Después del gran pecado original. Llega algo que cambió la historia de la humanidad. Se le llamo, «la gran limpieza». Donde un gran meteorito impactó la tierra, extinguiendo así, a la raza humana. Pero la vida siempre prospera, y más, con un pequeño empujón. Hablo de una presencia divina que intervino en la realización de una nueva raza humana. La raza de los Morales es la perfección hecha hombre. Protegida en su propia región apartada de todo. El Valle, es una sección separada del nuevo mundo, rodeada por enormes placas oscuras, donde existen diferentes reinos e interminables guerras, pero a pesar de haber varios reinos todo el Valle es regido por una palabra, sobre todas las demás, estoy hablando de la palabra de Daios. El Dios que decide lo que está bien y lo que está mal. Pero dejando de lado la presencia divina entre los mortales, existe algo particular en la nueva raza humana, la raza moral, creada con el fin de enmendar los errores causados por la raza humana, a diferencia de los humanos, un moral, es completamente opuesto, desde que nacen, tienen un propósito en la vida… pero ese es cuento para otra historia. Por el momento quiero contarles acerca de un reino en particular, ese es, el reino de la península del norte, donde reside una niña muy especial, estoy hablando de la princesa Karley, a pesar de ser la única hija de la Reina, nunca se sentía sola, siempre alegre y con una sonrisa, no había un día que la pudieras ver de mal humor. Le gustaba mucho leer, nadie como ella para pasar ratos libres en la biblioteca, y ni mencionar sus modales, siempre se portaba de una manera admirable para su edad. A sus 10 años de edad empezó a mostrar interés por las Kanas guerreras, las más aptas en el reino para protegerlo de todo extranjero que quiera invadir sus fronteras, sus movimientos, esa forma de concentrarse, eran majestuosas ante sus ojos. Y eso no era todo, lo que más le encantaba era la forma de diferenciarlas del resto del reino, al igual que ella, ellas tenían el cabello de color blanco, el color de las Kanas.
Nunca tuvo una interacción directa con un hombre sino hasta sus 13 años de edad, cuando tuvo la edad suficiente para aprender de los deberes de una princesa. Los cuales conllevaban saber acerca de todas las costumbres y tradiciones del reino, y sí, los conocía de principio a fin, solo que no había visto aun la tradición más respetada por cada habitante del reino. Estoy hablando del «Rubí de Afrodita», esta tradición se dirigía a la procreación de la nueva generación de guerreras, que consistía en tomar a los esclavos más sanos y fértiles de otros reinos, alimentarlos y cuidarlos durante 30 ciclos continuos (30dias) para después obligarlos a procrear las nuevas generaciones, pero no termina ahí, después de obligar al esclavo a tener relaciones con una habitante del reino, el esclavo era sacrificado en nombre de la Diosa Afrodita, lo que aseguraba que el bebé fuera una niña, las residentes del reino del Norte solo pueden relacionarse una vez en su vida, si el bebé termina siendo varón, la habitante puede tener relaciones una vez más, si el bebé vuelve a salir varón, los dos son asesinados, pero en el debido caso de que sea niña, las dos son tachadas de impuras.
Pero ella nunca había estado en el capitolio, solo sabía que su madre lo había creado y lo que hacían en él, pero nunca había pasado tiempo ahí, era su primera vez, veía las celdas una después de otra. Se esperó a la hora de comer, para ser ella quien los alimentara, en ese entonces era muy amable con todos, le gustaba mucho ayudar a quien lo necesitara. Porción diaria de alimento, filete, ensalada y una «barra» de vino.
«No está nada mal», pensó, pero no había nada que le gustara más que su necesidad por encontrar una respuesta para todo, no había nada que se le escondiera, con excepción de ese día…
A sus 17 años de edad, Karley se encontraba corriendo sobre el muro del reino como todas las tardes, cuando notó algo raro a las afueras del reino. Un chico estaba en serios problemas, estaba siendo asaltado por cuatro bandidos, quería ayudarlo, pero ella ya sabía que estaba prohibido salir del reino sin autorización de la Reina, o sea, su madre. Pero no le importó, lo único que quería era ayudarlo, así que saltó hacia donde estaban ellos y los golpeó con una rama que estaba en el piso, lo utilizó como estoque. Después de que los bandidos huyeran Karley le pregunto al chico sin verlo a los ojos.
— ¿Estás bien? —Preguntó ella con desdén.
—Claro, pero no tenías por qué ayudarme. —Le replicó el muchacho con un tono de vergüenza en su voz.
—Me voy, mi madre debe estar buscándome. —Dijo Karley mientras se daba media vuelta para irse.
—Alto.
— ¿Qué quieres? —Dijo mientras giraba la cabeza para verlo a los ojos.
—No escuché tu nombre.
—Nunca lo dije. —Mencionó Karley con una sonrisa en el rostro. Hizo una pausa, y se dio media vuelta.
—Yo soy… Hizo una breve pausa para luego decir— Me llamo Fernando.
—Karley, nos vemos. —Dijo mientras escalaba por un pilar del muro.
«Así que Fernando», «¿quién era ese niño?», «¿sabrá quién soy yo?», no dejaba de pensar en algo aparentemente sin sentido, y mientras revisaba los libros de la biblioteca, encontró uno en particular que le llamo la atención. «Mi Diario», «¿Que será esto?», pensó, se sentó en el sofá de debajo de las escaleras, se puso cómoda y comenzó a leer…
Mi madre me dio este diario para que anotara en él mis pensamientos diarios, pero yo no lo utilizaré con ese fin, hace un par de días descubrí la verdad sobre mi bisabuela, y las causas de su muerte, y ahora tú también la sabrás, yo soy Perla, princesa del reino de la península Norte, protegido por el gran árbol de Madeleine…
Karley no paraba de moverse de su lugar cuando se dio cuenta de que la que había escrito el diario había sido su madre. Sin pensarlo, se levantó saltando, y se dirigió corriendo hacia el salón principal. Cuando llego, la reina no le dio tiempo para decir una palabra cuándo le grito que se detuviera, Karley sin basilar detuvo su camino, su madre le hizo una señal a la guardia de la puerta para que le quitara el libro.
— ¿Qué crees que haces con ese diario? Sally, llévatelo y destrúyelo, no quiero verlo.
— ¿Pero por qué? —Replico Karley de rodillas. —No puedes hacer eso.
—Soy tu madre, y lo más importante, soy la reina, y debes obedecerme.
—Esto es injusto.
—Sasha, llévala a su cuarto.
—No puedes hacer esto. —Dijo Karley, mientras era prácticamente arrastrada por el salón principal.
—Hay cosas que no siempre es bueno saber. —Dijo la reina mientras la puerta se cerraba, separando a ambas.
Karley no sabía qué hacer, sabía que el diario sería destruido, así que tomó la decisión de escaparse e ir a por el diario. Salió por la ventana de su habitación, corrió por el techo del salón principal, y se dirigió hacia las barracas centrales, entro por la ventana, y buscó el diario por todas partes, cuando escuchó un ruido proveniente de fuera, se escondió bajo una de las camas que se encontraban cerca de la entrada de las barracas. Era Sally y traía el diario entre sus cosas, aun no lo había destruido. Dejo caer sus cosas sobre una cama, y se desplomó en otra, Karley debía aprovechar la oportunidad, lentamente se acercó a sus cosas, y cuando estaba suficientemente cerca, Sally le dijo…
— ¿Qué crees que estás haciendo?
Karley se quedó en silencio mientras Sally continuaba.
—Te hice una pregunta Karley, tú nunca me habías dejado con la palabra en la boca.
— ¿Sabías que estaba aquí? —Pregunto Karley con un tono de angustia y vergüenza.
—No por nada me dicen la mejor Kana del reino.
—Por cierto, ¿Por qué les llaman así?
—Sera mejor que lo descubras por ti misma. —Dijo Sally mientras le daba el diario.
— ¿Estás segura?
—Hay preguntas que no necesitan una respuesta, pero hay otras que sí la necesitan.
—Gracias. —Sin vacilar, Karley tomó el diario, se dio media vuelta y subió por la barraca al techo del salón principal, mientras Sally decía para sí…
—Es mejor que lo sepa ahora y no cometa el mismo error que mi madre. Es por su bien. Vieja amiga…
Ya era muy tarde, por lo que tener una luz encendida levantaría mucha sospecha, y Karley sabía eso, por ello, decidió esconder el diario bajo su cama para leerlo después de comer, su madre creería que está corriendo sobre el muro como todos los días, pero en realidad estaría leyendo el diario.
El día comenzó como siempre, Karley para no levantar sospechas hizo lo que, hacia todos los días, fue al campo de entrenamiento después de desayunar. Nada se veía raro, veía a su madre a la hora de la comida, ninguna dijo una sola palabra, lo cual era muy raro, a pesar de que ambas eran de la realeza, y a la comida asistía una parte del comité de media superior, ambas solían juguetear una con la otra. Había un silencio profundo, sólo se escuchaba el golpear de los utensilios a los platos. La tensión inundaba el lugar.
Al término de la comida, Karley se levantó y fue a su cuarto, tomo el diario y salió por la ventana, bajó por el muro este sobre la cocina, ese era el lugar a donde iba cada vez que quería reflexionar sobre algo, ahí nadie la vería. Se sentó sobre un montículo de hojas, tomo el diario por la portada y justo antes de abrirlo, escuchó unos ruidos extraños detrás de ella, era un muchacho entrenando fuera del muro éste, si es que a eso se le llama entrenar, solo golpeaba un tronco podrido con una rama aún más podrida. Karley no le prestó mucha atención, así que comenzó a leer…
No quiero hacer el cuento demasiado largo, por lo que iré al grano, a los tiempos de mi bisabuela, cuando los hombres formaban parte el poderoso «Reino del Rayo».
Hace tiempo mujeres y hombres vivían en armonía, unos conviviendo con otros, había familias felices, pero esa felicidad pasó a ser efímera. A mi bisabuela le tocó vivir en la época donde la mujer era maltratada, y el hombre gobernaba como un tirano, cuando mi bisabuela tuvo la edad para ser reina, fue obligada a casarse con el príncipe del Reino del Oeste, el nuevo rey era un gran soberano, pero eso no duró mucho, de un día para otro pasó a ser un completo tirano, llegó a tal extremo que traicionó a mi bisabuela con una plebeya, cuando mi bisabuela se enteró de ello, intentó confrontarlo, pero él la mandó a asesinar, cuya plebeya se convirtió en reina y engendró a una hermosa niña. El pueblo, al darse cuenta de lo que había sucedido desterró al rey, y asesinó a esas dos paganas, tiempo después el gran rey tirano se convirtió en el dictador de los guerreros más violentos y fuertes de todo el Vallé hasta el momento, el Rey Bárbaro construyó un camino fuerte y largo que no sería fácil de destruir. El reino logro salir adelante sin reyes durante un tiempo, mientras buscaban a una supuesta hija extraviada, la cual fue encontrada en el reino del sur, mi abuela regreso después de 70 ciclos, un tiempo bastante largo, pero con eso basto para que el pueblo reflexionara acerca del trato a la mujer. Mi abuela Verónica había regresado ya, pero no regreso sola, venia con un rey, un nuevo rey, uno que prometía cambio, y lo cumplió.
Durante el tiempo que estuvo reinando causó graves estragos, después de darle una heredera a la reina, paso a darle herederas a las plebeyas del reino, pero nadie supo la verdad hasta que el rey decidió dejar de sobornar a dichas plebeyas para que no dijeran nada, todas hablaron, pero Verónica no fue igual que mi bisabuela, ella si se defendió, y no solo eso, preparó una ejecución pública. Y ese mismo día se descubrió algo impresionante…
De repente un fuerte grito sonó detrás de ella.
— ¡¿Que está pasando?! —Dijo Karley con un tono bastante molesto.
Era ese niño otra vez, «¿Que cree que está haciendo?», pensó Karley mientras veía al muchacho ser atacado por un «Lirio», una planta carnívora bastante grande, grande, por no decir gigantesca. «Lo va a matar, se lo merece», pensó mientras tomaba su estoque, el cual, llevaba con ella siempre, «¿Pero que estoy haciendo?», desconcertada, escuchó aquel muchacho gritar una y otra vez, «¡¡¡No soy ningún debilucho!!!», cada vez más fuerte.
Ese fue un fuerte golpe a su pecho, que le hizo recordar que la vez pasada ella lo había salvado, y lo hizo ver como un debilucho, pero… Si no lo ayudaba el moriría, y no permitiría eso, sea cual sea el caso, no debía dejarlo morir de esa manera, dudando, Karley saltó sobre un hongo para revotar y caer cerca de la acción. Porque no había nada más molesto para una Kana, que perderse la acción, pero había algo diferente en ella, no era su cabello, su tono era plateado como el del resto de las plebeyas, eran sus ojos, regularmente, una Kana tiene los ojos de color azul, a veces verdes, pero ella tenía los ojos de color café oscuro, algo poco usual, pero nadie le tomaba importancia. Como sea, la pelea no fue demasiado larga, el muchacho y ella pelearon codo a codo contra el lirio, hasta que por fin lograron cortarle su raíz primaria, su principal fuente de alimento y de vida, pero ese no era el final, como medida de precaución, cuando un lirio muere, su tallo se llena de un tipo de sabia, que sirve como fertilizante para toda planta que se encuentre a su alrededor, no obstante es como asido para tejido orgánico, pero Karley no sabía eso, porque ella nunca había enfrentado a una criatura como esa, solo era la segunda vez que salía de los límites del reino, por otro lado, el chico si lo sabía, por lo que tomo a Karley por los hombros y la tiro bajo un troco para protegerla.
Parecía que ya estaban a salvo, pero Fernando no se movía, Karley lo volteo y se dio cuenta de que algo de ácido le había caído en la espalda, preocupada por él, intentaba pensar lo más rápido que pudiera, pero la angustia no la dejaba pensar, de repente escucho unos ruidos provenientes del bosque. Prepara su estoque, lista para atacar, cuando salen tres muchachos aparentemente de caza. Uno delgado con chaqueta café oscura y arco en mano, otro gordo con una camisa azul marino y un hacha en la espalda, y el último tenía una marca particular en el ojo izquierdo y dos fundas de espadas.
—Sabía que con dos espadas tenía más potencia de…
— ¿Quiénes son ustedes? —les preguntó Karley mientras los amenazaba con el estoque.
—Tranquila, solo pasamos por aquí para…
— ¡Fernando! ¿Estás bien? —interrumpió el de chaqueta café oscuro.
— ¿Lo conocen? —pregunto Karley dándose cuenta de su equivocación.
—Venía con nosotros.
—Entonces ayúdenlo. —dijo Karley con temor en los labios.
— ¿Qué los ataco? —preguntó el muchacho con la cicatriz en el ojo mientras los otros desaparecían entre los árboles en el bosque vecino.
—Una especie de planta carnívora.
—Un lirio, le advertimos que no se enfrentara a él solo, es demasiado débil, aún.
— ¿A qué te refieres?
—Te lo contaré de camino.
— ¿De camino a dónde?
—A nuestra aldea, no tienes problemas con eso, ¿cierto? —Dijo el muchacho mientras llegaban los otros dos con una gran hoja donde lo subieron para llevárselo con más cuidado.
Karley no sabía qué hacer, pensaba en los problemas en los que se metería si salía de los límites del reino, pero por alguna razón estaba muy preocupada por ese muchacho, así que fue detrás de ellos, dejando atrás el diario sin darse cuenta. No estaba muy lejos, así que no le preocupaba demasiado el que la descubrieran, porque, ¿Qué dirían si descubrieran que la princesa del reino más estricto, estuviera rompiendo las reglas? Afortunadamente nadie de ahí la conocía. Era como una cazadora más. Libre, y dispuesta a saldar todas sus deudas…
¿Dónde estuviste toda la tarde de ayer? —Dijo la reina, su voz resonaba en todo el salón, —No tienes idea de lo preocupada que estuve, tú eres una princesa y debes comportarte como tal.
—Solo si ese tal no implica ser alguien que no soy.
— ¿Te estás revelando?
—Tal vez, ¿Y eso qué? Daios apoya el medio de mi futuro, ¿No lo entiendes?, yo seré en algún momento una reina superior a ti algún ciclo.
—Si ese ciclo llega, me gustaría documentar tu supremacía.
—Búrlate todo lo que quieras, pero yo no cometeré el mismo error que tú has estado cometiendo todos estos años, solo por traiciones pasadas, que ya no afectan nuestra historia.
— ¿Leíste el diario?
— ¿Qué si lo hice? — Un profundo silencio inundo todo el salón.
—No lo has terminado de leer, ¿Cierto?
—Pues…
Ambas guardaron silencio durante un momento, cuando Sally dio un paso al frente, se puso de rodillas y dijo…
— ¡Mi señora! Creo que ya es momento de que la princesa sepa la verdad.
—Bien. Todas, salgan de aquí. Tengo que tratar unos asuntos importantes con mi hija.
En un momento todas las personas que estaban en la sala desalojaron ordenadamente, Karley se acercó a su madre con algo de inseguridad, la cual no sabía el porqué de ella, ya que no era ella la que tenía que explicar algo importante.
— ¿Recuerdas cuando eras tan solo una chiquilla y te gustaba que te leyera todas las noches antes de dormir? Y luego, aprendiste a leer, y olvidaste a tu madre.
—Nunca te olvide.
—Lo sé. Es solo que…No lo entenderías.
— ¿Qué es lo que no entendería?
— ¿Recuerdas lo que significaba la palabra de Daios”?
—Sí, es lo que rige el comportamiento de todos en el Valle para así lograr un balance fijo de todos sus habitantes, lo que hace que todos se dividan en dos bandos.
— ¿Y recuerdas cuales eran esos bandos?
—Sí, Morales Buenos y Morales Malos. Pero eso que tiene que ver con todo esto, tu sabes que yo tengo muy buena memoria.
—Lo sé, solo quería cerciorarme.
— ¿De qué?
—De que no olvides, lo que estoy por decir…La verdad de porque nosotros, como reino, despreciamos a los varones.
— ¿Qué quieres decir?
—Hace un par de años, mujeres y hombres vivían juntos en una unión libre, pero esa unión era una unión efímera, siempre aparecían razones por las cuales el hombre se iba a la guerra y ya no regresaba, por otro lado, los reyes están absueltos de la palabra del Daios.
—Eso si no lo sabía.
—Es un buen momento para que lo sepas. Pero ese solo es un secreto que esconde este reino, ¿Has escuchado mencionar acerca de la traición del rayo?
—No, nunca oí de ella.
—Eso es lo que marca el camino de este reino, y el Daios lo sabe, por lo que cuando una nueva reina llega al poder, es traicionada por un hombre, y ese hombre es el que dictamina el resto del trayecto de nuestra nación, ¿Entiendes?
Karley no sabía que decir, toda esa información la había recibido de golpe y por sorpresa, lo que significaba que sería traicionada por un hombre tarde o temprano, no podía creer lo que estaba diciendo, pero esas palabras salieron de su propia madre, ¿Qué debía hacer?
—Creo que necesito tiempo para pensar. —Entonces, Karley se dio media vuelta y se fue por la puerta principal, sorprendida, con un sentimiento de inconformidad.
Un rato después, nada parecía lo mismo, todo parecía completamente diferente, cambiado, como si alguien hubiese llegado y se llevara todo lo que la hace ser ella misma, y al mismo tiempo, todo lo demás cambiara a su alrededor. ¿Acaso el romper las reglas hizo enfurecer al Daios? Todo era súper complicado de entender.
Karley estaba sentada en el techo de la biblioteca, tenía el cabello suelto, casi le tapaba completamente los ojos, le gustaba llevarlo así porque decía que le ayudaba a pensar mejor, abrazando sus piernas, con las rodillas casi en su frente dio un largo suspiro, cuando sintió una presencia que la observaba desde atrás, estuvo a punto de soltar un golpe, cuando la presencia empezó a hablar.
— ¿Estás bien? —Era ese muchacho otra vez, esta vez traía una gabardina color verde oscuro, y un arco de tención 2.
— ¿Cómo llegaste hasta aquí? —Pregunto Karley sin apartar su mirada del bosque.
—Te miré desde mi aldea subir a toda prisa hasta este lugar y decidí acompañarte en tu soledad. —Dijo Fernando apuntando hacia su aldea.
— ¿Estas bromeando? —Pregunto Karley apartando parte de su cabello para poder verlo con más claridad.
—No, enserio quiero acompañarte. —dijo el inclinándose para verla a los ojos.
—No, yo digo la persebola que acabas de decir. —Interrumpió ella dándose la vuelta hacia él.
— ¿Persebola?
—Sí, acabas de decir que me acompañarías en mi soledad, lo cual es imposible, ya que cuando me acompañaras dejare de estar sola. —Termino su oración con una sonrisa un tanto burlona.
—Bien. Entonces desde este momento prometo nunca dejarte sola y estar ahí cuando lo necesites. —Dijo el levantándose y poniéndose derecho en señal de seriedad.
—Eso es imposible.
— ¿Por qué?
— ¿Olvidas que reino acabas de invadir? —Pregunto ella con la cara un poco torcida.
—No me importa, de ahora en adelante prometo que estaré ahí para ti, cuando lo necesites y no dejare que no te pase nada, tu vida estará por encima de la mía.
—Espera, ¿Hablas enserio? —Sorprendida, Karley se puso de pie.
—Por sempo. —Dijo Fernando con su mano derecha en su pecho en señal de una promesa.
—Por sempo. —Repitió ella como señal de un pacto sellado y cerrado. («Por Sempo», significa «lo prometo», «Pre Sempo», que significa «una promesa», y «Per Sempo», que significa «lo prometiste», vienen del idioma original del Daios. Cuando dices esta frase, la promesa es tan fuerte que el simple hecho de romperla merece la muerte.)
—Te lo agradezco. —Dijo Karley con una cara de sinceridad.
De repente, un fuerte estruendo sonó en la entrada del reino.
—Alguien intenta entrar por la fuerza.
— ¿Eso qué quiere decir?
—Que estamos bajo ataque.
—Yo voy contigo.
—No. Si vienes conmigo te atacaran. Los hombres no deberían estar libres en este reino.
—Pero prometí que te protegería.
— ¿Quieres protegerme? Sal de mi camino y si sigues vivo para cuando regrese podrás protegerme todo lo que quieras.
Karley se dio media vuelta y se fue. Mientras tanto, Fernando se quedo parado en su lugar, con un sentimiento de impotencia.
Karley llego a la puerta principal y no podía creer lo que estaba viendo, todo un ejército estaba empujando las puertas del reino. Las puertas no resistirían mucho, y si entraban al reino habría una masacre. Volteo detrás suya y vio venir a todas las Kanas del reino que venían para proteger, todas se pusieron en guardia frente a la puerta, mientras Karley observaba sobre el muro. De pronto, una soga atrapo a Karley y la llevó hasta el campo de batalla, capturada no podía ayudar de ninguna forma.
—¡¡¡Perla!!! ¡¡¡Tengo a tu hija!!! ¡¡¡Exijo tu presencia!!! —Gritó el líder del ejército, con la princesa como rehén, tenían la victoria en el bolcillo, habría una masacre, y la princesa Karley se sentía impotente, no había nada que hacer.
Hasta que él llegó. Ni crean que Fernando se quedaría sin hacer nada mientras la persona que prometió proteger estuviera en peligro. Voló, más bien lo lanzaron desde el otro lado del ejército hacia el castillo. En el aire, tomó a Karley, y no la soltó hasta que llegó a la pared del castillo.
— ¿Está bien, princesa? —Dijo Fernando mientras subía la pared con Karley en brazos.
— ¿Lo sabías?
—Siempre lo supe, y ahora, es mi turno de protegerte a ti.
Terminó de decir la oración, y dejó caer a Karley dentro del reino. Ella solo lo miró mientras caía, le dio suficiente tiempo para ver como una soga lo tomaba de la cintura y se lo llevaban.
La atraparon un par de Kanas, y al mismo tiempo de su caída, se escucho una gran explosión fuera del castillo, seguida por un profundo silencio.
—Abran las puertas.
—Pero princesa es muy peligroso…
—¡¡¡No me importa!!!… Solo… Abran las puertas… Por favor.
—¡¡¡Abran las puertas!!! —Grito una de las Kanas.
De pronto, las puertas se abrieron, pero no había nadie, lo único que había fuera, era ceniza, solo ceniza, ni ejército ni nada más.
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