Recuerdo cuanto le gustaban los días de lluvia, ella se posaba en la ventana y se quedaba anonadada viendo como los cristales se empañaban con el vaho que desprendía su mirada.
Luego preparabamos el té, ella siempre tomaba el del envoltorio verde, era su favorito.
Yo mientras me hacía un canuto y le recitaba versos de Walt Whitman al oído.
Esas noches fueron tan bonitas…
Recuerdo como nos daban las tantas,
haciendo tanto el tonto,
que se volvían perfectas.
Yo le hacía cientos de preguntas,
y ella con paciencia y buena letra, sin perder el respeto, hacíame sentir de otro planeta.
Más tarde preparabamos la cena,
mientras la lluvia mojaba el ambiente, cociamos en vino nuestras penas,
y nuestros corazones
hacían el amor en la cocina.
Después ya reposado en su regazo,
me sentía un mecenas, descubriendo Venecia entre sus piernas…
me sentía Perseo, entregando la cabeza de Medusa a su musa, Atenea.
Me notaba tan vivo..
la sentía tan mía,
que fue en aquel instante cuando descubrí lo que significaba la palabra poesía.
-Tuklonium-
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