EL LIBRO.

Yo estaba sentado en una gran librería, y digo que era así no solo por su tamaño sino también por su importancia; leyendo Ficciones de Borges. Sentí que un libro suyo, que estaba en un estante a un costado mío, me impulsaba a que me lo lleve de la tienda; y no pude no hacerlo, era como si una fuerza diabólica hubiese tomado el control de mi voluntad y mi cuerpo. Conseguí salir bastante tranquilo. Todavía a un año de este hecho, no sé cómo lo logre. Ni los de vigilancia, ni los otros empleados sospecharon nunca que me estaba llevando algo del local. Y de milagro tampoco sonó cuando lo atravesé el scanner que suena cuando alguien se lleva un objeto de un local sin pagarlo.

Me fui caminando por Callao, hasta mi casa que quedaba en la esquina de la calle nombrada y Posadas. En el recorrido reflexione sobre lo que había hecho. ¿ Cómo había robado si siempre me habían dicho, que hacer eso estaba mal ? ¡¡¡ Qué vergüenza para mi madre haber visto todo eso desde el cielo. No se lo merecía ¡¡¡¡.

¿ Acaso ese libro me había subyugado por un instante ? ¿ Pero cómo un conjunto de palabras va a dominar mi mente ? Parece algo de una cuenta de ciencia ficción- pensé yo

Llegué a mí casa, coloqué él libro que me había coaccionado a sacarlo de la librería, sobre la mesa de la cocina, para ver si en su interior había algo que explicará lo que acaba de sucederme.

Después, como no había hecho nunca antes en mi vida, llené mi bañadera con cubos de hielo y me metí en ella desnudo, ya que eso me ordeno hacer el libro y no pude desobedecerlo, porque parecía que el llevaba mi cuerpo como empujándolo para buscar los hielos, ponerlos en la bañadera y colocarme a mi dentro. Y cuando estaba en la bañera me dijo el libro con voz fantasmal y de ultratumba (habiendo volado de la mesa de la cocina hasta la bañera dónde estaba yo): “- te ordené que me robarás y me trajeras a tu casa, para poder decirte desde ahora como vas a tener que vivir para seguir existiendo. Y hasta no me digas que de ahora en más, me vas a obedecer, no vas a salir de bañera, y morirás del frío congelante que en ella sentís en este momento.”

  • Está bien te voy a obedecer- le dije yo para no fallecer.

Unos minutos después la fuerza misteriosa del libro me dejo salir de la bañera. Y fue a mi habitación, me puse una rope abrigada, para no enfermarme. Luego llamé a mi mejor amigo, le conté lo que me había ocurrido con el libro. Me respondió que era toda una fantasía que yo me había inventado eso, y que todo se debía a un stress laboral que debía estar sufriendo sin saberlo. Yo le dije que no, que todo lo que me había sucedido fue muy real. Le dije que también había tenido taquicardias por todo esto que me había pasado. No sé cómo todavía, pero lo pude convencer de que todo esto no era un locura y que realmente me había ocurrido lo que le había confesado. Le pregunté entonces si podía llevarlo él mañana a la librería de Callao y Santa Fe, decir que lo había encontrado en la calle y había supuesto que les pertenecía por un sello que tenía en la primera página. Al principio no aceptó. Pero lo pude convencer de lo contrario, diciéndole que no me quería humillar confesando que había robado un libro, sin voluntad, devolviéndolo yo; ya que si me había costado que me crea él toda la historia, menos me creería la librería. Y acepto hacerme la gauchada.

Finis

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