«Y me dí cuenta de que si te amé realmente, y no precisamente porque amaba tu rostro, o porque al estar a tu lado las manecillas del reloj avanzaban raudamente, sin importar que realmente son pocas las veces que conversamos, o que al sentir tu cabeza contra mi pecho hiciera explotar mi corazón de mil emociones, ni siquiera porque esperé con ansias un mensaje tuyo, aunque solo hayan pasado unos minutos luego de vernos. Sé que te amé, porque me dolía verte tomado de la mano de alguien más, porque no era yo la razón de esas ojeras en tu rostro, que sin embargo, no deja de opacar tu hermosura, te amé, porque pasé noches enteras preguntándome si era suficiente para ti, si yo te merecia, te amé, porque sabiendo que aunque no era correspondido mi amor hacia tí, me quedé viendo cómo tomabas todos los días una navaja y la lanzabas contra mi corazón, te seguí amando aunque me estuviera ahogando con mi propia sangre.
Y tarde me dí de cuenta de que no me amaba a mi.»
~ Fragmento de Cuando la Cura no es el Tiempo.
Autor(a): Natalia Rolong.
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