Yo Existo

Yo Existo

Carmen

30/06/2020

Reunión familiar

Silencio. La puerta de la habitación está cerrada. Entra una luz débil por la ventana. En una esquina de la habitación sentado con los pies encogidos esta Carlos mirando la esquina de la pared. «No es una simple esquina, hay una tela de araña que hace dibujos en la pared. Además, varía su grosor, dando otras perspectivas sobre la pared. La pared no es del todo recta. ¡Qué va! tiene unas pequeñas curvas. Grueso en unos lados, delgados en otros. La luz que entra en la habitación hace que en la esquina jueguen las sombras, formando; caras, cuerpos, orejas de animales. Muchas cosas. Cambia la iluminación y aparecen de nuevo otras imágenes.»

— Carlos, ¿qué haces aquí solito? — dijo su madre al entrar en la habitación, y ver al niño en la esquina—. Ven a jugar con tus primos, ¿no los oyes? quieren jugar contigo, vamos.

En el patio se escucha a sus primos jugando. Su madre lo intenta levantar del suelo, pero él se resiste. Su madre se resigna. Se sienta con él. Sigue la mirada de Carlos, y no ve nada.

—¿Por qué no sales al patio a jugar? — dijo su madre muy bajito.

— Hacen mucho ruido. Yo estoy bien aquí mama, de verdad.

— Me entristece verte solo aquí ¿Quieres irte a casa?

— No… Mama vete a divertirte, yo estoy bien.

La madre no puede evitar sentir una profunda tristeza. No entiende a Carlos. Es distinto, no quiere que sufra, que este solo, no lo soporta. Se seca unas lágrimas, que se empeñaban en salir de sus ojos. Suspiró. No sabía qué hacer. 

Carlos la miró de reojo. Se levantó del suelo y miró fijamente a su madre. Sin ningun cambio en la expresión de su cara le dijo.

— Vamos al patio. Pero… no aguantaré mucho, con tanto ruido.

— Vamos, cariño—. La madre se levantó rápido. Quería abrazarlo y besarle, pero temía su rechazo, así que le dedicó una sonrisa—. No te preocupes. Nos vamos cuando tú me digas ¿Vale?

Carlos salió al patio. Había mucha luz, sus primos lo llamaron, él fue y se quedó cerca de ellos un rato, luego se alejó un poco. Hacían ruido. «No sé por qué tienen que gritar, si se les oye bien. Corren detrás de un balón, y cuando lo tienen, lo vuelven a tirar ¿Para que corren? Mi prima de seis años, se acerca a mí y me abraza, ¿está loca? no lo soporto. Voy a sentarme en un banco solo. Voy a coger un juguete, así me dejarán en paz un rato. No entiendo estas reuniones. prefiero estar en mi cuarto.» 


El Examen

En la cocina sentados a la mesa almorzando, están Carlos y su madre. Ella intenta sacarle conversación, pero el niño utiliza respuestas cortas, o un simple sonido.

— ¿Como te va en clase? ¿tienes algún amigo?

— No tengo amigos… Todos mienten. Dicen una cosa y luego dicen lo contrario. Luego yo soy el chivato o soy el mentiroso.

— Hable con la maestra de Naturales. Estaba muy enfadada—. Su madre mira a Carlos a ver si él le cuenta lo que ocurrió, pero no reacciona. — Me dijo que no escribiste nada en el examen que puso el miércoles, y no entiende nada.

Carlos no responde. Sigue comiendo. La madre espera a ver si le cuenta lo sucedido.

— Se me acabó el bolígrafo azul.

— ¿De verdad? ¿esa es tu excusa? Me dijo que te sabías todas las preguntas. que te sorprendió medio dormido en clase y te pregunto lo que había explicado y no solo le contestaste correctamente, sino que la corregiste. Por ese motivo estaba más cabreada.

— Se me acabó el bolígrafo azul.

— ¿Por qué no le pediste uno al compañero o, a la profesora?

— Dijo que no habláramos.

— ¿No tenías otro bolígrafo en el estuche?

— Si, de otros colores.

— Y… ¿por qué no usaste uno cualquiera?

— Ella dijo que tenía que ser azul.

— Y ¿qué hiciste mientras hacían el examen?

— Escribir las respuestas en el examen.

— ¿Con qué?

— Con mi bolígrafo azul.

— El bolígrafo sin tinta.

— Si

La madre se quedó sin palabras. Acabaron de comer, Carlos se fue a su cuarto. La madre fue al colegio al día siguiente y le explicó a la maestra lo que dijo Carlos. La profesora cogió de la mesa el tocho de exámenes. Buscó el de Carlos, a simple vista no había nada escrito, pero cuando miraron más a fondo, vieron como, bajo cada pregunta, había marcas de escritura. La profesora propuso repetirle el examen al día siguiente, por supuesto, con un bolígrafo con tinta azul y uno de repuesto por si acaso. 

El psicólogo

«Quiero estar solo. Mi madre se empeña en querer salir, al parque, a las colchonetas, a la playa. ¡Ya salgo a la escuela! «no tengo amigos» ¡No quiero tener amigos! son una lata. Hablan mucho. Mienten. «No quiero jugar con mis primos» Son ruidosos. Quiero estar solo. No quiero que me toquen. Odio los besos. Odio los abrazos. Quiero estar en mi cuarto. Solo.»

— Vamos a ir a un psicólogo privado. Los del seguro tardan mucho en verte. Luego los cambian y nunca tienes al mismo. Necesito ayuda. No sé qué hacer para ayudarte— dijo la madre a Carlos. Tenía doce años.

— A mí me da igual.

El psicólogo le hizo varias pruebas. Tuvo sesiones con la madre y con el hijo. Le mandaba tareas a cada uno. Cuando ya llevaban tres meses así la madre no pudo más.

— No puedo más. Es como empujar continuamente un armario gigante y lleno. Obligo a Carlos a hacer sus tareas. Solo ordeno. Noto que se aísla más del mundo. Antes hablaba más, al menos conmigo. Ahora está más solo que nunca. No puedo seguir así— dijo la madre mientras lloraba desconsolada en la consulta del psicólogo. — Lo hecho de casa. Le cierro la puerta para que juegue con sus primos en la calle. Se sienta en el descansillo y espera a que pase la hora, para volver a entrar. Es horrible.

— Y Carlos ¿se rebela? ¿qué le dice Carlos?

— No se enfada. No discute. No pelea. Me dice que le da igual. Y hace lo que le ordeno. Tarda, pero lo hace. Noto que se está aislando. Solo. Yo sé que es diferente. Pero quiero ser parte de él. No puedo seguir así —. No puede dejar de llorar.

— No te preocupes. Le haré un informe, las pautas que creo que ayudarán y suerte.

En el informe del Psicólogo se puede ver que, en la prueba, Carlos salió como superdotado, pero con una habilidad por debajo de lo normal. El psicólogo dijo que el problema que él veía en Carlos, era que el niño estaba muy apegado a su madre. Les mandó tareas a los dos y concluyó su trabajo.

Seis años después, a través de una psicóloga de la seguridad social, se descubrió que Carlos tiene Asperger. Fue valorado con una discapacidad del 65%.

El profesor de francés

Carlos está en el Instituto, pasó el primer trimestre, llegó la hora de recoger las notas. El profesor le dice que es una clase muy mala, chicos y chicas conflictivos, han estado con el psicólogo casi mes y medio.

— ¿Como dice usted? ¿que a Carlos lo ha visto un psicólogo sin mi permiso?  — dijo la madre un poco asustada.

— Perdone. No… Carlos no fue a esas charlas con el psicólogo, el no tuvo nada que ver con el problema. Los alumnos maltrataron a un profesor, pero él está fuera de todo eso. La verdad que le tocó una clase llena de gamberros.

La madre de Carlos se quedó preocupada ¿Por qué no me contó nada? Cuando tuvo la ocasión le preguntó a Carlos que ocurrió en clase.

— Nada

— Por favor…, me dice el tutor, que todos tus compañeros son unos gamberros ¿eso es verdad?

— ¡Eso no es verdad! El profesor de francés venía a clase, ni saludaba. Se ponía a escribir en la pizarra los ejercicios. Luego se sentaba, cogía el móvil y no decía nada. Si alguien preguntaba, le decía que lo buscara en el libro, sin levantar la cabeza del móvil. Todo explotó, cuando una de las chicas le dijo, si de esa forma se ganaba el sueldo. La insultó, los compañeros empezaron a defenderla y el profesor de francés nos insultó a todos. A partir de ese día, desde que entraba el profesor de francés a clase, hasta que se iba, le tiraban bolas de papel y lo insultaban. Ya no viene.

— Y ¿por qué tu no participaste?

— Yo solo observo. Cuando el director vino a echarnos la bronca. Todos se quedaron callados. Yo me levante. Aunque estaba nervioso, hablé delante de todos y conté lo mismo que a ti. Luego todos me dieron la razón.

— Bueno parece que el gamberro es el profesor de francés. Fuiste muy valiente.

Carlos no respondió, se fue a su cuarto. La madre quería hablar más, que le contara como se sintió, que le dijo el director, sus compañeros. Pero eso era impensable. Ya Carlos había hablado.

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