La ocasión hace de la situación una mágica combinación de sabores y olores, aun cuando lo único que queda por apreciar es la misma vista en sí; una cansada mirada se tropezó con la amargura de aquella mañana, es curioso como ves pasar frente a ti una vida completa de fracasos, buscando en el final de la calle algo que le permita una noche más, una más para sumar a todas esas noches heladas.

Cuando por fin pude darme cuenta ya habían pasado muchas horas en aquella fría noche, la desolación se apodero de mi mente y me dejo en blanco por mucho tiempo, a mi mente solo vino el recuerdo de aquella historia, ojala pudiese ser una historia como en las películas que todo es perfecto al inicio y al final los protagonistas son aventados a una realidad soportable; este no es mi caso, mi historia se inicia en el fin.

Ubicada a la sombra de un gran árbol y la comodidad de una dulce caricia de fino pasto fue que sucedió, la complejidad de mis pensamientos perturbaban la tranquilidad de mi alma pues nada me permitía escapar de mí; agache mi mirada, mi mente no podía con más. No podía recordar nada, no lograba hacerlo, sabía dónde estaba pero no como llegue; tal vez no quería recordar, y la respuesta se resumía a un profundo como.

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