diré, a pesar de su mal comportamiento es mi amigo –respondió Ashley—. Deberás buscarlo por tu cuenta y preguntarle directamente, cosa que creo que ya estás haciendo, ¿o no?

Entonces he venido en vano –dijo Blaze con desilusión—. Adiós, Ashley.

No te vayas, puedo enseñarte un poco de magia alquímica como pago por un favor que te pediré más adelante –dijo Ashley, ofreciéndole conocimientos en vez de respuestas—. Te servirá para poder enfrentarlo cuando lo encuentres.

Gracias por el ofrecimiento, pero no solamente me robó casi todo mi cuerpo, también se llevó la gran mayoría de mi energía mágica –comentó Blaze, girándose para abandonar la vivienda, siendo atajada por el brazo derecho por Ashley—. Lo que me quedó no sirve para nada.

¿Quién te dio esto? –preguntó la anciana, reconociendo la extremidad agarrada como algo ajeno a la chica.

Ah, bueno, el brazo es de… era… Es un artefacto, me lo “dio” El Durmiente, que ahora está muerto… –narró Blaze, contándole su historia reciente dentro de la mente del demonio a Ashley, quien la escuchó atentamente por algunos minutos.

Algo puedes hacer con él, entonces, es esperable que no sepas como utilizarlo si sólo te lo entregaron sin explicaciones –declaró Ashley a Blaze, tomándola nuevamente del brazo—. Si aún tienes algo de magia, puedes almacenarla dentro de esto para utilizarla luego, no es parte de ti desde que la convirtieron en un transmutador de energía. No es la forma más rápida, deberás cargarlo después de que se renueve tu cuota energética, pero así podrás cargar con una reserva para utilizar ataques más poderosos.

¡Claro! Como lo que hicimos con la guadaña de Starmancer, que estúpidos somos, no darnos cuenta de esto –dijo Blaze mientras se restregaba la barbilla—. Pero no sé cómo hacerlo, cuando recibí el ataque de mi recuerdo, la energía salió disparada de inmediato.

Yo sé cómo hacerlo, pero tendrás que ayudarme con lo que quiero pedirte si quieres aprender –dijo Ashley, engatusando a la muchacha para que la ayudara.

¿Qué quiere de mí? –preguntó Blaze a la vieja, entrecerrando sus ojos, desconfiando un poco de la amiga de Echleón.

Todo a su tiempo, niña –dijo Ashley, sentándose nuevamente—. Mañana comienzas tu entrenamiento, búscate un lugar acá dentro y acomódate.

Dígame que quiere o me voy ahora mismo –insistió Blaze, con verdaderas intenciones de abandonar el lugar.

¡Dejar un paquete, eso! –exclamó la anciana, tocándose la barriga—. Cuando llegue el momento lo entregarás. Qué poca paciencia…

Blaze accedió a quedarse y ayudar a Ashley a cambio de sus conocimientos. Si bien su pedido sonaba un poco raro, no parecía ser algo peligroso, al menos sabía que podría escabullirse sin ser alcanzada por la lenta vieja. Se acomodó lejos de la cama de la anciana, poniéndose cerca de la puerta, sacándose su armadura y sentándose sobre un montón de ropa gastada y olorosa que luego sería su cama al llegar la noche. Comieron juntas y hablaron de algunos detalles de la magia alquímica y de cómo lograría almacenar su magia en el artefacto, comenzando a cabecear la vieja.

Ya llegó mi hora, quedas a cargo, Blaze –dijo Ashley, metiéndose en su cama y durmiéndose casi de inmediato.

Blaze se quedó despierta, esperando a ver que hacía la vieja, pero después de un rato esta comenzó a roncar. Blaze se durmió minutos después a pesar del ruido, despertando de madrugada, encontrando que la vieja seguía roncando. Se levantó a la cocina para beber agua, botando sin querer un gran cucharón metálico que golpeó el piso y asustó a Ashley, despertándola.

¡¿Qué es lo que pasa?! ¿Quién está ahí? –preguntó Ashley con el corazón acelerado y cuerpo tembloroso.

Soy yo, Blaze –respondió la maga, levantando el cucharón—. Tranquila.

¡Verdad que estás aquí! –exclamó la vieja con alivio, dejándose caer en la cama mientras se tapaba la cara con la sábana—. ¿Ya salió el sol?

Sí, ¿se va a levantar? –preguntó Blaze.

Sí, desayunemos, tienes que aprovechar el poco tiempo que me queda –dijo Ashley, bajándose de la cama para poder comer y comenzar con el entrenamiento de Blaze.

Después de desayunar, las mujeres salieron a recorrer las cercanías de la planicie donde estaba apoyada la vivienda de Ashley, quedando frente a varios árboles frutales.

Mmmm… ¡Manzanas! –exclamó Ashley, apuntando al árbol con su bastón de madera—. Saca todas las que puedas, eres más joven que yo, por favor.

Está bien –dijo Blaze, sacando las frutas más cercanas para su actual altura, apoyándolas en el piso y mirando a Ashley—. ¿Dónde las cargaremos para llevarlas a casa? Son muchas para llevarlas en los brazos sin que se me caigan.

¿Llevarlas? Cómete todas las que puedas mientras hablamos de alquimia, así no regresas con los brazos tan cargados –dijo Ashley, sentándose en el banco que utilizaba para sacar frutas de los árboles, sobándose la espalda—. Repasemos, ¿qué sabes de la alquimia?

Que es un tipo de magia que intenta entender la naturaleza a través de los elementos y… –dijo Blaze mientras mascaba una de las frutas y la vieja comenzaba a caminar lentamente entorno a ella, dibujando con su bastón en la tierra unos símbolos que la joven maga desconocía—. ¿Qué se supone que está haciendo?, ¿qué son esos símbolos?

¿Cómo está la manzana? –preguntó la anciana al finalizar uno de los dibujos, trazando otro más frente a los pies de Blaze—. Sigue comiéndotela y entenderás lo que son, son mis versiones de los típicos símbolos alquímicos, lo que no te asegura que sepas que es lo que hacen.

Claro –dijo Blaze, obedeciendo a Ashley sin oponer resistencia, limpiando la fruta en su ropa para sacarle la tierra.

Después de acabar con quince manzanas, Blaze terminó empalagada por la dulzura de las frutas, con el esófago inundado por el jugo y fibra de las masticadas manzanas que no lograron entrar en su estómago. Diez manzanas se salvaron de ser devoradas.

¡¿Lo sientes?! –preguntó Ashley, poniéndose frente a la joven maga, con senil emoción—. ¡¿Sí?!

¿El vómito? –respondió Blaze, sobándose la garganta y pasando también por sobre el esternón, siendo nuevamente rodeada por Ashley, quedando detrás de ella—. Sólo eso siento…

Niña, te estás demorando mucho –dijo Ashley, golpeando a Blaze en la nuca con el extremo grueso de su bastón, precipitándose la joven al piso mientras perdía su consciencia.

Blaze se fue a negro, regresando a la luz de pronto, encontrando todo lo que podía ver de forma agrandada.

¿Qué es lo que pasa?, ¿qué son estás hojas gigantescas? Siento como si estuviera flotando, no… estoy suspendida en el aire, sujeta por algo desde mi espalda. Qué rico aroma, el viento me balancea a pesar de ser suave y acabo de ver el sol… ¿qué es eso?, ¿qué cubre mis brazos? No veo mis manos, tampoco mis piernas –pensó Blaze, incapaz de articular palabras, siendo mecida por una gentil y fresca brisa antes de caer inconsciente nuevamente.

Blaze despertó otra vez, encontrándose cara a cara con un insecto que volaba en su dirección, gritando al notar que su tamaño se incrementaba mientras se acercaba a ella.

¡Ahhhhhh! Es… es… ¡una abeja gigante! –exclamó Blaze, intentando escapar en vano, sintiendo como el insecto se posaba sobre ella y le causaba cosquillas con sus patas—. ¡No! ¡Jajajajaa! ¡Aleja esa trompa asquerosa! ¡Ayúdenme, me va a chupar toda la sangre!

En ese momento fue que Blaze se percató de lo que estaba pasando, viendo alejarse a la abeja, notando polen sobre sus patas.

¿Qué eran esos granitos? Me siento distinta… ¡Claro! No es una abeja gigante, la pequeña soy yo, yo… –dijo Blaze antes de caer inconsciente nuevamente.

Blaze despertó por última vez, sintiendo como si se hinchara de a poco, rellenándose de agua y de azucares su interior, creciendo con forma de la fruta que atiborró su sistema digestivo rato atrás.

¡Soy una manzana! –exclamó Blaze, volviendo en sí, catapultándose desde el piso como si fuera un pescado saltando fuera del agua—. Soy una manzana…

Está bien, niña. Te estabas demorando demasiado en entrar en éxtasis alquímico, por eso te golpeé –dijo Ashley, invitando a la muchacha a levantarse—. Para poder entender la alquimia, debes comprender la verdadera naturaleza de las cosas, debes transmutarte a ti misma para poder replicar las cosas físicas existentes mediante el uso de los elementos que componen a todo lo que te rodea.

Entonces, ¿soy una manzana? –preguntó Blaze, sobándose la nuca y poniéndose de pie, retornando completamente a la realidad—. ¡Auch! Se le pasó la mano, ya acabamos con el respeto y pasaré a tutearla…

Nunca te dije que no me tutearas. Volvamos a casa para seguir con tu entrenamiento –declaró Ashley, devolviéndose a su hogar seguida de la machucada muchacha.

Las mujeres regresaron a la vivienda, entrando en ella. Blaze se sirvió una jarra con agua mientras que Ashley se acercó a unos jarrones tapados, sacándoles a todos sus correspondientes cubiertas.

Ven, Blaze, pruébalos –dijo Ashley, indicándoles los jarrones a la muchacha—. Dime, ¿cuáles se necesitaría mezclar para poder formar correctamente una manzana?

¿Y cómo voy a saber eso? –preguntó Blaze, casi recibiendo otro bastonazo.

¡Ya fuiste una manzana! Tienes todo lo necesario para saberlo. ¡Pruébalos! –exclamó Ashley, balanceando el bastón en el aire, terminándosele la paciencia.

¿No son tóxicos, cierto? –preguntó Blaze, recibiendo una mirada de reprimenda, metiendo en el primer jarrón uno de sus dedos mojado con su saliva para probar la sustancia—. Este, es necesario.

Blaze probó de todos los jarrones disponibles, eligiendo dieciséis ingredientes, sacando una cucharada de cada uno y poniéndolas sobre el piso como Ashley le indicó.

No hablaremos de proporciones ahora, eso te llevaría años aprenderlo, ahora tengo ingredientes de sobra –dijo Ashley mientras mezclaba las sustancias y posaba sus manos sobre ellas, agarrando el polvo resultante entre sus manos, produciéndose un destello que emergió entre sus dedos. Sus manos comenzaron a separarse, formándose una manzana que creció de forma rápida y desorbitada, dejando completamente de lado la opción de haber sacado una fruta escondida de alguna parte.

¡Increíble! Es del tamaño de un melón –dijo Blaze, agarrando la inmensa manzana entre sus manos, oliéndola y apretándola con sus dedos—. Si no me hubiera comido quince antes, le pegaría un mordisco de seguro.

Eso fue una demostración solamente. Déjala de lado, ahora practicarás como almacenar magia en tu artefacto –dijo la anciana, saliendo de la casa—. ¿Qué esperas? No me arriesgaré a que esa cosa se descontrole y destruya mi casa, sal.

Las mujeres salieron de la casa, alejándose de ella en caso de descontrol, sentándose las dos en el piso.

Ya te lo dije ayer, eso no es un brazo, así que no pienses en eso como tal. Normalmente, como mago, bruja o lo que sea que maneje magia, tu energía mágica está contenida en todo tu cuerpo. Cuando necesitas lanzar algún tipo de ataque, haces que la energía adopte cierta forma, velocidad y otras características, movilizándola para salir de tu cuerpo y que llegue a su objetivo –explicó detalladamente Ashley, algo que Blaze hacía de forma casi automática cuando contaba con todo su poder, aunque no consciente de todos los pasos que eso involucraba—. Lo que harás ahora es mover tu energía desde tu brazo hasta tu artefacto, de forma lenta y segura para que no salga disparada, para luego hacerla subir por el artefacto hasta el punto de unión con tu muñón y así devolverla a tu cuerpo. Tienes que lograr que sea un ciclo, repitiéndolo cuantas veces puedas. Es la primera cosa que debes dominar para lograr guardar magia en ese artefacto. ¡Vamos, comienza!

Blaze tomó la mano de su artefacto con su mano izquierda, entregándole su ínfima cantidad de energía mágica, intentando hacerla subir por el interior de este, fallando en su intento y dejándola escapar por el codo de la extremidad reconvertida.

Perdón –dijo Blaze, acabando con toda su energía mágica disponible, la que se disipó en el aire circundante.

Esto va a ser más largo de lo que pensé –refunfuñó Ashley, apoyando su brazo izquierdo en su rodilla mientras depositaba su rostro sobre la mano de la misma extremidad.

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