Me miro al espejo, todo está perfecto. Me desperté temprano, encendí la cafetera y mientras el aroma a café inunda el departamento, me cepillo el cabello y saco las brochas para iniciar con el maquillaje. No me tardo mucho tiempo porque no uso todos los productos de belleza para borrar, modificar o resaltar rasgos en mi cara. Lo más rápido, simple y discreto.
Me pongo mi mejor blusa, me sirvo café en la taza que he designado solo para eso. Me siento esperando a que comience el día. A veces no sé para que me motivo si no tengo nada qué hacer, nada que ganar ni nada que perder.
Estoy en este mundo tan cambiante, tan generoso y escabroso al mismo tiempo. Depende de cómo se mueva la balanza. Estaba leyendo en una plataforma a una persona que comentó «todo se consigue si tienes fe y es tu destino», supongo que la falta de uno te lleva a tu miseria.
Pensé que podría ser una idea muy religiosa o una forma de hablar cuando se quieren dar ánimos y no se sabe cómo. Al final, viene siendo una combinación entre religión y astrología «Si Dios permite que los planetas se alineen».
Así de complicado está mi sentir entre no tener nada que perder y el encierro. Ser positiva todo el tiempo y poner la mejor cara ante lo que no pasa (pensando que puede ser peor) y lo que deseo que pase. Sólo sueño despierta mientras me ocupo de lo que creo que merece atención y cuidado.
Entre mis pensamientos me contengo para no darle paso a los malos pensamientos, a los negativos y dañinos. Es tan fácil poner una idea negativa sobre todo lo que uno piensa, propone, quiere y desea.
Pero, ¿qué creen? Cuando se habla de ello, las lágrimas limpian las penas. La contención fue exhaustiva, se fue tapando la alcantarilla con ramitas, basuras y hojas, posiblemente con algún cadáver, hasta que llegó la lluvia y se desbordó. Nadie pudo cruzar, más basura fue flotando sobre el agua sucia que seguía pasando por mi calle.
Técnicamente, alguien tenía que preguntarme cómo estaba (el vecino consciente que va con su escoba a limpiar la alcantarilla) para que el agua disminuyera su nivel y recobrara claridad. Me quitó la carga y limpió mi alma.
Y así, mis queridos colegas y lectores, es como alguien ayuda a que el río de otro fluya.
OPINIONES Y COMENTARIOS