Despertar, sonreír, cocinar, sonreír, trabajar, sonreír, comer, sonreír y dormir. 

Es un ciclo interesante el que deberíamos vivir todos los seres humanos, pero ¿realmente estaremos algún día lo suficientemente cerca de ello? Dentro del esquema de la vida existen millones de elementos que al final del día lo que hacen es alterar todo ese ciclo.

Nunca se es del todo feliz, en el sentido estricto de la palabra, aunque conforme a las experiencias aprendemos a adaptarnos y llevar adelante muchas situaciones, que en nuestro entorno terminan convirtiéndose, para nosotros, en el verdadero concepto de felicidad, más allá de lo que esto incluya.

Dentro de eso encontramos muchas cosas, pero en particular hoy vengo a referirme a una en concreto. Las personas.

Los seres humanos somos por naturaleza sociables, podemos cada día conocer a un montón de personas nuevas, con elementos en común, o inclusive, con elementos en contra, pero que siempre permitan generar ese vínculo. Ojo, hay que aclarar que no necesariamente ese vinculo debe ser afectivo, ya que el odio, la venganza y la ira -entre otros- son elementos que de alguna u otra forma pueden relacionar a dos individuos. 

Dentro de ello encontramos el amor, ese sentimiento de película de Hollywood, que solamente existe en ese mundo ideal, ya que la realidad es totalmente diferente. Muchas veces nos enamoramos de esa idea que nos venden las series de Netflix sobre dos personas que no tienen nada que ver en la vida y de la nada son el amor eterno, o esas parejas de Instagram que viven una luna de miel constante, ya que sí, las redes sociales solo incrementan esa idea errada de amor que se vive buscando.

No es así, en la vida real hay muchas vertientes. El dolor es un sentimiento innegablemente vinculado al amor, en definitiva no hay amor sin dolor y viceversa. 

Las palabras sobran, pero nunca serán suficientes para describir estos momentos. Imagina hacer tantas cosas por una persona para terminar siendo un juego más, algo con qué divertirse ya que es lo mejor que hay para hacer, jugar con los sentimientos de las personas. Al final del día todo eso tiene una consecuencia, esa persona NO te pidió que hicieras lo que hiciste, lo hiciste porque te nació del alma y no es obligación del otro responder a ello. 

En conclusión de toda esta parafernalia absurda, hay que aprender a vivir con ello y seguir adelante, no se va a acabar el mundo, aunque así parezca. 

Pero sin duda, acá adentro algo se va a acabar, algo va a dejar de ser igual y allí es donde realmente te darás cuenta que ya es tarde. 

20200819.

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