Para siempres.

Con bastante delicadeza me gusta dejarte cada que puedo, algún «para siempre» colgado de esa parte de tu cabello que suelo hacer hacia atrás de tus orejas, para que cuando se regrese al frente, pase por tu oído y te lo susurre con dulzura, bajito, y nunca dejes de saberlo, que si, lo que siento por ti, es para siempre.

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