Incrédulo y lleno de suciedad, caminó taciturno asfixiado en las ganas de quedarse atrapado en un pasado que jamás fue, algo que seguramente jamás existió y aún hoy no existe, que fue auto creado a partir de imaginarios de perfección que terminaron por agotarse junto a la imaginación desaparecida de aquel ser de luz nunca inventado; exhausto y sólo durante el trayecto, derrumbado, triste, ensimismado y con ritmo engañado pretendiendo encontrar aquella luz tenue que entre ellos brilló, como ave regresando a su nido, cual se encuentra destruido, iba persiguiendo a sus sueños que perdido ahuyentó
Una vez adentro, se dejó llevar por sus delirios y sentado frente a su botella de vino encendió un cigarrillo, no pensó más que en sus pasos, en lo que cada paso significó mientras soñaba despierto atrayendo sus recuerdos; había logrado conseguir lo que deseó, había fingido ser feliz para aprender a serlo y para intentar sentir como era, de donde surgía y entonces, entonces el insignificante e incrédulo hombre se dejó por un segundo escapar de su cuerpo, se escapó por un segundo de sus vacíos para enfrentarse a sí mismo y recordar el porqué de su desgracia, el porqué de ese momento, el porqué de los pasos, los pasos que había dado ese año, esa hora, esa vida, esa última noche, lo habían llevado hasta ahí.
Paso a paso, gota a gota, sol a sol, día a día, noche a noche, lágrima por lágrima, sueño por sueño o por realidad, concluyó y confesó ante la muerte, que lo esperaba inocente y le preguntó: ¿por qué ya no está? ¿Jamás volverá? ; Ésta silenciosa frente a su espalda se plantó, él desesperado hombre, enloquecido y abrumado por sus tormentos al no hallar respuesta del cuello se colgó y en su último suspiro su nombre ausente, pronunció.
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