Los largos y negros cabellos de Gavriel se alisaban como hilos de seda en cada pasada de las hebras de su cepillo favorito. Era de noche, por supuesto. Con apenas once años, ya le había parecido graciosísimo el dejarse crecer la melena, al menos al nivel de sus hombros, por la simple y nimia razón de que a los vampiros se les ilustra normalmente con el cabello largo y un par de entradas en cada lado. Él no tenía entradas, aún era demasiado joven. Pero sí podía dejarse el cabello largo; así se sentía más elegante, más sutil, como un verdadero aristócrata.
Una risa traviesa le atravesó internamente, cuando de pronto, el grito de su madre llamando su nombre lo obligó a dejar el cepillo sobre el lavabo.
―¡Gavi! ¡Hay una carta para ti! ―exclamó desde el extremo inferior de las escaleras.
A regañadientes salió del baño, apagando la luz antes de cerrar la puerta. Ya le había repetido varias a veces a su madre que no le llamara de esa manera, él prefería algo más acorde a su naturaleza, algo como “El príncipe de las tinieblas”.
Bajó con gracia y con la frente en alto hasta llegar a donde se encontraba su madre de tez perleada y de ojos más oscuros que la noche. Sonreía de oreja a oreja, un gesto que era escaso en el rostro de Gavriel; le extendió una carta envuelta en un papel muy peculiar y con un sello carmesí en el centro. De inmediato el vampiro supuso de qué se trataba, sin embargo, quería asegurarse de ello en la comodidad de su habitación. Tomó el sobre y subió los escalones de dos en dos.
Vamos, Grimshaw, no puede ser tan malo. Sus manos temblaban a la par que su enfebrecido corazón le incitaba a quitar el sello para leer de una vez por todas lo que dictaría su futuro para siempre.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ COLEGIO EREBUS DE MAGIA Y HECHICERÍA
ㅤㅤㅤ Director: Balderik Samael Skender
Querido Gavriel Grimshaw:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Erebus de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 9 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
ㅤㅤㅤ Amadrya Faye
ㅤㅤㅤ Subdirectora
La piel de Gavriel se erizó en un paroxismo interminable y abrumador que no terminaba por regresarle los pies de vuelta a la tierra. Releyó la carta una, dos, tres veces más hasta que sus ojos se cansaron. ¡Esto realmente estaba pasando! Había sido aceptado en el famosísimo Colegio de Magia y Hechicería, aquel donde su padre había estudiado. Los miles de relatos que solía contarle antes de dormir, habían sembrado en él unas bizarras ilusiones por estudiar ahí cuando tuviese la edad necesaria. Y finalmente, lo había conseguido.
―¡Mamá! ¡Papá! ¡Me aceptaron en Erebus!
Sus gritos retumbaban por cada rincón de la residencia Grimshaw. Sin lugar a dudas, ese día era el más feliz de su vida.
Gavriel se aventó de espaldas hacia la cama con los brazos extendidos de lado a lado y con una sonrisa que en estos momentos era imposible borrarse de sus labios. Miró hacia el techo, examinando con detalle las estrellas de pintura fosforescente que respingaban como gotitas de lluvia dentro de su imaginación. Aunque no fe suficiente distracción para que comenzara a preguntarse si el director tenía conocimiento de su naturaleza vampírica. Pero el simple hecho de pensar que pronto estaría recorriendo las calles del Callejón Dorin, lo animaba a deshacerse de cualquier preocupación.
Entonces, sin más ni más, se levantó de la cama de un brinco y abrió el cajón de su ropero para tomar un par de tijeras. Inmutado, caminó hasta el baño donde anteriormente se había estado cepillando el cabello. Separó un lacio mechón de un considerable grosor y lo cortó sin una pizca de arrepentimiento. Poco a poco, como la vieja piel de una serpiente, Gavriel se dispuso a continuar con el resto de su cabello hasta dejarlo en casquete corto.
OPINIONES Y COMENTARIOS