Tú me dabas un cariño sin sentido,
yo te daba un amor ardiente y pleno;
y en tus ojos, verde mar, siempre serenos
creí hallar el camino presentido.
Y te dí este amor tan desmedido,
en el cual tú destilabas tu veneno
cual si el odio que encerrabas en tu seno
lo lanzaras contra el marco del olvido.
Y ahora vienes a mi, triste y llorosa,
las pestañas mojadas por el llanto
y en tus ojos un hondo desencanto.
Y bajando la mirada pudorosa,
al mirarte, arrepentida y cariñosa,
nuevamente me entrego a tus encantos.
Claude 21/06/54
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