La idea de que con el correr de los días todo pasa, se hace cada vez más compleja
Algunos días pasan más rápidos, otros más lentos, pero en ellos siempre saboreo el sabor amargo, por encima de lo dulce, y esa agria sensación me recorre todo el cuerpo
Hay tragedias que nos marcan, desearíamos no verlas, no escucharlas, no sentirlas, pero eso que negamos sucede, y lo que sucede, existe, es la realidad, y a veces no podemos escoger de qué manera nos afecta, porque los sentimientos nunca se podrán controlar.
Y te invaden los recuerdos, salís a recorrer caminos que solías hacer acompañado, pero miras a tu lado y no hay nadie. No quedan risas, ni palabras, solo la ausencia. Sentís ese vacío, de repente una ráfaga de viento te impacta, te recuerda que estas vivo, que tendrás que juntar tus piezas, volver a armarte como un rompecabezas, aunque eso represente semejante lío.
Piensas en los momentos malos, en eso que tanto te lastimó, pero esbozas una mueca con la boca como queriendo sonreír, disimulando esa tristeza, porque en el fondo los buenos momentos están pesando más. Y gritas hacia tu mundo interior, te consumís por dentro, deseas no sentir, no recordar, pero esas sensaciones son difíciles de olvidar
Sentís la angustia, te aprietas el estómago, queriendo hundir las manos en él para sacarte ese nudo, esa molestia que te invade, como te invade cada pregunta a cada momento, como te invade la culpa, el miedo, y la inseguridad.
Te miras al espejo, mientras secas tus lágrimas, maldecís tu forma de ser, de pensar, de creer. Te hicieron sentir tantas veces el peso del error, que hasta te olvidaste de tus aciertos, de tus virtudes, de tu paciencia, de tus proyectos. Te olvidaste de vos. Y corres por la habitación buscando ese desconocido ser que solías ser. Buscando explicaciones, buscando una salida, un escape de esa tragedia.
Te tirás en la cama, como una especie de rendición, buscas unos brazos, pero solo encontrás a la soledad que te viene a apretar con todas sus fuerzas, sin dejarte escapar.
Reís, lloras, súplicas, recordas y esperas, porque en el fondo seguís esperando. No importa el daño que te hicieron, siempre sanas. Te quitas los puñales, respiras hondo esperando el momento de volver a reconstruirte. Ya lo has hecho antes, lo harás ahora, lo volverás a hacer, una y otra vez, siempre.
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