Anda, ve a los brazos de tus amigas, cuéntales tus penas, dile que todo finalmente acabó. Estoy segura que ellas intentarán reconfortar tu vació corazón. Ve y suple tus necesidades, distráete, habla con ellas de cosas de tu interés, ellas si poseen la capacidad de hacerte sentir bien.
Anda a sus brazos, recorre de habitación en habitación; vaga de una a otra. Bésalas como me quisieras besar, abrázalas y acarícialas como solo tu sabes.Ve por ahí dejando en cada sitio tu esencia y mitigando el dolor que en ti causé, porque para eso están, esas, tus «amistades» que con ansias deseaban tu retorno.
Pero aunque ellas puedan hacerlo mejor que yo, que sus cuerpos sean espléndidos como te gustan, y sus caricias sean correctas y mejores, ninguna podrá darte todo el amor, sincero amor, que por ti siento. Ninguna te demostrará admiración a tu ser, a tu esencia, de la forma tan profunda y verdadera como yo lo hice.
Después de eso, te sentirás tan vació como llegaste, porque aunque tu necesidad carnal fue suplida, la espiritual, amor mio, está aquí conmigo. Recoge tus prendas, cúbrete. Invítalas un café, hablen de sus cosas, sigue con ello y finge hasta que finalmente te lo creas y ya no duela. Sé feliz, mi amor.
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