Los días me siguen pasando por encima, ahora mismo siento como mi cuerpo y mi cabeza están adormecidos, no sé si es por el poco sueño, por los problemas y los pensamientos que transitan en mi mente a diario y que no me dejan en paz, el entorno enrarecido, el exceso de presente, el hambre de futuro, extrañar el pasado, a veces no siento mis extremidades, estoy por pensar que me estoy volviendo insensible a todo, y que poco a poco he perdido la capacidad de sorpresa.

Cuando siento que el adormecimiento se apodera de mi mente y mi cuerpo, necesito algo que me devuelva a la superficie, que me retorne al mundo por loco que éste sea y que me sirva como polo a tierra para desahogar todo el exceso de realidad que me agobia. La sensibilidad regresa poco a poco cuando me acerco a ciertos cuerpos, a ciertos seres, empiezo a sanarme y siento como en principio las heridas que queman, arden y sangran, con el solo contacto de esos seres mágicos y terrenales empiezan a cicatrizar, lo que duele empieza a sanar, un abrazo de ellos es capaz de recargarme de vida y de esperanza, un beso suyo es capaz de hacerme creer que no obstante mi inexplicable mala suerte y tendencia al fracaso, puedo ser lo que quiera ser y que aún hay mucho por caminar.

Aun a veces mi cuerpo se siente adormecido, pero los seres que me curan yacen en casa, en la que nací y crecí, en la que me resguardé cada vez que la vida me dió una paliza y me restregó un fracaso, allí me recargo de vida, me recupero y salgo a por un round más, aun no suena la campana y sé que así no tenga oportunidad de ganar esta pelea, ellos están en la esquina mía, limpiándome la sangre y llenándome de ánimo para continuar, así termine hecho polvo ellos se encargarán de recogerme del piso, de curarme de los golpes y prepararme para una pelea más.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS