La calle esta oscura y están aullando los perros.

En la banqueta esta un hombre que fue acuchillado y murió desangrado, los vecinos cuentan que oyeron a dos vagos pelearse por una botella de alcohol de esas baratas que venden donde sea, nadie vio nada, como es costumbre en estos lados la ciudad. Ya pasadas unas horas casi para terminar los trabajos de los policías y retirar el cuerpo, un patrullero llega con el licenciado encargado del turno y le dice que unos vecinos, una colonia más allá, reportaron que un hombre que se metió a unos matorrales cerca de la vía del tren y que no ha salido, lo reportaron porque tienen miedo que sea un ladrón, pero el patrullero en su experiencia cree que podría tener algo que ver con el asesinato. El licenciado da órdenes de dirigirse al lugar a pie, con las linternas apagadas y el mayor silencio, más preocupado por que el hombre, si es un migrante como tantos hay que no conocen la ciudad, vaya correr a la vía del tren y haya otro muerto en una noche, la policía rodea el lote donde están los matorrales, pero solo avanza un flanco para peinar el lote, el predio tiene acceso directo a una fábrica en desuso y justo a espaldas pasan varias vías. El licenciado tiene experiencia en esto, ha estado en el turno nocturno ya muchos años, se mueve con calma y silencio, no hace movimientos bruscos y respira tranquilo, no se agita, cualquier ruido puede sobresaltar los nervios de un hombre ya asustado y el miedo convierte a los hombres en atletas de todo tipo con tal de escapar. Después de un rato se hace obvio el lugar donde se esconde el posible fugitivo, unos arbustos a un lado de la pared de la fábrica, mientras se acercan, un patrullero sin querer hace un ruido al desenfundar su revólver y el hombre que hasta entonces había estado en cuclillas, talvez rogando que no le hayan visto aun o que lo pasaran de largo se levanta y sale despavorido hacia dentro de la fábrica tropezándose y chocando contra todo en la oscuridad, el licenciado empieza a correr detrás de el con la lámpara ya encendida y gritando alto! alto!!- los demás los siguen sin entender que el miedo del licenciado es la vía que hay más allá, después de pasar varios cuartos dejándose llevar por el ruido del posible asesino, ve por fin a lo lejos una luz, una puerta, y se escucha el distintivo clink, clink, de las ruedas de un tren, algo que en su temor el hombre tal vez no alcance a reconocer, de pronto justo delante de él, la figura del hombre se hace ver, lo alcanzo, lo toma del brazo, se frena de golpe y carga su peso hacia atrás y hacia abajo para detener el avance del atemorizado, y justo antes de decir una palabra escucha «Dejalo» una voz gruesa ronca y clara que resuena en el amplio lugar, al tiempo que siente su cuerpo detenerse de repente como si el aire frente a él se hubiera hecho piedra, ve hacia su derecha y en la esquina entre la oscuridad esta una mujer de muy avanzada edad, de pie, totalmente desnuda, ni un segundo pasa y el licenciado está volteando a las cuatro esquinas, esa voz no podía venir de la anciana, hay alguien más en la bóveda; nadie, está vacío, el sospechoso ya reanudó la huida y en la esquina ya no hay nadie, se le eriza la piel de todo en cuerpo pero corre hacia la puerta, ya hay luces afuera y al salir ve a los demás oficiales intentando recuperar su aliento. Le explican cómo pueden que vieron al hombre salir de la fábrica, y tal vez encandilado, se golpeó contra el tren que pasaba y asustado quiso pasar por debajo y no lo logro. Ya después de que el tren paso de largo, se escuchó de nuevo el tranquilo sonido de la noche, de los grillos, del aullar de los perros.

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