La conocí en el segundo campamento de Villanueva, un pueblo precioso en mitad de la sierra y rodeado de bosques. La casa en la que pasamos este campamento tenía un recinto con hierba y en mitad del pueblo había un parque y una piscina.
Allí me enamoré perdidamente de ella.
Sin embargo no me di cuenta a tiempo y dejé pasar un año entero sin estar a su lado. Y en vez de dejar que sucediese algo maravilloso, quise olvidarla para fracasar luego en el intento. Tuve la sensación de haberla perdido para siempre.
Su melena castaña hasta los hombros estaba recogida con una diadema, que a pesar de su color llamativo, combinaba a la perfección con el verde de sus ojos. Su voz, suave y delicada, no dejaba de producirme escalofríos. Su sonrisa me iluminaba al despertar como el sol y así cada día que pasaba del campamento.
Mi intriga por conocerla era cada vez mayor, pero al comprender que era demasiado tímido para hablar con ella, me hizo tener valor para acercarme a ella y conocerla.
..…
Estaba sentada en uno de los dos columpios que había en el parque. Me balanceaba lentamente en el columpio de color rojo cuando a lo lejos vi cómo se acercaba decididamente Will, un chico del campamento, dejando que el viento le agitara su pelo rubio. Sus ojos brillantes despertaron curiosidad en mi interior y al ver su color verde intenso, el corazón me empezó a latir muy rápido.
Cuando se aproximaba, su mirada estaba fija en mí, lo que me hizo sonrojar. Por un instante, sentí que me faltaba el aire. Caminaba sobre la hierba del jardín, húmeda aún por el rocío de la mañana, y se sentó junto a mí, en el otro columpio de color verde. Con tono amable, me saludó con un gesto de la mano y empezamos a hablar. A primera vista, me pareció muy guapo.
Los días fueron transcurriendo y sentía que estábamos muy unidos.
Éramos él y yo.
Éramos Will y Abril.
Poco a poco, conocí a sus amigos, que pasaron a ser también los míos, y él conoció a mis amigas. Juntos todo fue diversión y risas.
Después me presentó a su hermana mayor, una encantadora chica de pelo dorado, que tenía unos ojos grandes y verdes bajo gafas de pasta negra. Nos hicimos amigas al poco de conocernos. Cuando hablaba con ella tenía la sensación de que también estaba con él. Eran tan parecidos…
..…
Llegó el último día del campamento. ¡¿Por qué tan pronto?! – me atormenté.
Ese día llegó sin avisar y ella se marchó sin un adiós, sin un abrazo, sin un nada… Se fue la chica de mis sueños. Me entristeció tanto la despedida, que quise ir corriendo hasta ella y abrazarla, decirla que la esperaba ver pronto, contarle cómo me sentía, cogerla de la mano… Pero al final escondí mis sentimientos y no hice nada de aquello.
No podía estar enfadado o disgustado con ella por no haberse despedido. No tenía motivo alguno para reprochárselo. Desde la distancia, la despedí agitando el brazo.
No la volví a ver en todo el verano.
..…
Fue duro separarme de Will, pero el campamento ya había llegado a su fin. El verano transcurrió y le siguieron el otoño y el invierno. Fue en las vacaciones de Navidad cuando volví a encontrarme con él. Lo vi como triste y cansado. Tenía ojeras y parecía deprimido.
Lo vi tan mal que no se me ocurrió otra cosa que ir a hablar con él, saludarle y preguntarle.
El reencuentro por mi parte fue bonito. Lo había echado mucho de menos. Sus bromas, sus risas, aquella mirada… A él en sí. Pero no parecía que él sintiese lo mismo. Lo veía apagado, oscuro, diferente…
..…
No esperaba verla por allí, en aquel parque, ese sitio tan especial e importante para mí, tanto como ella, Abril.
Ese día había decidido olvidarla ya. Había pasado demasiado tiempo lamentando no haber hecho antes nada por estar con ella. Ahora prefería estar solo. Entonces apareció en el parque y yo la esquivé con frases bruscas y poco amables. Estaba frustrado, y no entendí que Abril quería ayudarme a pasar ese mal rato.
Mi actitud fue demasiado cortante, rechazando su compañía. Ella, por su parte, se giró con los ojos rojos y echó a correr sin decirme o reprocharme nada.
..…
Su extraña reacción me afectó mucho. Nunca pensé que una parte de Will fuera así. Aunque en verdad, él también parecía un poco arrepentido después de soltarme su “déjame en paz”.
Llegó la primavera, celebré mi catorce cumpleaños con mis amigas y sin darme cuenta se acabó el curso. Ya había llegado el verano.
Mis padres me habían vuelto a apuntar a los campamentos de Villanueva. Si Will iba, sería duro verle allí, pero… Aun así quería verlo. Saber por qué hizo lo que hizo y dijo lo que dijo.
..…
Estaba eufórico, feliz, contento… No sabía cómo expresarme. Iba a ver a Abril, iba a poder explicarme y pedirla perdón por lo sucedido en Navidad.
Había decidido sentarme junto a ella en el autobús que iba a Villanueva, pero se me adelantaron. Un chico de ojos marrones canela y pelo largo peinado hacia un lado estaba sentado hablando con ella. Poco después supe que se llamaba Adrián y que era su primera vez en el campamento junto con otras veinte personas más.
Pero no me rendí. Nada más bajar del autocar iría a hablar con ella, lo tenía ya pensado.
..…
Me senté al lado del chico nuevo pues no había otro sitio libre en el autobús y no me importaba conocer a nueva gente.
Se llamaba Adrián. Era muy majo, simpático y amable. Nos hicimos amigos casi al instante y estuvimos hablando todo el trayecto. De hecho, pasé la mayor parte del campamento a su lado: cuando íbamos a la piscina, el día del parque de cuerdas, durante la comida, en las veladas con el grupo, en el equipo de paintball, etc.
Pero detrás de esto había una persona que no me quitaba los ojos de encima. Me perseguían unos ojos verdes, esos preciosos ojos esmeralda a los que tanto quería. Al principio intuí en esa mirada cierto rechazo hacia Adrián, pero poco a poco comprendí que era una mirada de añoranza y tristeza. Y yo me sentí en el centro de ella.
..…
Estaba harto de que todo el rato estuviese el chico al lado suyo. ¡No la dejaba respirar! La había perdido… No sabía qué hacer. La única forma de pillarla sola era… Nunca estaba sola.
..…
Este año en el campamento se habían inventado una votación para saber quién era “El Rey de Villanueva” y “La Reina de Villanueva”. Las votaciones se revelarían el último día del campamento, el día de la fiesta. Y ese día llegó.
La fortuna quiso que yo fuera reina y el rey fuera Adrián. Todo el mundo aplaudía y sonreía a excepción de Will, que ni siquiera miraba… Y cuando dijeron que los reyes tendrían que bailar juntos, ya no supo qué hacer y acabó saliendo del edificio en el que nos alojábamos.
Adrián, por su parte, parecía muy feliz por la elección. Pero yo… Yo no podía, no quería… No bailé ni un instante y hui por la misma puerta que había salido Will.
..…
Estaba enfadado y abatido. No pensé que “los reyes del campamento” tuvieran que bailar. Decidí salir y darme una vuelta para ordenar mis ideas. No pude dejar de pensar en qué hubiera ocurrido si yo me hubiese sentado al lado de Abril en el autobús.
..…
Salí fuera y le busqué en la oscuridad. En poco tiempo, le vi sentado en el columpio, en el mismo que le conocí. Era el momento perfecto, solos, a oscuras y en nuestro sitio favorito.
Me senté en el columpio rojo junto a él, que estaba sentado en el de color verde, con los ojos abiertos como platos. Hubo un silencio bastante incómodo en el que únicamente nos mirábamos. Su mirada era tan intensa, su expresión tan tierna y sincera… ¿Por qué no me había dado cuenta antes?
- Es una pena que se haya acabado – le dije –. Me hubiera gustado pasar más rato contigo – añadí junto con una sonrisa.
- A mí también – respondió tímidamente -. Si quieres podemos quedar otro día y vernos – dijo un poco cortado.
- Me encantaría – supliqué mientras le devolvía la mirada.
“Qué pena que no sepas lo que siento”, pensé.
Dejamos pasar la noche entre gestos llenos de cariño, risas y bromas. Así era como quería mis veranos en Villanueva.
..…
Fue el último día del campamento pero comprendí porqué me dolía verla con otro. Porqué soñaba con ella, porqué todo me recordaba a su sonrisa, porqué me sonrojaba si se fijaba en mí… Me gustaba Abril.
Lo que sentía era muy intenso. Necesitaba decírselo, pero lamentablemente era demasiado tímido. Además, después de ese campamento no sabía qué pensaba ella sobre mí.
..…
Cuando acabó la fiesta, subí a mi habitación y las chicas empezaron a preguntarme por lo sucedido. ¡Había dejado tirado a Adrián!
Les tuve que contar todo y al final lo solté.
- ¡Pero a mí me gusta Will!
Y reaccioné poniéndome roja y tapándome la boca con las dos manos. Todas las chicas me miraron alucinadas.
..…
¿Había oído bien? Hice amago de acercarme al dormitorio de las chicas, cuando la voz de mi querida amiga me acababa de nombrar. No podía creérmelo. ¡Yo a ella también le gustaba!
No sabía qué hacer. Entonces mis piernas reaccionaron a tiempo y pude salir corriendo hacia mi habitación antes de que las chicas pudieran verme.
..…
El campamento terminó y el verano transcurrió con algunos mensajes entre Will y yo. Hacía ya más de un mes que no nos veíamos. Hasta que un día sonó mi teléfono y vi quién me llamaba. ¡Era Will!
Al descolgar noté que estaba nervioso. Parecía que se había quitado la protección que le daban los mensajes y quería hablar algo importante conmigo.
..…
Después de saber lo que me pasaba, no podía pensar en otra cosa más que en ella. Nos mensajeábamos, hablábamos sobre cosas del campamento… Pero esta vez decidí llamarla. La llamada era para pedirla salir. Dar una vuelta juntos, tomar un helado, bajar al río… Pero los dos solos.
..…
Tras oír su propuesta, no pude decirle que no. Tenía la tarde libre y pasado el verano suspirar por él era poco. Avisé a mis padres y quedé con él a media tarde.
Cuando llegué, él ya estaba allí esperándome. Estuvimos hablando hasta que me invitó a tomar un granizado.
..…
Que aceptase fue la bomba pero que la tarde fuese tan bonita fue algo maravilloso.
El sol se colaba entre las hojas de los árboles del río y las flores despuntaban sobre la verde hierba. Una leve brisa cálida revolvió su cabello moreno. Mi corazón no paraba de latir al ver aquella melena tan preciosa.
Nos sentamos bajo un sauce y hablamos entrecortadamente. Sin duda, yo estaba bastante nervioso. Al terminar el granizado nos levantamos para regresar a casa pero cogiéndola delicadamente del brazo nos detuvimos y la miré a los ojos.
- Verás… Puede que para ti esto… Esto no signifique nada, pero… Para mí sí – empecé a decir mientras me sonrojaba -. Tú… Eres lista… Alegre… Simpática… Y guapa, muy guapa – pude ver cómo se sonrojaba y sonreía.
- ..…
- La verdad es que… Me gustas… Desde que te vi supe que eras para mí… Sólo fuiste tú la que… Por eso quería hablar hoy – me dijo Will.
Estaba alucinando. ¡Yo a él también le gustaba! No me lo podía creer y reaccioné abrazándole. Mientras, dulcemente le susurraba al oído.
- Tú también me gustas.
Después de varios segundos fusionados en un abrazo me separé y sin esperarlo me…
..…
¡La besé! ¡Sí, sí, la besé!
Al fin lo hice. Era el momento perfecto y acerqué mis labios a los suyos dejando que se rozaran mientras cerrábamos los ojos. Al principio la cogí un poco desprevenida, pero después me devolvió aquel maravilloso regalo.
Fue todo tan romántico… La brisa moviendo las hojas y el sol cálido de la tarde coloreando cada rama y cada hoja del árbol que se elevaba por encima de nuestras cabezas.
..…
Era lo que se dice “el sitio perfecto, en el momento perfecto”. Se me hizo como un beso de película. Fue mi mejor beso, de hecho fue el primero, pero después de este momento compartimos muchos más. Aunque eso ya es otra historia más larga.
Desde el primer campamento juntos, siempre supe lo que yo sentía, pues sólo él había logrado despertar lo que dormía en mi interior. Sólo él lo había conseguido.
¡Sólo fuiste tú!
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