Sistrel (en proceso)

Sistrel (en proceso)

Asterbo Pranomio

09/03/2019

Capítulo 1

Jaiko estaba recostado a la sombra de un árbol, sumido completamente en sus pensamientos, mientras Flavela acicalaba sus alas a un lado de él, ese momento era perfecto y ambos deseaban que continuara así durante una eternidad, la paz que había resultaba reconfortante para ambos.

Mientras más pasaba el tiempo y la luz del sol se ocultaba, se hacía más lejana la tranquilidad que tanto les gustaba, ella con sus dos metros setenta, cabello plata corto, ojos azules, un rostro que parecería de un ángel y sus alas de escamas blancas cubriendo casi todo su cuerpo, él con sus dos metros sesenta, sin cabello, pero una barba de candado pronunciada, ojos rojos y una mirada penetrante que parecía derretir el alma de cualquiera y con sus alas de escamas negras extendidas cual largas son, doblando incluso su estatura.

El tiempo parecía detenerse mientras estaban uno a lado del otro, sin hablar, sin mirarse, solo estando ahí, el momento era simplemente perfecto con la luz del sol atenuándose en un bello atardecer, la briza del mar daba al ambiente un significado diferente, libertad, dijeron ambos al unísono, tan bajo y tan tenue que pareció un murmullo combinado con un gran suspiro.

El mundo era pequeño en comparación con ellos dos, atrapados en cuerpos que no eran suyos, pero que cada vez eran mas comunes y cómodos, unidos por un cruel destino y separados por tontas decisiones, ambos cerraron los ojos mientras los últimos rayos de luz se ocultaban y al abrirlos de nuevo, fueron conscientes de la cruda realidad.

Se encontraban viendo a un cielo gris y rojo, con el olor a sangre a su alrededor, y el sonido de cuerpos armados chocando cerca suyo, se levantaron hasta quedarse sentados y vieron a su alrededor, soldados de blanco y negro peleando contra monstruos, muertos en vida y aves de fuego.

Se miraron y el tiempo pareció detenerse durante un segundo, hasta que unos brazos grandes tomaron por la espalda a Flavela y la arrastraron dentro de un muro de soldados con escudos y armas de fuego o espadas.

Se escucho un gran estruendo y un rayo cayó del cielo, seguido por fuego y aire, tres grandes guerrero llegaban al campo de batalla, listos para morir por quien peleaban, Jaiko se incorporó y un halo negro apareció a su alrededor, de su ojo izquierdo brotó una pequeña lagrima que casi inmediatamente desapareció y entonces pronunció -Esto se acaba ahora- con una voz profunda y fría, dando a entender que renunció a aquel sueño que tan feliz lo hizo en su momento.


Capitulo 2

La historia comienza quince años antes, cuando Jaiko y Flavela no eran mas que simples niños de diez años huyendo a través del bosque muerto, justo en la afueras de Friand, conocido también como -La Ciudad – un lugar gobernado por los mas ricos y poderosos, donde incluso las leyes sirven para veneficiar a los que pueden pagar.

La noche era fría y lluviosa, y los pequeños huían de un grupo de cazadores con metamorfos adiestrados, los cuales podían transformarse en sabuesos y seguir su rastro – No te detengas ya casi llegamos a la cueva, ahí no nos encontrarán – Decía la pequeña niña de pelo plateado mientras jalaba del brazo a aquel joven de ojos rojos que estaba al borde del llanto.

Los gritos de los cazadores y los ladridos de los metamorfos se escuchaban cada vez mas cerca, los niños solo corrían, sin saber realmente si lograrían salvarse, el cielo no parecía querer calmarse, y la lluvia mas pronto que tarde se convirtió en una tormenta, los niños decidieron parar e intentar refugiarse dentro de un tronco, pues iban descalzos y solo tenían algunos harapos y una capa cada uno para cubrirse, en el medio de la conmoción, los ruidos de sus perseguidores parecían hacerse cada vez mas lejanos, y después de algunas horas la lluvia se estaba calmando, dejando ver a lo lejos la cueva donde se habían estado ocultando, Flavela se dispuso a salir, pero cuando intentó correr teniendo a Jaiko agarrado del bazo, algo la detuvo y al voltear vio el rostro de él mirando hacia arriba, con una expresión de horror lo cual hizo que se orinara encima.

Un metamorfo los había rastreado muy bien, y todo el tiempo estuvo con ellos dentro de aquel tronco, pero no los había atacado, un brazos grandes y velludos tomaron a Flavela por la espalda, sacándola bruscamente de su escondite, Jaiko vio como aquellos hombres la desnudaban dejando al descubiertos sus alas, pequeñas alas de escamas blancas, – Se venderá muy buen precio esta niña – escucho Jaiko mientras se encontraba dentro del tronco, Flavela gritaba a todo pulmón que la dejaran en paz, mientras algunos de esos hombres la golpeaban en lugares que la ropa podía esconder.

Poco a poco los gritos de Flavela se convirtieron en llanto y Jaiko decidió a salir impulsado por la adrenalina para enfrentar a sus captores –Déjenla en paz – pensó mientras salia corriendo, logro golpear a uno en los testículos mientras los demás estaban encadenando a la niña, los demás rieron al ver a su compañero gimiendo de dolor – Vaya parece que había dos monstruos aquí – dijo el que parecía ser el líder de los demás, – En realidad solo quiero a la niña así que tu no me sirves – comento un hombre encapuchado que estaba acariciando las alas de Flavela, después de eso se escucho un silbido y mientra Jaiko intentaba arremeter contra otro el metamorfo se lanzó sobre él, con una forma de híbrido entre oso y leopardo, completamente grotesco para la vista, y mas aun para el olfato.

El hombre que Jaiko había golpeado se acerco y mientras el metamorfo lo comenzaba a morder y rasguñar, el hombre aprovecho para patear sin reparo la cabeza del joven, entonces escucho que el hombre encapuchado grito nos vamos mientras el metamorfo seguía desgarrando poco a poco su pequeño cuerpo.

Detesto mi propia debilidad, pero odio mas este podrido mundo

Pensó Jaiko mientras perdía el conocimiento, en la jaula de aquellos cazadores se encontraba Flavela, desnuda con grilletes en el cuello, los pies y con cadenas amarando sus brazos y sus alas, a demás de un artefacto extraño en forma de piedra que tenia el grillete de su cuello, el cual le impedía hablar o generar algún sonido con su voz.

Las lagrimas no dejaban de caer del rostro de la pobre niña demacrada, pero no eran por el dolor que le generaban las lesiones recibidas por la paliza que aquellos hombres le dieron, sino por ver al muerte de su único amigo, sin poder hacer algo para evitarlo.

el sol comenzó a salir y «La Ciudad» se podía vislumbrar a lo lejos, aquellos niños nunca habían entrado, pues todo el tiempo desde hace ya dos años estuvieron en el bosque, cazando su propia comida, pero en una ocasión una pequeña luz los atrajo, y cuando la siguieron vieron a un niño jugando con un pequeño carro de plata, tenían la misma edad y se hicieron amigos, así pasó una semana hasta que un día cuando los tres decidieron ir a nadar a un rió cercano, el ama de llaves de aquel niño los vio, dando aviso a las autoridades, pues la asusto ver a dos niños extraños con alas parecidas a las de los demonios.

Fue así que los cazadores comenzaron a perseguirlos aunque no lograron escapar, Las enormes puertas blancas de Friand se abrían poco a poco mientras Flavela intentaba secarse las lagrimas con su hombro, una multitud ya esperaba en la entrada como si de un desfile se tratara, la carreta de los cazadores pasaba lentamente por un camino tapiado de rocas, mientras susurros inundaban el lugar – Mira esa atrocidad, dios mio es horrible, deberían de quemar a esa cosa – decían los lugareños mientras miraban con desprecio a Flavela quien intentaba cubrir su rostro con su largo cabello plata.

Poco tardo hasta que uno de los aldeanos comenzó a lanzar rocas a la jaula, y entonces como si de una reacción en cadena se tratara, los demás comenzaron a arrojar cualquier cosas que tuvieran a la mano, hasta que una piedra golpeo la frente de la niña haciéndola sangrar, – eso dejara cicatriz, y no se venderá bien, deténganlo de una vez. – Dijo el hombre encapuchando haciendo que el líder de los cazadores llame a uno de sus metamorfos el cual se transformo en una quimera ahuyentando a la multitud.

Pronto llegaron al castillo que se encontraba en el centro de Friand, ahí una mujer ya muy mayor ya-hacia parada frente a las puertas esperando la llegada de su señor, al llegar, rodearon un enorme jardín hasta que se encontraron frente a la entrada donde se encontraba aquella mujer y el hombre encapuchado se bajó.

Volteo un poco para ver a Flavela mientras murmuraba algo a aquella anciana, y después entró al castillo, los cazadores bajaron a la niña quien aun en lagrimas y sangre irradiaba una profunda agresividad hacia ellos, uno de los cazadores, el mismo que golpeo a Jaiko la tomo tan fuerte del brazo que le dislocó el hombro y después la dejo caer cuando ella intento darle un cabezazo, lo cual hizo que el la pateara mientras estaba en el suelo.

La mujer se acerco al líder y durante todo ese tiempo no apartó la vista de aquel cazador que estaba maltratando a Flavela, aunque en su rostro no había ni el mas mínimo rastro de algún sentimiento o expresión, le estiró el brazo y le dio al líder una bolsa pequeña llena de monedas de oro.

-Esto no es lo que acordamos abuela – Dijo el hombre mientras contaba las monedas, su voz se escuchaba claramente furiosa – Es lo que vale ahora viendo el estado en el que me la entregan, a demás seria aun menos si no fuera virgen – contestó la anciana con una voz suave pero algo ronca.

El jefe colocó su mano en la empuñadura de su espada, y su metamorfo que ahora tenia forma de un enorme jaguar se irguió a su lado, -Nunca inicies una pelea que no puedes ganar, niño – Volvió a decir la anciana mientras mientras lo miraba a los ojos.

EL jefe le entregó la niña a regañadientes dejándola caer a sus pues y entre murmullos y gruñidos se dio media vuelta para subirse a la carreta y se marchó, la anciana comenzó a caminar hacia un costado del castillo en dirección a un jardín interior, Flavela no sabia que ocurría, seguía desnuda, sucia y con una herida en la cabeza que no paraba de sangrar, entonces la mujer desapareció entre los arboles y en su lugar salió un hombre muy alto, de casi dos metros, fornido, con ropa de jardinero llena de lodo y tierra, con una barba muy prominente y una cabellera larga que le llegaba hasta los hombros, se acercó a ella y la tomo en brazos, pero en ese momento Flavela ya no pudo aguantar y perdió el conocimiento.

No sabia donde estaba, ni que es lo que le iba a pasar, pero por alguna razón, su instinto la hizo sentirse segura en los brazos de aquél hombre, el dolor que sentía tanto físico como emocional, la supero, en ese momento algo cambió en ella, algo se rompió, ya no confiaría en nadie mas, solo en aquel hombre que ahora la tenia entre brazos, cargándola de una forma que parecía como si quisiera protegerla del resto del mundo, que le decía a gritos, «No te preocupes, ahora estoy aquí y te protegeré con mi vida«.


Capitulo 3

La luz del sol se colaba por una pequeña grieta en la pared, dando de lleno con el rostro de aquella peque niña con alas, golpes se escuchaban a lo lejos, gritos de niños jugando y ladridos de perros perturbaban su descanso, un aroma dulce le termino de despertar, Flavela se encontraba en una pequeña y suave cama, dentro de lo que parecía una choza, sin habitaciones, solo una pequeña cortina improvisada que pretendía separar la sala y de la «habitación».

Tengo que salir de aquí

Se repitió una y otra vez mientras inspeccionaba el lugar con la mirada, viendo como una silueta se encontraba cerca de la chimenea encendida movía lo que aprecia ser un guiso, y nuevamente ese dulce aroma que antes le había despertado, inundó el lugar.

– Sal de una buena vez – escucho la niña – No me obligues a entrar, conoces las reglas- decía aquella voz de mujer algo ronca, seguido de golpes violentos en la puerta de la choza donde ella se encontraba, después vio a la sombra que estaba hincada frente a la fogata, levantarse de aun manera que no hacia mas que escupir un sentimiento de fastidio con cada movimiento.

La sombra abrió la puerta y Flavela vio una oportunidad, así que con todas sus fuerzas se impulso de un salto de la cama con al intención de salir corriendo, pero antes de llegar a la cortina algo la detuvo lastimando su cuello, un grillete unido con una cadena a la pared, el ruido que hizo con eso fue suficiente para que los que hablaban en al puerta se acercaran a verla, y en el momento en el que corrieron la cortina los reconoció, al menos a uno de ellos.

Frente a ella estaba la anciana que recibió a los cazadores en la entrada del castillo, y un hombre enorme, al menos en comparación a aquella anciana que fácilmente media un metro setenta, -Hay que limpiarla bien, no puede presentarse así ante Lord Arrend y mucho menos ante Lady Livalya – Dijo aquella anciana mientras echaba una mirada de desaprobación y desprecio a la niña, después dio media vuelta y se dirigió a la salida, – Y ese estofado esta pésimo, deberías tirarlo- Agregó antes de salir definitivamente del lugar.

El gigante hombre se acerco a la niña y esta lo recibió con patadas y gemidos de desesperación, él solo se detuvo y dio media vuelta para dirigirse al estofado, después lo tomo con una cuchara y lo sirvió en un enorme plato, al hacer eso el aroma dulce que tanto le gustó a la niña salió a flote, el hombre se acerco a Flavela y se arrodillo dejando el plato frente a ella, esperando un poco nervioso a que tomara el plato y se dispusiera a comer.

El olor de la comida el parecía simplemente irresistible, y el hambre que sentía se hacia cada vez mas evidente, ella decidió-usualmente tomar el plato y comenzar a comer, era una carne pero no estaba salada o picante, tenia un sabor dulce, inusualmente rico para ser carne, Flavela ya antes había comido carne, al cazar a algunas liebres en el bosque y cocerlas en una fogata, pero jamas había probado algo dulce, la sensación llenaba su alma de felicidad, pero al mismo tiempo mientras mas comía, mas lagrimas salían de sus ojos, pues recordaba aquellos momentos junto a Jaiko.

El hombre parecía feliz de que ella comiera, se levanto y camino hasta un armario que estaba a su izquierda, del cual sacó un traje pequeño parecido al de un mayordomo -Es lindo- Dijo la niña en un tono muy bajo después de haber tragado el pedazo de carne que estaba comiendo, el hombre la levanto y le quitó la cadena y mientras la tenia en brazos se dirigió afuera.

El jardín era inmenso, pasto verde y enormes arboles por todos lados, un camino de rocas perfectamente formado llevaba a diferentes partes de ese jardín, Flavela se estaba maravillando con la vista hasta que escucho un el agua corriente de un rió, y al ver al frente ahí estaba, cruzando un arco hecho de rosales había un manantial hermoso, y justo detrás una entrada hecha de piedra.

Al cruzar la puerta se asombro, pues eran los baños, pero no cualquier baño, estaba conformado por regaderas y aguas termales, algo que la pequeña niña nunca antes había visto, el hombre caminó hasta una de las regaderas y dejo a la niña dentro, después se dirigió a un estante que estaba cerca para tomar un pedazo de plástico en forma de gorra y una toalla, los cuales después entrego a Flavela.

Él cerró la cortina de al regadera y la niña entendió que tenia que bañarse, se quito la camisa que tenia puesta y la lanzó por encima de la cortina, después por instinto se puso el pedazo de platico en la cabeza y fue entonces cuando se dio cuenta de que la heria que le habían hecho antes ya no estaba, saco también la toalla para que no se mojara y se quedo un buen rato viendo la extraña estructura donde se encontraba.

No se le hacia completamente ajena la regadera, pues aun llega a tener algunos vagos recuerdos de ella y su madre bañándose juntas, sin embargo no encontraba las llaves para hacer que el agua saliera, solo paneles de vidrio negro frente a ella.

Comenzó a palpar la pared hasta que el agua comenzó a caes, primero muy caliente haciéndola saltar un poco hacia atrás, después muy fría relajando sus alas y haciendo que estas se abrieran para que el agua corriera entre sus escamas, apenas lograba averiguar como funcionaba ese baño, cuando el hombre abrió de golpe la cortina y mientras la veía con un rostro de inquietud, comenzó a lavarla y enjuagarla rápidamente, para después poder secarla y vestirla con el traje que le había mostrado antes.

La niña no sabia realmente que estaba pasando, pero en muy poco tiempo, ya estaba ella vestida con un traje que le quedaba a la perfección, el cual incluso tenia orificios para que pudieran salir sus alas a través de la camisa y el saco, pero estos parecían hechos así a propósito.

El gran hombre comenzó a peinarla mientra ella se admiraba en el espejo, después de lo que parecieron ser escasos minutos, ya tenia un trenza muy bien hecha descansado en su hombro izquierdo, dejando al descubierto su hermoso rostro.

Flavela no podía creer el cambio que le había ocurrido solo con bañarse y peinarse, el hombre la cargo de nuevo y salió de los baños para dirigirse a la entrada del castillo, donde ya hacia la anciana con una cara de enfado, misma que se calmo un poco cuando vio a la niña.

-Bueno, esta mejor así- Comento la mujer mientras subía las escaleras para ir a la puerta, eran unas puertas enormes, de madera café oscuro, con tallados de dragones en ella y se veían muy pesadas, sorprendiendo así a Flavela cuando la anciana las abrió con una sola mano, – Lady Livalya esta es la semi-humana que estaba en el bosque- Dijo la señora mientras hacia una reverencia.

El gran hombre se arrodillo y bajo la mirada, pero Flavela en lugar de eso, miro a la mujer que estaba frente a ellos, era irreal, como un ángel caído del cielo, con un largo y hermoso cabello carmesí, un vestido negro que ajustaba perfecto con su figura delgada y atlética a la vez, unos labios carnosos naturales pintados de un rojo intenso y unos ojos finos de color azul, que llenaban una mirada llena de poder, con la cual parecía poder controlar a cualquiera.

-Me gusta, marquenla- Dijo aquella mujer con una voz suave pero dominante al mismo tiempo, justamente después unos guardias que antes Flavela había confundido con estatuas se acercaron a ella y la tomaron por los brazos, después la sometieron y le arrancaron su traje que tenia puesto para dejar su pecho al descubierto, un fuerte estruendo inundo aquel lugar que se encontraba tan callado, era aquel enorme hombre que ahora estaba comenzándose a transformar en una especie de lobo gigante.

-¿Osas transformarte frente a mi para atacarme?- Dijo la llamada Livalya mientras la anciana tenia agarrado y sometido por el cuello al hombre – ¿Es acaso que no aprendiste la lección?- siguió diciendo la mujer mientras la anciana comenzaba a electrocutarlo hasta que regresó a su forma humana.

-Continúen- Ordeno la mujer y mientras dos guardias sostenían a Flavela un tercero se acercaba a ella con una especie de cetro, que tenia en una de sus puntas un color rojo, tan intenso que era inconfundible, era un pedazo de hierro caliente, la niña comenzó a gritar y a moverse, mientras repetía entre alaridos una y otra vez, por favor no, por favor no, entonces el olor a carne quemada se hizo presente y Flavela gritó con todas sus fuerzas hasta que perdió el conocimiento.


Capitulo 4

La lluvia se había detenido, pero el suelo seguía húmedo, Jaiko estaba a punto de perder el conocimiento mientras el metamorfo lo destrozaba miembro por miembro, el dolor había desaparecido, pero aun estaba cociente, viendo como se llevaban a Flavela, impotente e inútil, pensó mientras su piel comenzaba a enfriarse, escucho un silbido antes de perder por completo el conocimiento y el metamorfo se marcho luego de eso.

Con el brazo que le quedaba intentó girarse para arrastrarse en dirección a donde se fueron los cazadores, pero ya era demasiado tarde y carecía de fuerza, a penas logro ponerse bocabajo cuando sintió que una de sus alas le pesaba bastante, intentó mover el otro brazo pero solo era una amalgama de sangre, carne y lodo.

Gritó tan fuerte y tan profundo, pero no por el dolor o porque estuviera casi descuartizado, gritó porque al igual que antes, no pudo hacer algo para salvar a la única familia que le quedaba, maldecía su propia debilidad y rogaba por que alguien le brindara una segunda oportunidad, una segunda oportunidad para salvarla, una segunda oportunidad para demostrar que no es un simple niño débil y llorón, una segunda oportunidad.

Perdóname, por favor … per… do.. n…

Dijo con las ultimas fuerzas que le quedaban antes de terminar tendido como una masa de carne sangrienta, pero el destino resulta ser impredecible y muchas veces cruel, poco después de haber perdido el conocimiento, una mujer ya muy mayor pasó cerca de donde él estaba, atraída por toda la conmoción, al verlo lo primero que pensó fue en dejarlo y seguir con su camino, pues pensó que solo era un animal mas con mala suerte, pero algo atrajo su atención.

Sus alas de escamas negras, eran algo que jamas había visto aquella anciana que parecía haber vivido durante siglos, se quitó una de las capas que traía puestas y en ella envolvió lo que quedaba de aquel niño, servirá bien, si, servirá bien, dijo mientras seguía su camino cargando en la espalda lo que quedaba del pequeño.

Aquella anciana no dejaba de sonreír y decir para si misma la buena suerte que tenia, su camino era sobre sus propios pasos, regresando al lugar del cual provino, pero en el camino, mientras se felicitaba y reía de felicidad, el equipaje extra que traía comenzó a pesar cada vez mas, la sangre que chorreaba se comenzó a detener y el cuerpo se comenzó a mover.

Tuvo que detenerse para descansar, y fue entonces cuando lo vio, aquella masa de carne y sangre era de nuevo un niño, de tes bronceada y cabello negro, con alas de escamas negras brillantes, y un movimiento leve en el pecho que daba a entender que respiraba, la vieja comenzó a tener una lucha interior, no sabia que hacer, su mirada reflejaba tristeza y asombro al mismo tiempo.

¿Que clase de monstruo puede hacerle algo así a un niño, aun si es un semi-humano?

Pensó la anciana mientras contemplaba a aquel pequeño, tardo cerca de una hora hasta que se decidió en llevarlo con ella, ya antes se había topado con diferentes semi-humanos, pero nunca antes con uno que tuviera alas escamadas o que pudiera regenerarse de esa forma, quería ayudarlo, pero en su interior sabia que era mayor su deseo de estudiarlo.

Lo cargo en sus brazos como si de su hijo se tratara y siguió caminando, no tardo mucho en llegar a su hogar, así que tampoco tuvo que detenerse tanto para descansar, al llegar parecía solo un tronco seco de un enorme árbol, era un lugar tipo que de las historias de brujas que llegan a contar para asustar a los niños, pero al entrar era completamente diferente, paredes de mármol y muebles finos de madera, una casa hermosa, con sala, comedor, cocina y diferentes habitaciones, parecía una mansión.

La anciana dejo sus cosas cerca de la sala, donde una enorme ave blanca la esperaba, la cual las tomo y guardo en una de la habitaciones que había cerca, pero cuando salió, estaba convertida en una hermosa mujer, algo joven de unos veinte años, tes blanca y cabello largo negro, con unos ojos grandes de color azul claro, ¿Que encontraste hoy abuela? – preguntó mientras se acercaba a ella -Algo que te sorprenderá- dijo mientras colocaba al niño sobre al mesa de lo que parecía el comedor.

Luego de eso, el niño se levanto de golpe gritando el nombre de Flavela, la conmoción era tal que el impulso de aquella anciana fue el de abrazarlo, solo para que después de eso Jaiko soltara en lagrimas durante casi una hora hasta que se quedó dormido de nuevo.

Luego de eso, la anciana lo limpió y dejó dentro de una de las habitaciones para que pudiera dormir mejor, -Nunca antes había visto a un semi-humano como ese- Dijo la joven mientras preparaba algo de ropa para el chico, -No estoy muy convencida de que sea semi-humano – contestó, – La crueldad que vi, solo pudo haber sido hecha por un dios o un humano muy cercano a uno- Seguía diciendo al anciana mientras mientras guardaba sus cosas en un ropero.

El día pasó hasta que cayó el sol, un aroma a salado despertó a Jaiko y lo hizo salir súbitamente de la cama, un gato que estaba cerca lo llamó -Pss, niño, niño – decía mientras él intentaba entender donde estaba, entonces volteo a uno de los rincones de la habitación y lo vio, sentado sobre una cómoda, un gato atigrado de enormes ojos pardos, – Que.. ¿Que es lo que quieres?- contestó mientras se acercaba un poco a él.

-Veo que es verdad

-Si te refieres a que puedo hablar con los animales, si, o al menos les entiendo

-Bueno entonces te gustará este lugar

Terminó de decir el gato mientras bajaba de la cómoda y salia de la habitación abriendo un poco la puerta, Jaiko lo siguió y se sorprendió al ver el pasillo que llevaba a unas escaleras y a mas habitaciones, entonces de nuevo ese aroma salado llamó su atención, haciéndolo bajar las escaleras y dirigirse al comedor, donde vio a una mujer mayor cocinando, -solo espera unos minutos mas y la cena estará lista – dijo aquella mujer, mientras colocaba unos platos en la mesa.

Jaiko sintió mucha curiosidad, pero no se apartó de la puerta hasta que se terminó de servir la comida, -Layla ya esta la cena- Gritó la anciana y justo después se le quedo viendo a Jaiko y con una sonrisa y un ligero movimiento de la cabeza le indicaba que se acercara para comer, a un lado de Jaiko pasó una muchacha joven de tes blanca y cabello largo color negro, seguida por siete crías de zorros y la pareja, que se detuvieron un poco para ver a Jaiko y luego siguieron su camino.

Ya todos estaban sentados, pero el niño no quería moverse, aun cuando sus tripas rugían del hambre, entonces la anciana se acercó a él, y fue ahí donde la reconoció, ese aroma a vino y hojas de abeto, era ella la mujer que lo salvó, pues aun cuando no se podía mover y el dolor le impedía estar completamente cociente, sus sentidos le permitieron reconocer a aquella persona que lo salvo, esto hizo que instintivamente Jaiko le diera un abraso.

-Tranquilo mi niño, todo estará bien ahora, vamos a comer

Dijo la anciana mientras tomaba en brazos a Jaiko y se dirijan a la mesa, y entonces comenzó a comer, era un estofado diferente a lo que antes había probado, era carne y verduras pero el caldo era cremoso de un color rosa intenso, no se veía muy bien, pero sabia increíble.

Las lagrimas comenzaron a brotar de él, pues no sabia que había pasado con Flavela y se sentía culpable por poder comer algo sin saber si ella estaba aun viva, la joven intentó distraerlo haciendo algunas preguntas – Hola, mi nombre es Layla, de los pequeños zorros que están a mi lado en orden de izquierda a derecha – dijo mientras cargaba al mas pequeño de ellos- son Luk, Debi, Lan, Liz, Karma, Ferro y Pirita, los dos que tienes a tu lado, son los padres Kuro y Kira- los dos zorros lo vieron y asintieron con una sonrisa – y por ultimo pero no menos importante esta Baba, ella nos cuida a todos- dijo mientras se ponía de pie y se acercaba a la anciana para abrazarla.

-Así que dime, ¿Cuál es tu nombre?

-Jaiko – Dijo mientras miraba al suelo algo avergonzado, Layla dibujó una enorme sonrisa en su rostro, sus ojos brillaron y ella se abalanzó sobre él -Lo sabia, lo sabia, eres como nosotros- Dijo mientras apretaba al niño con su pecho.

Baba se levantó y se puso a lado de Layla, haciendo que Jaiko se diera cuenta de lo enorme que en realidad es, aunque no se nota mucho por la gran joroba que tiene y el cuerpo regordete que carga, -tranquila Layla, primero hay que explicarle – Dijo Baba con su característica voz ronca – Mira mi niño, tu no eres como los demás, tu eres un semi-humano, y solo los semi-humanos o humanos muy especiales, pueden entender y hablar con los animales y con otros semi-humanos, es por eso que ella se puso muy feliz cuando le contestaste- mientras tanto por la mente de Jaiko pasaba una duda, pues no sabia si contarles lo que sabia o dejar que las cosas fluyeran así, después de todo, aun cuando Flavela era igual a él, ella no podía hablar con los animales, y tampoco recordaba a su anterior familia.

Esa paz y quietud se vio interrumpida por una alarma que comenzó a sonar por toda la mansión, el gato atigrado que había hablado con Jaiko en la habitación apareció y con un salto llego al hombre derecho de Baba, le susurro algo que hizo que la expresión de ella cambiara de forma muy drástica – Llevalos a la habitación C-7, rápido- Le dijo a Layla mientras ella se apresuraba a tomar el bastón que estaba recargado cerca de la estufa y después salió del comedor rumbo a una habitación donde antes había entrado el gato.

Layla tomo a las crías y corrió a la habitación donde había despertado Jaiko, los zorros se colocaron uno a cada lado de él y Kuro el padre le dijo -Prepárate niño – Jaiko no estaba muy seguro de que era a lo que se refería, pero de repente le llego un aroma a sangre y humo, fue entonces que lo entendió, sea donde sea que se encontraba, aquella pesadilla que tanto lo atormentó durante años, la misma que lo separó de sus padres, finalmente lo había encontrado.


Capitulo 5

Una gota de lluvia que se filtraba por el techo cayó sobre su rostro logrando así que despertara, nuevamente el enorme hombre se encontraba frente a la fogata, pero esta vez sostenía un pedazo de espejo con el cual intentaba ver su cuello, ella intento levantarse pero en ese momento un fuerte dolor en su pecho le invadió haciendo que gimiera de dolor y se recostara nuevamente en posición fetal dando la espalda a la sala.

El dolor era intenso, y le costaba respirar, una mano grande la tomo del brazo y la jaló para que se recostara mirando al techo, al hacerlo vio que era aquel hombre el cual le comenzó a desabotonar la camisa que tenia puesta dejando al descubierto unas hojas grandes pegadas a su pecho con una venda grande.

Ella es una niña y no entiende aun lo que significa estar desnuda ante alguien mas, pero al igual que pasó cuando la bañó, en ese momento su corazón comenzó a latir con gran fuerza, no tenia vergüenza y no le importaba que él la viera, pero por alguna razón estaba nerviosa y no entendía muy bien porque.

Lo miró fijamente mientras él continuaba curando la marca que aquella mujer de cabello carmesí mandó a ponerle, y se percato que en su cuello tenia marcada una mano, pero a diferencia de un estrangulamiento, la marca estaba echa de piel quemada ya cicatrizada, cuando vio esto, recordó que antes de que los guardias la tomaran, él se convirtió en una especie de lobo y la anciana lo electrocutó mientra lo tenia del cuello.

La mirada de Flavela se volvió triste y el hombre al terminar de vendarla de nuevo se percató, por lo cual se le quedo viendo un momento mientras tocaba su cuello y negaba con al cabeza, se levantó y se dirigió al ropero, del cual saco un uniforme diferente, era un traje de algodón blanco de una sola pieza, con un pantalón negro y una chamarra blanca que tenia las mangas con un bordado en zigzag negro y el escudo de la familia en el lado izquierdo del pecho, lo lanzó sobre la cama dándole a entender a Flavela que debía ponérselo, después de eso solo salio de la cabaña dejando la puerta abierta.

Flavela estaba confundida y adolorida así que decidió no pensar mas en lo que había pasado y se levanto de la cama para buscar en el ropero algo de ropa interior, aunque lo único que encontró era ropa de hombre, la cual era de su talla, por lo cual no tuvo otra opción mas que ponerse unos bóxer largos y luego el traje de cuerpo completo, que para ella era mas un mameluco, pues cubría todo desde los pies hasta el cuello, incluso traía unos guantes largos que si bien se podían quitar, parecía ser parte del conjunto, sin embargo al igual que el traje anterior tenia en al espalda las aberturas para que pudieran salir sus alas, aunque esto no incluía la chamarra.

Una vez puesto se asombro de lo cómodo que era y lo bien que le quedaba, ni grande ni pequeño. era la talla perfecta, incluso el pantalón estaba hecho para quedar bien encima de una tela tan gruesa y la chamarra era cálida y fresca a la vez, algo que aprecia imposible, una vez termino de vestirse y al dirigirse a la sala, vio unas botas cerca de la fogata junto con un cinturón y una pareja de espada y sable, con una nota sobre ellas que decía –Lady Livalia ordenó que las usaras, de ahora en adelante estas botas y estas armas son tu vida, crecerán en poder y experiencia junto contigo- Una nota simple y directa, hecha con aun letra que no hacía mas que indicar que fue escrita por alguien de la clase alta o que ha tenido mucho contacto con la clase alta, y por detrás de esa nota había algo mas escrito, con una caligrafía horrible, pero atendible –Si aceptas esta vida, no podrás salir de ella, no lo olvides- una frase que era en too su esplendor un intento de advertencia para ella.

Flavela se quedo viendo esos objetos durante un buen rato pensando en que podría pasar con ella de ahora en adelante, en si podría algún día ver de nuevo a Jaiko, en si podría ser libre una vez mas o moriría como esclava, un mar de pensamientos apareció en su mente pero el mas fuerte de todos era el de vengarse de aquellos cazadores que que tanto año le hicieron.

Sin dudarlo mas se puso las botas y el cinturón con la espada y el sable, en cuanto terminó la marca en su pecho comenzó a brillar tan fuerte que la luz traspaso el vendaje y la ropa, y esa misma marca apareció en el languette de las botas, en el vaceo del sable y en el pomo de la espada, lo cual le permitió ver con mas claridad la forma que tenia.

Esa marca al conocía a la perfección, pues fue algo que le enseño Jaiko cuando se conocieron, el dragón Uroboros, una marca que usaban solo aquellos que se convertían en los artífices de su propia destrucción, –Un destino mas que digno- susurro mientras guardaba de nuevo al espada en su vaina, se dispuso a salir de la cabaña solo para ver como aquella anciana de antes la esperaba a al sobre de un árbol que se encontraba cerca, cuando salió por completo, la anciana se acerco a ella y le ordeno que la siguiera.

Caminaron durante un largo corredor con decenas de arcos hechos con madera y rosales, hasta que llegaron a un claro de tierra donde había siete niños mas de entre 8 y 15 años, tres mujeres y cuatro hombres, todos formados frente a la entrada esperando al llegada de la anciana – Únete a ellos- dijo con una voz algo ronca mientras empujaba a Flavela de la espalda -A partir de ahora ella es su líder, y como tal deberán obedecerla en todo , !¿Entendido?¡

-Si señora- Dijeron los niños al unisono -Bien entonces comenzaremos con el entrenamiento, vayan a correr por todo el campo hasta que diga que se detengan- sin decir mas los niños comenzaron a correr alrededor del campo uno detrás del otro – Sígueme – dijo la anciana mientras se dirija a una puerta de metal que estaba a su derecha, Flavela la siguió sin preguntar y al cruzar vio a Livalia vestida con la misma ropa que ella y los otros niños tenían puesta.

-Bueno, es hora de empezar – Dijo aquella mujer de cabello carmesí mientras se ajustaba los guantes que eran del mismo color que su cabello-Puedes irte Derei, yo me hago cargo – tras esa palabras, la anciana se retiró y dejo a Flavela frente a la mujer que tanto dolor le causó, pero que al mismo tiempo la cautivo con su belleza.

-Bueno entonces empecemos, dime tu nombre niña- Dijo Livalya mientras se sentaba en una silla de piedra que se encontraba detrás y cruzaba las piernas – Flavela

-Bien Flavela, debes estar algo confundida, pero pronto lo entenderás, primero déjame decirte que libre de irte cuando tu quieras- sus palabras resonaban en la mente de aquella niña haciendo que un profundo odio emergiera.

-En todo caso, como ya escuchaste, he decidido nombrarte líder de esos chiquillos, después de todo al igual que tu son «especiales»- especiales, esa palabra la había escuchado antes un sin fin de veces, pero algo era diferente, pues siempre había escuchado un tono de desprecio junto con esa palabra, pero cuando ella lo dijo, un sentimiento cálido inundó su corazón.

-No me importa si te vas ahora, pero debes saber que si lo haces, morirás, la marca en tu pecho es única para cada semi-humano, indica el lugar para el cual son mas aptos, y la marca que apareció en ti la usan solo aquellos que en algún momento de su vida formaron o formaran parte de la realeza- Livalya seguía hablando, mientras Flavela solo mantenía la mirada en el suelo, intentando controlar el mundo de emociones que surgían en su corazón.

-Lo haré – Salió de la boca de Flavela como un tenue murmullo – ¿Harás que?- respondió Livalya mientras se ponía de pies frente a ella,- Me quedaré, no me interesa lo que digas del destino o las marcas o lo que sea, eso no lo entiendo y no me importa, solo quiero poder, la fuerza necesaria para acabar con los de tu tipo- Siguió diciendo mientras alzaba la mirada y la voz al mismo tiempo, sus ojos se llenaron de lagrimas mientras apretaba su labio inferior para intentar controlarse.

-¿Estas cociente que me estas declarando la guerra?- Le pregunto Livalya mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro, – No me importa, es la verdad y si quieres matarme ahora hazlo, porque no me detendré- Le contestó Flavela mientras tomaba la empuñadura del sable con su mano izquierda, Livalya soltó una tenue y burlona risa, después soltó un fuerte puñetazo en el estomago de la niña lo cual hizo que perdiera la compostura y cayera de rodillas en el piso.

-¿Como piensas matarme si ni siquiera resistes un golpe tan insignificante?- Le preguntó Livalya mientras la levantaba solo para seguirla golpeando -Si quieres poder tienes que sufrir para obtenerlo – Seguía diciendo mientras la levantaba y golpeaba una y otra vez con movimientos tan precisos como si de una boxeadora profesional se tratara.

El día paso y el sol comenzó a ocultarse, el traje blanco de Flavela se había vuelto rojo por la sangre, Livalya seguía levantándola y golpeándola una y otra vez sin descanso hasta que llegó Derei – Lady Livalya su hermano Canik la busca- Livalya cambio su rostro y se quito los guantes llenos de sangre, los arrojó a un lado de Flavela y se marcho mientras decía en voz baja -El dolor y el miedo es una debilidad muy peligrosa, una vez que dejes de temer al dolor, podrás vencer a cualquier enemigo –

Derei espero hasta que Livalya se alejara para tomar a Flavela de un brazo, quien ya hacia recostada en el piso con el rostro hinchado y a punto de perder el conocimiento, solo sentía como su cuerpo era arrastrado por el mismo camino por el que antes había llegado caminando, cuando se terminó el corredor de los arcos de rosas, escucho a la anciana decir que le curaran, y después el enorme hombre la sostuvo entre sus brazos, la calidez de antes la inundo nuevamente haciendo que perdiera el conocimiento.

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