Así despacito, con calma, sé que falta mas amarillo, azul oscuro y verde pero hagamosle sin prisa, esta vez no tenemos afán, no hay destino a fin de cuentas. Saco un encendedor sin mostrarme pretencioso, con esa libertad de ser con la otra persona igual que cuando estamos solos y nos dirijimos a nosotros mismos, esa oda a la mierda, sobre lo despreciable que hay en nuestra alma,  lo que nos avergüenza, lo que nos pone como habitantes de lujo del mundo indiferentes y dormidos ante el ridículo, aquello humillante que vemos con un desprecio atractivo y aun así podemos hacerlo porque el monologo es para nosotros, y en mi caso porque tambien era para ti. Quizá sobreanalizo mucho, pues lo anterior lo pensé mientras el fuego del encendedor aún iluminaba el sueño de nosotros; mortales pero coquetamente eternos. Mientras los rencores salen espantados por la sobriedad del alma, y por su eyaculacion llena de sal sobre nuestras venas, tambien por nuestros ojos perdidos ante la extrañeza de estar ahí, mirando colores que salian corriendo y respondiendo dudas ancestrales, es que llegamos a encontrarnos, pero bueno tambien podría haber sido simple casualidad, las malditas ideas a veces nos manejan a nosotros y no al revés, como debería ser, pero bueno quizá sobreanalizo mucho pues lo anterior lo discutí conmigo mismo mientras uno de tus labios brincaba tímidamente como niño chiquito huyendo de la madre. Los sonidos nos llevan por esta estrepitosa nave de artilugios dorados y azules, de mantras y comedia, de fuego y de muerte, es la bella obra de arte de los desterrados, los que fuimos obligados a ver hacia el espacio, y a ver entre lineas para reclamar lo que se nos fue hurtado; el derecho que perdimos al nacer y que no sabemos si aún sea recuperable al morir, pero quizá sobreanalizo mucho, acabo de caer en cuenta que lo anterior lo pensé mientras tu cabello tristemente cubría tus pechos. El unico peligro de nuestro sendero de caminos infinitos era perdernos el uno en el otro y entonces perdería el placer de conocerte y de descifrarte, de equivocarme y de fallarte, que me perdonen los sabios orientales si esta vez no apoyo la unidad eterna, solo será esta vez, timidamente pido se me lo permita, aunque quizá sobreanalizo todo pues todo esto, surgió como el agua multicolor surge del arroyo del ruido, mientras tus labios se acercaban arrasadores y decididos, ahora ya lo sé, habían optado por llevarse mi vida, por allá río abajo, y de allá no se vuelve. 

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