Cuéntame tu vida

Cuéntame tu vida

Omar Sánchez

08/01/2018


«Solo quiero dormir. Entrar en coma estaría bien, o tener amnesia. Lo que sea, solo deshacerme de esto, de estos pensamientos, de las voces en mi cabeza. ¿Acaso él violó mi cabeza también?». – Laurie Halse Anderson

Dime si sonríes. Dime si descansas. Dime si cuando cierras los ojos, no quieres escapar de la oscuridad. Cuéntame sobre la última vez que despertaste abrazando un sueño y no gritando de miedo.

Me ves. Sé que es difícil, que no parezco, que dudas si soy. Pero aun así lo sé, me ves. Nos miramos, te doy la espalda, tú me la das. Volteo, tú volteas. Me voy, desapareces.

Ese día cuando me viste, supe que, a pesar de mi semblante lleno de cansancio, te gusté. Extrañas ese vestido, lo sé. También recuerdo que nos dio un poco de miedo, pero nos sonreímos y una a la otra nos convencimos de que todo iba a estar bien .

¿Has sentido la nada?

Yo no dejo de pensar. Pienso en cómo subí y en cómo antes de seguir, lo examiné. El escenario parecía igual: verde y blanco por fuera, semidestruido por dentro. Parecía tan fácil salir de ahí, la puerta de atrás se abría despreocupada cada que una de nosotras hacía sonar el «bip». Parecían solo bajar, ahora sé que se salvaban.

Nunca quise cerrar mis ojos. Me aferré a no hacerlo mientras mi cabeza tambaleaba de un lado para otro escuchando el ronquido del motor y los lamentos del claxon, pero fue imposible. Las luces de afuera se desdibujaban poco a poco hasta hacerse borrosas, más borrosas, irreales, inexistentes.

El silencio me despertó, seguido de un escalofrío que sigo encontrando infinito. Se empezó a acercar a mí, parece humano, pero cuando lo miré a los ojos, me llené de abandono.

Lo primero que hizo fue tumbarme al suelo, y justo en ese momento sentí que me empezaba a hundir sin que hubiera nada, absolutamente nada de que poder agarrarme.

¿Cómo gritarle que no me estaba gustando ni me iba a gustar? ¿Cómo explicarle que usaba ese vestido por la forma en la que me habías mirado antes de salir y no para darle hambre? Juro que nunca quise eso.

Parece ser humano pero no lo es. Sea lo que sea da igual, ya me rompió, ya no tengo nada, ya entró. Cuanto él más entra, yo más me salgo. De repente me acuerdo de ti y me da miedo que ya no me vayas a reconocer. Pase lo que pase, ya no volveré.

Al fin se quita de mí, se levanta escurriendo blanco. Nuestro vestido azul terminó roto y mis muslos rojos. Después me saca de ahí y me avienta a la tierra, yo me quedo ahí anclada y vaciada. Dicen que es un milagro que siga con vida. Yo al milagro lo sigo esperando y a la vida ya ni siquiera la estoy buscando.

¿Has sentido la nada? Mi respuesta es sí.

El cristal está sucio y deforme pero sé que aún me ves. Yo te veo, mas yo ya no me puedo ver.

Me ves. Tú la del espejo me ves. Dime si estoy viva, si todavía respiro, porque yo ya no lo sé.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS