En la epifanía de mis ratos dilucidados, mastiqué la idea del universo convertido en metáforas. Del universo consumido incontables veces por los poetas. Del sol, la luna, las estrellas y todos los habitantes del cielo siendo aprovechados para describir sentimientos. ¿Pero alguna vez alguien se ha tomado la molestia de pensar en ellos? ¿Les agrada que los usemos sin su permiso? Tal vez por eso existen tantos vaivenes en este pequeño universo; han tomado su tiempo, su energía, su espacio y formas de la materia. ¿Y qué haces con tus sentimientos? Déjame sostenerte las manos, me convertiré
en marinero
en músico
en astronauta
en una luz
para besarte el llanto
cada vez que no sepas
qué hacer.

¿Por qué recitarle a la luna?
¿Por qué rezar deseos al sol?
¿Por qué registrar el cielo y las estrellas?
Si todo el universo lo tienes aquí,
conservado sobre tu espalda.
Tu espalda que es libre y bonita
un lienzo en blanco, suave
de marfil inmaculado
diviso un yacimiento de agua
en las profundidades de tu cuello
donde ahogo el rostro
y aspiro fuerte para llover mi
nariz, llover mi lógica
con tus efluvios de aguamarina.
de pronto me pienso Chopin
tocando las teclas inventadas en
tus vértebras; un do en la cervical
un fa en la lumbar
emerge aquella melodía nocturna
de núcleos escondidos bajo el
misterio de tu nombre, melodía
divina de partituras interminables,
melodía analgésica que se va enjugando
con las olas por donde mis dedos
transitan ciegos y tropiezan en una danza
desconocida que he imaginado de una cajita musical;
mis dedos van siguiendo el sendero
marcado por tu espina dorsal,
y de pronto ya me nombro Vivaldi,
entonando mi neófito arco sobre
tus cuerdas de costados para
visitar las cuatro estaciones que
brotan como flores que echan
raíces y sus hojas van transmutando
de acuerdo a la estación, descubro
que son más de cuatro.
Averiada mi nave ha quedado por una
cuerda rebelde que se enredó
en el motor. No me quieres
dejar ir, ¿verdad?
Me desprendo del traje compositor,
desperdigando claves de sol para salvaguardarte
de pliegues entintados.
La piel de tu espalda no es más
que un pedazo de la bóveda celeste
la cual ha descendido para coronarme astrónomo.
Entonces uno puntos invisibles
y visibles a mis ojos
para diseñar constelaciones etéreas
pero no efímeras.
¿Cuál Casiopea? ¿Cuál Osa mayor?
Aquí en tu espalda construyo modelos
para rechazar teorías
la gravedad ha concluido su trabajo
por eso ves volando
los tendones de mis piernas
en cada costilla de tu anatomía
no es destino que haya colisionado contra
miles de planetas,
tu lienzo ya está cuajado de múltiples
cuerpos celestes debido a mi
divertida inconsciencia
pero abandono la astronomía para retroceder
en el tiempo y encallar
en las cumbres de su escápulas
les han salido alas de fresas
por tanto beso que les he aterrizado
Suspiro, emebelesado, enamorado, extasiado.
Quiero beber de los mares de tu espalda baja
y quiero morder los frutos iridiscentes
de tu espalda arriba,
en mi odisea por tu dorso crepuscular amanezco
siendo uno y dormito siendo otro,
pero siempre con el mismo corazón
que tuyo ya se ha proclamado.

Etiquetas: espalda luna prosa universo

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